35. ¿Quién diablo eres tú?

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Alex.

Tras una agobiadora semana de mierda, me alejé de la ciudad para descansar en la que años atrás era mi casa de campo donde era feliz de niño. Era de noche, y me encontraba sentado en el sillón examinando cada una de las luminosas ramas del árbol navideño que hace días había armado una de las ama de llaves que intentaba mantener la casa en orden.

Seguí observando fascinado el árbol; si se miraba con cuidado se podía ver cómo de sus imponentes ramas se desprendían multicolores destellos de luz, como si fueran rayos de sol que inundaban cada rincón de la habitación.

Encendí las luces del living para poder sentarme frente al fuego de la chimenea y siquiera poder pensar un momento en todo lo que estaba pasándome.

Sin embargo, la tranquilidad del momento fue interrumpido por un extraño ruido proveniente del exterior de la casa. No le di demasiada importancia, pues se acercaba una gran tormenta y el viento seguramente había tirado algo, pensé.  

Pasaron unos minutos y no había podido concentrarme nuevamente en nada. El zumbido del viento siempre me había llamado la atención y esta vez no fue la excepción. En ese momento otro extraño ruido interrumpió el agudo silbido y en mi mente se comenzaron a tejer todo tipo de paranoicas sospechas: todo hacía suponer que había alguien merodeando la casa. Sólo de pensar en que no estaba solo ponía todos mis sentidos alerta a cualquier movimiento ajeno a mí.

Inesperadamente se fue la luz y los rincones, antes iluminados por las luces navideñas, se ensombrecieron nuevamente. Lo único que iluminaba la casa eran las llamas que calentaban el lugar. Caminé hasta la cocina tanteando en la espesa oscuridad, hallé varios candelabros con velas que tenía reservado para estas ocasiones. Las encendí, pero no servían de mucho, pues la cocina era espaciosa.  

Mis ojos se detuvieron en un punto fijo ubicado en el centro de la flameante llama de una vela. Por un momento creía que todo era un sueño, me sentía transportado, fuera de mi cuerpo, estaba como en éxtasis; me encontraba en una formidable e interrumpible paz interior. Pero el azotar de una puerta me hizo reaccionar. Sin darme cuenta, me encontraba frente a la puerta que se agitaba violentamente contra la pared. Me detuve unos segundos a observar la profunda oscuridad de la noche; sólo los fuertes relámpagos lo iluminaban hasta el fondo.  

Las gotas de lluvia me recorrían todo el cuerpo empapándome cada vez más. El viento y los portazos me desconcertaban. Sin pensarlo, cerré bruscamente la puerta principal con llave.  

Mientras me secaba podía sentir los extraños ruidos muy cerca de mí. El piso de madera comenzó a crujir cada vez más fuerte, y los inexplicables ruidos se aproximaban hacia mí, pero no lograba ver nada. Mi corazón comenzó a latir fuertemente, y las gotas de sudor recorrieron mi cara, casi estaba paralizado de terror. 

Sin esperar, corrí a por algo con lo que defenderme, específicamente la cocina y tomé lo primero que encontré para poder siquiera defenderme ya que no veía absolutamente nada de anda. Al parecer era un simple sartén, maldije cada vez que daba un paso hacía donde estaba una sombra sentada frente al fuego, intentando calentar sus manos. 

Me fui acercando cada vez más y pude observar mejor, era una mujer completamente tapada de pies a cabeza, era realmente aterrador. La mujer pareció percatarse de que me encontraba a unos metros con un sartén apuntándole.

-¿Quién diablos eres tú y que haces en mí casa?

Volteó a verme y pude ver mucho mejor su rostro, ya no era una mujer aterradora sino que era más bien Abby con los ojos inyectados en sangre... ¿Había estado llorando? ¿De que me perdí?

-¡Hey! No sabía que eras tú, me has dado un susto a lo grande. -Intenté aliviar el momento.

Sin pensarlo dos veces se levantó del suelo y corrió a mis brazos, la super arma entre mis manos cayó al suelo pesadamente, la rodee con mis brazos estrechándola más cerca de mi. Estaba congelada.

-¿Estás bien? -Intenté hablar con ella pero lloraba sin parar. -¿Abby? 

Despegó su cara de mi pecho para mirarme directamente a los ojos, con dolor. -Tenemos que hablar. 

Asentí mirándola a los ojos, sin apartar la mirada en ningún momento. -¿Está todo bien? 

Negó. -Nada está bien, necesito que vengas conmigo. 

¿De que hablaba? ¿Ir con ella? ¿Estaba loca? -¿Ir contigo? 

Asintió.

Fruncí el ceño. -¿A dónde?

-Prométeme que si te cuento no enloquecerás, por favor. -La tomé por los hombros alejándola de mí para poder verle mejor la cara. 

-¿Qué está pasando Abby? 

Un par de lágrimas se deslizaron por su rostro. -Es sobre Kelsey.

Y fue ahí cuando todas las barreras cayeron totalmente destruidas al maldito piso.



No me olvides (#2)Where stories live. Discover now