03 - El comienzo.

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Todos los Signos guardaron silencio. Estaban demasiado impactados para hablar. ¿Tenían poderes y un equipamiento especial capaz de derrotar a un Ettin y su ejército? Definitivamente eso era mucho que asimilar en poco tiempo.

Aries comenzaba a sentirse mareada. ¿Qué era lo que estaba hablando por ella? ¿Y porqué no podía controlarlo?

— Signos, yo os dirigiré hasta el campo de entrenamiento. Por favor, seguidme. — Aries comenzó a caminar hacia la única puerta de la enorme sala pero nadie la acompañó.

— ¡Vamos, será divertido! — Dijo Sagitario a los demás Signos. Ella quería que se unieran a Aries pero como no lo hicieron, sólo se levantó ella sola. — Bueno, más aventura para nosotras dos. — Dijo y se fue hacia la puerta junto a su amiga.

Los demás Signos estaban sentados con la miradas acusadoras de Aries y Sagitario clavadas. Todos pensaron que su planeta dependía de ellos para salvarse y, todos a la vez, se levantaron para seguir a Aries.

Aries caminaba decidida por los pasillos del palacio aunque en realidad no tenía ni idea de dónde se estaba dirigiendo, ella sólo obedecía los movimientos de sus piernas que alguien o algo le mandaba hacer. Los demás Signos no parecían saber que ella no sabía lo que hacía aunque Leo la miraba extrañado, algo no le cuadraba.

Una vez fuera, Aries cayó al suelo. Las piernas habían dejado de funcionar solas sin advertencia y volvían a ser suyas. Cáncer le ayudó a recomponerse con preocupación, a ella no le gustaba que nadie se hiciera daño.

— ¡Espere señorita Aries! — Dijo el fauno corriendo para alcanzarlos. Aries se giró aún estando un poco descompuesta.

— El gran Oráculo le pide perdón por controlar su cuerpo de esa manera, pero era la única forma de transmitirles el plan. — Aries entendió todo pero los demás no. ¿Aries había sido controlada? ¿Cómo?

— No pasa nada, estoy bien. — Dijo Aries sonriendo. — Pero ahora ya no estoy en su control y no tengo ni idea de cómo llegar hasta el campo de entrenamiento.

— A eso me manda también el gran Oráculo. Tenga este mapa, el campo de entrenamiento está marcado. — Y sin decir nada más, el fauno volvió a adentrarse en el palacio.

— Muy bien, muy heroico y todo lo que tú quieras, pero ¿cómo vamos a llegar allí? Porque no tenemos ningún medio de transporte. — Dijo Virgo, observadora como siempre lo había sido.

— Te equivocas, mira hacia allí. — Le dijo Sagitario señalando con el dedo una furgoneta un poco demacrada por el gasto de los años.

— ¿Iremos en eso? — Dijo Leo asqueado. Esa furgoneta era demasiado vulgar para llevarlo a él.

— ¿Algún problema? — Dijo Aries ya un poco enfadada. Los egos de Leo y de Virgo no eran algo fácil de soportar. Al ver que ninguno de los dos contestó, volvió a hablar. — ¿Alguno de vosotros sabe conducir?

Los Signos se miraban entre ellos como si quisieran que alguien levantase la mano, y alguien lo hizo.

— Yo. — Dijo cortante Capricornio. Le parecía increíble que ninguno de los demás supiera conducir, en ese caso, eran un poco inútiles.

— Perfecto. Tú irás al volante y yo iré de copiloto para darte las indicaciones. Los demás iréis atrás y no quiero ninguna disputa. ¿Entendido? — Todos los Signos asintieron menos Escorpio y Capricornio, ellos sólo rodaron los ojos. — En marcha.

La travesía de Aries.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu