Una vez arriba pude contemplar las ventanas más de cerca: sucias y opacas por el pasar del tiempo. Por primera vez desde que llegué fruncí el ceño. Me acerqué a la entrada de madera y golpeé, esperando una respuesta. Silencio del interior. Agua de la fuente y la brisa desde exterior. Froté mis manos antes de abrir. —Permiso....

Las luces estaban apagadas, pero no estaba completamente oscuro a pesar de la suciedad de las ventanas. Pude notar varias cajas de cartón de gran tamaño y muebles cubiertos por grandes telas para evitar que el polvo entrara en ellos. Decidí no cerrar las puertas para dejar entrar algo de luz natural y así poder apreciar mejor lo que me rodeaba. Fruncí el ceño. —¿Por qué está como abandonado..?

—Lo mismo me preguntaba yo —me sobresalté al captar la presencia de alguien más en la habitación. Me giré para ver en el marco de la puerta a un chico mucho más alto que yo, con unos grandes ojos grises —o eso podía apreciar— y cabello café, el cual tenía bastante largo, pero aún así no lo suficiente para llegar a los hombros. Estaba hablando en japonés y creo que, por la fluidez, piensa que le entiendo claramente. Caminó en mi dirección, sorprendiéndose al verme bien—. No eres de aquí, ¿cierto? —dijo más lento, levantando una ceja.

Reí, negando con la cabeza. —¿Tanto se nota? —puse mis brazos en mi cintura, observando alrededor—. Creo que deberíamos hacer algo con toda esta suciedad.

—Lo mismo pensaba —el chico sonrió, tomando mi mano delicadamente—. Pero creo que primero deberíamos presentarnos.

Sonreí, haciendo una pequeña reverencia. —Nicole Blackcat, señor —levanté la vista a sus ojos, comprobando que realmente no eran grises, si no de un café chocolate. Podía ver la dulzura en sus ojos.

Él rió por lo bajo antes de besar el dorso de mi mano. —Mi nombre es Kotobuki Reiji, my lady. Pero puedes llamarme simplemente Reiji —apretó mis dedos, alejando sus labios de ellos—. Es un gusto conocer a tan hermosa señorita.

—El gusto es mío... —nos quedamos viéndonos fijamente antes de echarnos a reír. Creo que nos llevaremos bien...

—¿Se piensan mover o seguirán coqueteándose en la entrada? —volteamos la vista al mismo tiempo para observar a un chico de cabellos claros parado en la puerta con el ceño fruncido. Nos separamos levemente para dejarlo pasar sin dirigirnos la palabra nuevamente, simplemente miraba el lugar sin expresión en el rostro.

Tocí para aclarar mi voz. —Está sucio, ¿cierto? —me animé a hablar al notar el extraño silencio entre nosotros—. Debe ser debido a que este lugar no se ha usado hace tiempo.

El chico se dio media vuelta y nos analizó de pies a cabeza antes de levantar una ceja. —¿Y ustedes quienes son?

—¡Kotobuki Reiji! —saltó el chico a mi lado, poniendo una mano en su cabeza—. ¡Es un gusto conocerte!

Reí al ver lo animado que estaba. De repente noté que me estaban viendo esperando algo de mí, cuando caí en la cuenta de qué era. —Ah, lo siento —hice una pequeña reverencia al nuevo chico—. Mi nombre es Nicole Blackcat, pero me pueden llamar Nicky —me levanté sonriendo—. Es un gusto conocerte...

—Mikaze Ai —dijo haciendo una reverencia antes de poner sus audífonos—. Es un gusto conocerlos...

—Creo que no quiere hablarnos... —dijo Kotobuki, susurrando en mi oído mientras le echaba una mirada al chico—. Y tú también me puedes llamar Reiji si quieres.

—¿Seguro? Porque según lo que tengo entendido, en Japón normalmente se usar cuando son cercanos...

—¡Eso significa que ya lo somos, Nicky! —me abrazó, levantándome ligeramente del suelo. Yo no tenía problemas para tratarlos por su nombre, pero no sé muy bien qué significará eso para ellos.

Vida de un Idol (Uta no Prince-Sama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora