Capítulo 2.

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—Está bien, sígueme, y estáte quieta. —Manda la supervisora que se encuentra delante de mí para guiarme hasta la que será mi nueva celda. —Tendrás que compartir habitación, aquí las cosas funcionan así. 

—De acuerdo —Musito desganada intentando no ser más borde de lo debido.

—Aquí es —Señala el cuarto, no tan pequeño como me imaginaba. —Le explico, aquí las comidas se sirven cuando la campana suene una vez. Cuando suene dos veces significa que tienen sus momentos libres, por lo general, el recreo; y la vez que toque tres veces es porque deben de salir de sus celdas para la revisión. —Asiento repetidas veces para captar su atención —Nada más que decir, a excepto de que, debe de tener cuidado, aquí la gente no es... Muy amistosa que digamos.

Entro en el calabozo que tengo como habitación. A saber quién me tocará cómo compañera. Miro perpleja todas las características de esta. Morena, alta, desarreglada, con el pelo rizado y largo, y para que negarlo, es guapísima.

—Tú debes de ser Laura, ¿me equivoco? —Curiosea ella analizándome de arriba a abajo.

—No, no te equivocas. —Sonrío sutil pero al ver que ella no repite el mismo gesto, dejo de hacerlo. —¿Y tú eres...?

—Danielle, Danielle Abadie.

—Así que francesa, ¿no? —Asiente sin dejar de mirarme intimidándome. —Sorprendente.

—Tan sólo por parte de madre, mi padre es más español que la paella, al igual que yo. —Y por una vez, veo como su sonrisa aparece en su rostro, haciendo que haga lo mismo que ella.

—¡Con que eres de España! Pensaba que tendría que hablar todo el maldito rato en inglés con lo que odio ese idioma. —Gruño provocando una extraña risa proveniente de ella. —No eres tan arisca como parecías hace unos minutos.

—Por lo general lo soy, pero bueno, digamos que me has caído bien. —Musita orgullosa de su forma de ser.

Tras las risas que ambas formamos, dos campanadas se oyen en el altavoz que se encuentra a las afueras de la celda, lo que significa que tenemos tiempo libre.

—Venga, vamos, te voy a enseñar esto. Hay mucho que tienes que saber —Agarra fuertemente mi mano y me dirige a una gran sala dónde se encuentran diferentes tipos de personas, vaya, con que esto si que es una gran prisión, no voy a negarlo. —¿Te parece bien que nos sentemos ahí? —Asiento debido a mi falta de experiencia en este lugar. —Bueno, te voy a explicar un par de cosas de este sitio, para que estés bien informada. Aquí, por lo general, la mayoría no superamos los veinticinco años, pero por supuesto, hay excepciones. Al igual que, también la mayoría, hablamos castellano, y créeme cuando te digo, que aquí es donde se encuentran la mayor parte de los Españoles detenidos en Estados Unidos. —Miro a mi alrededor, y efectivamente, la mayoría se encuentran hablando su lengua natal, y muchos de esos casos, es el castellano. —¿Ves a ese grupo de ahí? —Señala con su dedo a unos cinco chicos sentados en una mesa y junto a ellos dos chicas que no deben de superar los diecinueve. —Como sabrás todas las prisiones tienen a su gente respetada, esa que ni se te ocurre hablar con ellos, que tienen contactos y te pueden hacer sufrir, ¿entiendes verdad? —Asiento, y antes de que siga diciendo nada más, me desabrocho la parte de arriba de este  –asqueroso– mono naranja, ya sabéis, el típico, y saco las mangas de mis brazos para atármelo a mis caderas, dejando una camiseta blanca de tirantes debajo. —Pues, en resumidas cuentas, son ellos.

—Así que, los típicos chulos prepotentes, está bien, —murmuro apreciando las vistas que tengo de ellos. —¿algo más?

—No, por ahora. —Susurra mordiendo su labio inferior, y a pesar de lo poco que la conozco, aprecio que está nerviosa.

—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? —Asiente confundida ante mis palabras. —¿Sabes por un casual quién es Elliot Rowling? 

—Es uno de los que te acabo de decir, ¿por qué lo preguntas? —Cuestiona sin saber nada de lo que acabo de decir. Oh, ahora lo verás.

Me levanto de la mesa y me dirijo hacia donde se encuentra el chico nombrado por Danielle. Camino decidida hasta allí, con un paso firme y constante, y una vez que llego, posiciono mis brazos en mi cintura, y ellos se quedan confusos al verme.

—¿Quién de todos vosotros es Elliot Rowling? —Pregunto decisa ante mis palabras.

—Yo soy Elliot, ¿y tú quién coño eres y qué haces aquí? —Se levanta de su mesa intentando intimidarme, oh, no lo conseguirás.

—Jimmy. Jimmy Gomez me envía.


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N/A: ¡POR FIIIIN!

Sé que he tardado, y lo siento, pero he estado un poco mal estos días y no tenía ánimo para escribir.

Así que, por favor os pido, si yo intento no hacer un cliché de novelas, vosotras no solo pongáis "sigue" en los comentarios, hacéis que me deprima :(





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