La venta, fallida, de libros.

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El verano siempre había sido la época favorita de Marlene, el sol daba un aspecto más saludable a su piel blanquecina y sus ojos melados, cambiaban según el día que hiciese. En varias ocasiones envidiaba los ojos marrones de Alice, o los verdes de Lily, ya que aquel color tan cambiante, le había traído problemas en la escuela.

Ninguna tenía el carnet muggle para conducir por aquellas calles, pero el tío de Mary, trabajador del Ministerio de Magia, les había conseguido a las cuatro una licencia que valdría para el propósito que habían estado planeando todo el año y el anterior. Hacía dos Septiembre que había nacido aquella idea. Lily les había hablado y enseñado las imágenes de aquel mercado de libros, y automáticamente en la cabeza de la rubia y la pelirroja, había empezado a surgir la idea de vender todos los libros muggles que habían ido acumulando en aquellos años de escuela. Ya fuesen regalos o comprados por placer, aunque la mayoría venían de la mano de la abuela de Lily. La anciana no sabía de la condición de su nieta ni de sus amigas, pero en cada verano que habían ido a visitar a la pelirroja, se habían llegado también a casa de la anciana, y tras ver esa magnifica habitación, que tanto esfuerzo y lecturas, le había costado llenar. Esta empezó a repartir los libros a las jóvenes, que se los iban bebiendo como si no hubiese mañana alguno, y también aquellas lechuzas que los padres de Lily enviaban con los paquetes de regalos de los cumpleaños, navidades, pascuas o simplemente porque la anciana quería regalarles algún ejemplar de su biblioteca. Todas habían coincidido en una sola cosa, necesitarían dos vidas para leerse todos aquellos libros muggles que les habían sido regalados.

Alice, al sacarle un año a las demás, era la que iba al volante de aquella camioneta hippie que Marlene había considerado lo más "cuqui" del mundo muggle y mágico juntos, aún sabiendo la situación en la que estaban sumergidas y echando un ojo a la mano de su mejor amiga, y ver relucir allí el anillo de compromiso de James, estuvo segura de que aquella camioneta, era lo mejor para volver a ser las mismas chicas que en la escuela. Las cuatro chicas iban escuchando a Lily reírse en el asiento trasero, junto con Mary, sobre Cumbres borrascosas, criticando todo aquello que a Mary le encantaba, y esta había acabado por sentarse en el regazo de Marlene, en el asiento del copiloto.

- Que mal te sienta estar comprometida, pelirroja.

Escupió esta antes de girar bruscamente el rostro hacia la carretera y hacer estallar en carcajadas a las demás. Al final, cuando la ciudad de Oxford apareció en la lejanía, y ellas se bajaron de la camioneta Hippie, y Lily le hubo pedido disculpas a Mary, por hacerla enojar, pero que no cambiaba su opinión sobre ese libro, abrieron el maletero para comenzar la venta.

- ¡Lily! Orgullo y prejuicio, ¡Una primera edición!

Marlene, que se había adelantado para ver a que precios poner los libros, apareció como veloz como el viento para arrastrar a Lily lejos de las demás, con un monedero plagado de libras y una camioneta que iba a irse más llena de lo que realmente había venido. Las calles de Oxford, ahogaron las voces de Marlene y Lily que iban discutiendo a voz en grito, que quien llegase primero, sería la merecedora de quedarse con D.

Marlene Mckinnon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora