Capítulo 19: La batalla final.

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Zeus levantó su rayo y exclamó un grito. Desde ahí todo comenzó. Todos corrían en dirección a los Titanes. Ellos de una vez comenzaron a pelear, pero a unos no les fue tan bien como a otros.

Géminis soltó un aullido y encogió las piernas hacia el pecho, de modo que el titán que lo sujetaba tuvo que mantenerlo en el aire unos instantes. Luego el hombre soltó a Géminis que cayó al suelo mientras se retorcía y chillaba de dolor.

De pronto, la bestia horripilante trepó los pilares, levantando un viento hediondo. Subió en el aire, y luego se precipitó sobre Cáncer, atacándolo con su pecho y las garras abiertas.

A Tauro ver esto descargó un golpe rápido, hábil y mortal. Y cuando la espada cortó el cuello extendido, la cabeza cayó como una piedra y la mole del cuerpo se desplomó con las garras abiertas. —Cáncer, despierta Cáncer.— gritaba la taurina impaciente al ver que su amigo no despertaba.

Virgo aparece detrás de ella diciéndole que todo estaría bien entorno a Cáncer. Al oír eso Tauro siguió peleando con más titanes. Por otro lado Géminis no se encontraba del todo bien al tener un dolor terrible en su estómago, sus órganos pueden estar en peligro.

—¡Seguidme los que podáis! ¡Los demás están en peligro! —Y sin esperar respuesta de sus elegidos, salió del grupo y se abrió paso a espadazos entre los titanes, Zeus. Embestía con tal ferocidad que, una vez que derribó a dos guerreros enemigos, el resto se hizo atrás.

Escorpio tenía gotas de salpicaduras por el rostro y alguien le había herido en un brazo, pero seguía firme, avanzando en dirección al enemigo. No se veía a los demás, sino sólo un montón de titanes en círculo asestando golpes. Escorpio presentía lo peor. El resto de los que le acompañaban había comprendido lo que ocurría y parecía haberse contagiado del mismo espíritu de rabia que empujaba a Escorpio.

Libra combatía rodeado de enemigos. Eran decenas de titanes los que se habían lanzado contra ellos. A lo lejos parecían oírse los bramidos salvajes y desoladores de los heridos, pero parecían no llegar nunca. En ese momento sintió la primera herida, profunda, en el costado. Un sesgo que lo hizo doblarse. A su lado cayó Aries. Escuchó la voz del resto.

—¡Han herido a Libra y a Aries! ¡Han herido a Li...!

Acuario no pudo terminar ya que había desaparecido. Lo que vino a continuación fue una de las escenas más insólitas que a contemplado Sagitario en toda su vida. Este desapareció a buscarla. Dejando solo a Escorpio peleando hasta el final.

Por otro lado, se encontraban a Capricornio y Leo escoltando a Piscis. No tenía miedo, ella estaba decidida de lo que iba a hacer. Mientras los dioses y sus amigos peleaban ella pensaba hacer otra cosa. Siente que con tan sólo soñar muchas veces con él lo conoce de toda la vida. Cree que lo hará razonar.

— Piscis, ¿estás segura de esto?—le preguntó Leo a su amiga. — Sí, estoy segura. —Bueno, está es la hora. Si quieres pasamos primero y luego tu.— dijo Capricornio señalando la gran puerta de color dorado que resplandecía las luces.

Tal vez era el lugar donde se encontraba Ofiuco, era el único lugar no destruido. Era muy lógica.

Cuando se adentraban dentro del lugar que parecía un templo, los chicos se encontraron a Sagitario. —¿Qué haces aquí?— Capricornio le pregunto a Sagitario que este se veía enojado. Todavía no encontraba a Acuario cosa que le preocupaba.

—Estoy buscando a Acuario, uno de los Titanes se la llevo.— dijo a lo que Piscis, se miro preocupada. Le preocupaba la vida de Acuario, una de las personas que no se dio por vencida y siguió creyendo en el objetivo principal: siempre estar juntos.

A lo lejos de una puerta se escuchaban voces, los signos se apresuraron a entrar donde vieron lo peor. ¿Eso era Ofiuco? Un anciano estaba al frente de una gran tumba de 30 metros. Arriba de este se encontraba colgada Acuario.

—Hasta que al fin llegaron, signos. Les doy la bienvenida al sacrificio para revivir al gran maestro, el Dios de los Dioses, el gran señor: Cronos.

Ustedes no saben en realidad lo que se les aproxima. Ya saben, todo hubiera sido más fácil si me hubieran dado desde un principio el vellocino de oro, pero son iguales de testarudos que el viejo de Zeus.

—¡Acuario!—gritaba Sagitario al ver el cuerpo de esta amarrado a unas sogas, Leo lo detuvo antes de que hiciera una locura.

—Ya es hora que se den por vencidos, son cuatro contra toda mi tropa y cuando Cronos viva, seré invencible.

Los signos no sabían qué hacer, Piscis se rehusaba a hacer razonar con el, se dio cuenta de que era caso perdido; sin embargo, no todo estaba perdido.

Hermes el causante de todo esto dio la iniciativa de luchar con el corazón y lo logro. Todos se dirigían al templo donde se encontraban los demás, dispuestos a luchar.

Virgo era la única que se quedo afuera curando a los suyos. Al abrir la puerta del templo estaban los Dioses listos para pelear y comenzó la guerra...

Tal vez fue ese momento en el que Piscis se dio cuenta de que todo lo que sucedía, solamente era un producto de su imaginación... otro sueño más...

—¡Piscis!¡Piscis! ¡Despierta!— Géminis sacudía a Piscis quien dormía plácidamente en su sofá.

—Ehh...¿Qué paso?—dijo agitada. — Lo que paso es que te volviste a quedar dormida, ¿qué soñabas? Estás sudando.— dijo tocándole su frente.

— Da igual, los demás te estamos esperando en la cafetería, acuérdate hoy es la boda.

¿La boda? ¡La boda! Es verdad. Cuando Piscis se dio cuenta de que su sueño sólo fue un recuerdo de lo que había sucedido hace más de un año se calmo un poco.

Solo pensar de que casi pierde a una de sus mejores amigas actualmente o mejor dicho que casi pierde a todos sus mejores amigos ese día. Solo de imaginarlo otra vez se le erizan los pelos.

Al bajar las escaleras de la mansión, se encuentra con Virgo y Cáncer que demostraban su amor. En la sala de estar estaban Libra, Aries, Acuario y Sagitario bailando al ritmo de la música.

En la mesa de bocadillos estaban Tauro y Leo, por alguna extraña razón Leo le daba los bocadillos en la boca a Tauro. Los roles de esclavo habían cambiado.

Piscis camino hacía donde estaba Géminis y Escorpio en la barra. —Cálmate Escorpio, todo saldrá bien.— dijo Géminis calmando a su amigo ya que hoy era un gran día para él. Escorpio sólo negaba, estaba demasiado nervioso.

Por otra parte se encontraba Capricornio mirándose en el espejo con su vestido blanco. Ese era su día, después de un año se casaría con Escorpio, el chico que conoció gracias a los Dioses.

Solo faltaba abrir la puerta y esperar lo que el futuro le tenía.

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