uno

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Mis cascos, mi portátil, mi bolsa de chuches y toda la tarde por delante. Me crujo los dedos cuando aparece el "iniciando" en el ordenador y cojo el móvil para mandarle un "conéctate" a un amigo, pero hasta unos minutos más tarde el bastardo no hace acto de presencia y me responde al mensaje.

Cuando el ordenador se digna a arrancar por completo, mi móvil empieza a vibrar y la característica música anunciándome que Luke me está pidiendo una videollamada irrumpe con el silencio que había establecido en mi habitación.

—¿A qué te apetece jugar hoy? —pregunto, cruzando las piernas sobre el colchón para colocar más cómodamente el portátil sobre mi regazo.

—Me han hablado de un nuevo juego pero aún está en versión beta, así que habrá muchísimos fallos.

Un "me parece correcto" sale de mi boca y le pregunto el nombre del juego, para que instantes después me lo escriba por el chat que teníamos abierto.

Pasan las horas entre guiños furtivos, estocadas virtuales, incontables risas y alguna que otra flecha atravesando corazones, solo para que después la giraran y le partieran —literalmente —el corazón al malafortunado avatar. Cuando un "error, vuelva a cargar" aparece en la pantalla de ambos y suponemos que se ha caído el servidor, decidimos dejar de parar la partida y cada uno se despide de sus correspondientes seguidores.

En este aspecto, he de admitir que creo que Luke me tiene algo de envidia. Hará unos años, abrieron un nuevo servidor virtual para subir vídeos a la nube, y estos ya podrían ser tanto en vivo y quedar registrados en la página, para que así cada seguidor que quisiera ver un vídeo en concreto pudiera reverlo las veces que le viniera en gana, o grabarlos tú en la intimidad de tu casa —o en la calle, o con tus amigos, o como te viniera en gana —y luego editarlos para subirlos correctamente. Ambos nos creamos un perfil a la vez en el servidor, pero no sé porqué, la mayoría del éxito me lo llevé yo.

Aún así, la videollamada no finaliza hasta unas horas después, lo justo para que a ambos se nos empiecen a cargar los párpados y nuestras palabras empiecen a ser cada vez más pesadas. Un "buenas noches imbécil" es lo último que pronuncio antes de ver cómo un hoyuelo aparece en su mejilla y un "la videollamada ha finalizado" inunda la pantalla.

Wanderlust [l.r.h.] {pausada}Where stories live. Discover now