Me había Enamorado

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Siento que me llamas de allá donde estés, pero ya me niego a escucharte. Si tanto me amabas, entenderás que soy feliz. Entenderás que el dolor cambia a las personas y las impulsa a algo nuevo. Simplemente entenderás, allá donde estés. Y no quiero llorar, lucho por levantarme, comer y caminar. Respiro, a diferencia de ti, y por eso soy diferente a ti. Por eso debo seguir en pie y luchar, enamorarme, saltar, reír y volver a llorar.

Me miro más seguido en el espejo, empiezo a encontrarme cómoda conmigo misma. A veces lloro mientras que otras sonrío a mi reflejo.

No me puedo creer que hayas muerto. No me puedo creer que acabe de estar en tu funeral y no me puedo creer que te haya enterrado. Deseo morir. Busco algo punzante. Me cuesta respirar, corro por mi casa buscando algo con lo que me pueda infringir dolor. He puesto todo patas arriba, no encuentro mi cúter. Debo cortarme. Vuelvo a buscar. Me desespero. Lo encuentro. Me encierro en el baño y rezo por que el dolor se extinga.

Quedo con aquel chico. Han pasado varios meses desde su muerte. Lloro menos. Ese chico, llamado Erik, ha estado aquí, conmigo. Se ha convertido en mi amigo, en mi cama y en mi refugio. Todavía siento culpa cuando le veo, pero confió en que me merezco superar el dolor y encontrar la felicidad. Tengo miedo de hacerme dependiente de él, quiero ser independiente. Varias veces se presenta en mi casa con el pretexto de cuidarme y temo enamorarme de Erik. De su sonrisa. Temo que, si me enamoro de Erik, él desaparezca.

Hoy he salido a pasear. Ya me he quitado el vendaje de la oreja y deseo mostrar al mundo la obra de arte que está en mi piel.

Mis amigas han vuelto de su viaje, las echaba tanto de menos. Lloran conmigo, se disculpan y vuelven a llorar. Dicen que sienten no haber estado conmigo en este momento. Nunca las culpe y me encargue de dejarles claro que la culpa no es de nadie.

Mi madre me ha traído a la tienda y me pide que escoja un borrador. Al entrar me he quedado prendada de uno.

Cereales y leche. En eso se basa mi desayuno. Mi rutina no varía mucho desde que empecé a trabajar. Desayuno, camino hasta la sede, trabajo y vuelvo a casa.

He escogido el atrapa sueños. Esta noche tuve una pesadilla en la que Erik moría. No pude soportar tanto dolor. Recuerdo que en el sueño, Erik era atropellado por un motorista y que quedaba en coma. La gente me gritaba que era mi culpa y que todo aquel que se me acercaba iba a morir. Desperté llorando y temblando. Tenía miedo, no sería capaz de perderle a él. A la tarde vino a visitarme. En cuanto lo vi, me derrumbe. Corrí hacia él y lo abrace muy fuerte, lloraba mucho. No podía parar de llorar. Que haría yo sin esos abrazos que eran mi refugio y sin esa sonrisa que era la pintura que coloreaba mi realidad. Entonces, me di cuenta. Me había enamorado otra vez.

NOTA: recordar que cada párrafo es un día y que los días no están en orden cronológico.

AdiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora