Capítulo 16: Brillantina

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-Prueba superada –escuché decir, agudicé el oído para ver de dónde provenía y así acabar con esto de un sola vez –Te felicito.

No lo podía creer. Venía de todos lados.

Contuve las ganas de gritar a quien sea que haya hecho esto que se revelara, que diera la cara; pero preferí morderme la lengua y apretar los dientes, preferí quedarme callada.

Ni debí hacerlo.

Seguí caminando mirando a mi alrededor por si aparecía alguna otra cosa, pero en varios metros no había nada, nada más que flores. Pensé que habría sido un lindo lugar si no estuviese yo ahí, intentando escapar.

Todo era muy hermoso, había un jardín alrededor del camino de tierra, con flores pequeñas ordenadas en patrones de colores; verde, amarillo, azul, violeta, rojo y blanco. También se podían divisar algunas mariposas revoloteando por encima de mí, las espanté. Como odio las mariposas.

En eso se me fue la concentración y no pude darme cuenta a tiempo del golpe en mi nunca; caí de cara al suelo, puse las palmas en él y volteé el cuello enojada para ver a mi atacante. No había nada, tan solo una pierda de tamaño mediano a mi lado. Bufé.

-Lo que me faltaba –me levanté de golpe y extendí los brazos -¿QUÉ QUIERES DE MÍ? –le grité al viento mientras éste me despeinaba el cabello con furia. Me di la vuelta frunciendo el ceño al notar como algo caía en mi cara; posé dos dedos debajo del ojo derecho y cuando los volví estaban llenos de escarcha. Volví la mirada.

Eso sí, venía de un punto en específico.

Caminé arrastrando los pies, ya cansada, como cuarenta metros ignorando el camino y con ello, aplastando las hermosas flores. Ya nada me importaba, mi único deseo era tener una vida normal; con Marianne, con Julian, con April, mi padre, mi hermana y Chloë.

Por cierto... ¿Dónde estará ella?

En poco tiempo llegué a mi destino, aunque no estaba segura de donde me encontraba. Frente a mí se cernía una estatua de un metro más que yo, era una niña (de aproximadamente cuatro años) sonriendo emocionada, agarrada de la mano de otra, un poco mayor, ésta tenía los ojos cerrados, la palma a la altura de su boca en forma recta y soplaba brillantina de arcoíris a borbotones, que se lo llevaba la fuerte brisa. Me cayó más de ese destellante material en el cabello y supe de inmediato que no se quitaría tan fácilmente.

Apresuré mi caminar hasta la niña mayor, de un momento a otro abrió los ojos haciéndome dar un respingo.

-Cristal Ladine –pronunció lentamente una voz aniñada, la brillantina dejó de volar –Ya llegaste.

-No, ¿En serio? –Dije y me arrepentí al instante, me sopló escarcha a los ojos –Only shit –restregué mis parpados intentando liberar la molestia mientras ella hablaba.

-Para pasar a la siguiente prueba tienes que resolver un acertijo –dejé las manos quietas, las adivinanzas se me hacían fáciles y lo sabía muy bien. –Es de la biblia –Ah, eso lo cambia todo, hace como tres años que no iba a misa.

-Bien... Adelante.

-"¿Cuál cantidad de animales de cada especie llevó Moisés en su arca?" –iba a responder automáticamente, pero pensé que no debería ser tan fácil si estaba encerrada en un mundo de fantasía que yo no creé.

¿Cuál cantidad de animales de cada especie llevó Moisés en su arca? La pregunta, no sé, tiene algo que no encaja, aunque no estoy segura de qué. Según mis estudios eran dos animales de cada especie, pero los llevó... Oh.

-Moisés no tenía arca. Era Noé –dije con absoluta seguridad. Las comisuras de sus labios se levantaron en una sonrisa sincera.

-Prueba superada –la niña menor se soltó de la otra y me miró contenta, extendió ambos brazos haciendo caer una cortina de virutas brillantes. Sonreí. Y ellas desaparecieron.

El paisaje cambió, ahora estaba lloviendo.

Las mariposas y los pájaros huyeron hacia algún lugar cubierto para protegerse, mientras tanto las flores parecía contenta de que al fin pudieran tomar algo de agua. La tierra se volvió barro a unos pasos de mí.

Pero no le tomé importancia, simplemente aspiré este olor tan típico que provoca la lluvia al caer.

Así que, viendo todo desde este punto, se me hizo la idea de quedarme ahí para siempre.

Eso es, me quedaré donde nadie pueda tocarme, donde el odio se haya ido de mi vocabulario, hasta que el frio cale mis huesos y el calor me perturbe la piel.

Me quedaré ahí.

Ya que como dicen... "Bendito sea el hombre que sufre tentaciones"

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Bueno... nada que decirles :v Gracias a todos °3°

Síndrome de AlexandríaWhere stories live. Discover now