—Quiero dormir un rato más.

—Te voy a buscar algo para tomar así cuando te despertas de nuevo ya te sentís mejor, no te duermas todavía. —me dijo y me juré cumplirlo, pero fue difícil.


Me dolía la cabeza y mucho, todo me daba vueltas cuando abrí los ojos y lo primero que reconocí fue que no estaba en mi cuarto, recordaba haber observado las paredes azules con posters de bandas de rock y reggae cuando Sebastián y yo teníamos relaciones hacía un par de semanas en el cuarto de Lautaro. No esperaba estar en otro lugar y por más intento que hacía para recordar, sólo me remontaba a la primera vez que me desperté porque mi mamá llamaba.

Me moví un poco y sentí las piernas de él envueltas a las mías, yo tenía una pierna por encima de su cuerpo y con mucho esfuerzo logré sacarla para darme la vuelta y buscar mi celular. Marcaba las cuatro de la tarde y lo único que pude pensar fue en los retos que iba a recibir de mis papás, tenía veintiuno pero ellos se preocupaban por mí como si tuviese quince y hasta a veces parecía en serio. Fruncí el ceño al darme cuenta que no tenía mi ropa puesta y me senté de inmediato al verme con un bóxer de hombre y una remera negra más larga, me toqué y tampoco tenía el corpiño. En un segundo me tensé porque eso significaba que él me había desnudado, pero después reconsideré que el chico era gay, nada de lo que yo tenía le interesaba por más que hiciera lo que fuese.

—Lauti. —lo llamé moviéndolo un poco y él se quejó. —despertate, me duele la cabeza.

Bufó y se dio la vuelta, pero me subí encima de su espalda para abrir sus ojos, volvió a quejarse pero no pudo sacarme la mano.

—Despertate Lautaro.

—Quiero dormir.

—Son las cuatro de la tarde, me duele mucho la cabeza, dame algo.

—Ahí pesada. —señaló su mesa de noche y me estiré para buscarlo. — ¡Camila!

—Me duele la cabeza.

— ¡¿Y por eso me tenés que pasar por encima!?

—Bueno correte. —lo empujé y quejándose se fue del lado que yo me había despertado, su cama era grande así que tenía espacio para que no lo molestara. Tomé la pastilla y toda el agua del vaso, se sentía bien un poco de claridad, pero la pastilla iba a tardar en hacer efecto así que me acosté esperando a que pasara él por encima para buscar su celular. —Tengo hambre.

—Yo también, seguro Marta cocinó. —dijo poniéndose de costado para mirarme. — ¿te acordas de algo?

— ¿Hice algo malo?

—Mmm, te pusiste a bailar en los parlantes, te desnudaste, cogiste con el cuidador, vomitaste a un chico... pero se lo merecía porque se quiso abusar de tu poca cordura. —dijo y al ver mi cara de espantó estalló en carcajadas. —Todo es mentira excepto que te pusiste a bailar en los parlantes, y sí vomitaste pero en los pies de un chico.

—Qué asco, ¿no se suponía que tenías que estar ahí para cuidarme?

—Y lo estuve, pero él quiso intentarlo y si no lo dejaba después te ibas a enojar conmigo.

—Qué vergüenza.

—Fue divertido, pero la próxima vez me toca a mí eh.

—Como digas, ah...eh ¿por qué me desnudaste?

—Porque...estabas toda mojada, te metí debajo de la ducha. —dijo sentándose y refregándose la cara. —no tenés nada que me interese igual.

¡Va a ser mío!Where stories live. Discover now