Terminé por desistir con el tema de las clases y me dirigí al césped, el sitio en el que todos desaprovechábamos el tiempo, nuestro pequeño recreo eterno. Ahí estaban los de siempre: Zoe y Miguel, la parejita inseparable, no recordaba una época en la que no estuvieran juntos, felices y enamorados. También estaba Lucas, del que cariñosamente nos burlábamos por tener cientos de juegos en su habitación, que siempre traía al césped para que pasáramos el rato. Contaba con todos los juegos de mesa habidos y por haber, junto con sus respectivas expansiones, y también cientas de barajas de distintos tipos, estaba hecho un ludópata de los juegos anticuados. También les acompañaban tres chicos a los que no conocía muy bien, pues habían entablado amistad con mis amigos durante mi año de ausencia, pero parecían majos. Ah, y Víctor se encontraba con ellos.

-Hola chicos.-Acompañé el saludo con un gesto.

-Hey Samuel, ¿Qué tal llevas las clases?.-Preguntó Zoe, que se dignó a despegar los labios de los de su novio para saludarme.

-Bastante bien.-Respondí, e hice visera con la mano sobre mis ojos para cubrirme del tortuoso sol, que brillaba especialmente sobre el jardín aquella mañana.-En un mundo en el que bastante significa super, y bien significa mal.-Añadí, para hacer saber a mis amigos sobre mi estrepitoso fracaso.

-No seas idiota y ponte las pilas.-Dijo Miguel, que tenía el brazo sobre los hombros morenos de su novia. Para dar énfasis a su regañina, me tiró una botella de agua vacía, que esquivé con un único movimiento rebosante de exactitud y elegancia.

-Creo que todos sabemos que jamás aprobaré ahora que no tengo a mi profesor particular para ayudarme a hacerlo.-Hubo un silencio grupal, que Víctor interrumpió con un bufido de exasperación.

Lucas sacó de la mochila su juego de aquel día, una caja que incluía un enorme tablero y con un apocalipsis zombie como temática principal.-Venga Samuel, siéntate que vamos a repartir las fichas.-Negué con la cabeza y el dedo índice.

-Qué va, hoy tendréis que prescindir de mí para sobrevivir a..-miré el título del juego.-el ataque definitivo de los zombies del infierno.-Leí y tras ello sonreí a los presentes.-Me voy a las residencias.-Hice un gesto con la cabeza, señalando el edificio que se veía a lo lejos.

Hubo un eco general de sonidos de desaprobación, pero se despidieron de mí, casi al mismo tiempo. En cuestión de segundos quedó olvidado el dolor de mi partida, y escuché como empezaban a discutir por el color de la ficha que usarían en el juego. Emprendí camino hacia las residencias y escuché sus pasos atropellados detrás de mí. Víctor se colocó a mi lado casi sin aliento, y buscó mi mano para estrecharla con la suya. No habíamos hablado desde anoche, pero ya sospechaba que las cosas entre nosotros serían como siempre, y por algún motivo eso no terminaba de resultarme un alivio.

-Ya tardabas.-Dije, desprendiendo simpatía.

-Estaba dudando si seguirte o no, como no me has invitado a venir contigo..-Respondió, con un deje de recriminación cariñosa.

-Eso sería hacerle un feo a los demás.-Excusé sonriente, su mano estaba tan pegajosa en un día tan caluroso que incluso resbalaba. Le solté con la excusa de quitarme la chaqueta y quedar en manga corta, pero después no volví a coger su mano.

-Ah vale, por cierto, si te va tan mal con las clases.. puedo intentar ayudarte.-Ofreció. Su cabello rubio presentaba destellos dorados bajo la luz del sol.

Me jacté de su ofrecimiento con una risa nada malintencionada.-Pero si tú siempre has sido incluso peor que yo, y mira que eso ya es difícil.-Le recordé con sinceridad.

Él me miró mal. Últimamente Víctor tenía un orgullo tan fácil de herir que no sabía como tratar con él. Estaba irascible y tenía cambios de humor. Dijera lo que dijera, parecía conseguir enfadarle, pero luego era él quien constantemente volvía a mí.-Has estado fuera un tiempo, quizá he mejorado y no lo sabes.-Respondió con convicción.

Fantasmas lejanos - Fic WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora