Capítulo 2: "Dylan Thomas es mi novio."*

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Primero: Juré solemnemente en matarla, de nuevo.

Segundo: Maldije hasta por los cielos.

Tercero: Rompí nuestra pulsera de mejores amigas para siempre.

Cuarto: Tuve un ataque de rabia mientras rompía las fotos que yo había revelado y puesto en mi álbum de fotos.

Quinto y último: La bloqueé en Facebook y dejé de seguirla en Instagram y Twitter.

La muy maldita, ¡me traicionó! Que confíes en ella con tu vida y que luego, te apuñale en la espalda no tiene precio. ¡Me traicionó! Mi mejor amiga-ex-mejor amiga-¡me traicionó! La muy zorra me traicionó.

Calma, Sasha. Llevas desde el día de ayer con la palabra traición en tu mente.

-Tienes suerte Marie; no encontré el pote de pastillas, así que te traje la medicina de Sammy. -dice entrando por la puerta de mi cuarto, en manos de un pote con un líquido violeta y una cuchara. -Te tendrás que tomar tres cucharadas, ya que eres adolescente, y esta medicina de niño es hasta los doce años. -explica, sentándose en mi cama, mirándome fijamente. -Toma, mi bebé.

Ay, mi madre...

Para ser honesta, detesto tomarme las pastillas, no tengo ni idea porque o cual fue mi experiencia traumática de la infancia la que me hizo odiar las pastillas, pero es que, no puedo tragarlas. Mi queridísima madre me contó que cuando era chiquita, era traviesa, era un Gremlin y que cuando me tomaba las pastillas, me inducía el vomito para no tragarlas. Esa mujer si está loca. Yo no soy ni era capaz de hacer algo así...¿o sí?

(...)

¡Al fin! Mi queridísima madre se fue de mi cuarto y me dejó sola para que así descansara, pero yo, Sasha Jenkins, me voy a la escuela para enfrentarme cara a cara con la Jean.

Mi plan era tirarme desde la ventana del segundo piso, pero como soy humana y floja, taché esa opción porque si me tiro desde el segundo piso, voy a caer como una plasta de mierda. Y yo no quiero terminar así...

Así que opté por mi segunda opción; mi plan B. Es simple: salir por la puerta principal, sin ser detectada
por mi madre y mi hermano pequeño, Sammy.

Mientras voy bajando por la escalera, escucho como mi madre está cantando al ritmo de la música de Chayanne. No me tengo que preocupar por ella, porque seguirá con su amante.

-¡Sasha!-grita mi hermano, quien apareció al final de la escalera. Termino de dar los últimos escalones y lo miro. -Sé supone que estés durmiendo. -dice, poniendo ambas manos en su cadera, en forma de autoridad.

-Mira, enano, sé supones que tú estés en la escuela, pero le dijisteis a mami que te sentías súper mal.-le digo, doblándome para llegar a su altura.

Tiene siete años y se cree el rey de la casa, que no se crea, que yo sé que aún se mea en la cama.

-Si, ¿y? Pero tú estás enferma. -dice. -Si mamá se entera que estás fuera de tu cuarto, te dará con la chancleta.

-Al que le tienen que dar con la chancleta es a ti.-lo señalo y fingo una sonrisa muy hipócrita. -Ya mami no me da con la chancleta, solo me castiga quitándome el celular.

Sammy se cruza de brazos y pone la trompa. -Pues, te quitará el celular.

-A mí no me importa mi celular. -Mentira. El celular es mi vida. No puedo vivir sin el, pero como soy una tonta, digo todo lo que se me viene a la mente.

-Voy a gritarle a mamá.-dice furioso.

Jodia. -Eh, creo que eso no es lo correcto, campeón. -trato de suavizar la conversación. -¿Qué quieres?

Su expresión se tornó en un sonrisa, como si la Navidad llegó antes de tiempo.

-Quiero...cincuenta dólares.-dice, con una sonrisa de lado a lado.

-¿Qué?

-Cincuenta dólares.-repite.

¿Qué se cree él? ¿Que el dinero crece de los arboles? Ni yo tengo cincuenta dólares. Mi madre siempre me da veinticinco dólares a la semana, y aveces me da un poco más para la escuela.

Suelto un suspiro. -¿Por casualidad de la vida no quieres otra cosa? ¿Tal vez un dulce?

-No. Quiero cincuenta dólares...-demanda, aún con esa sonrisa que me está dando miedo.

-Bueno...-chequeo el bolsillo de mi pantalón y noto un papel arrugado. Lo saco y me doy cuenta que son cincuenta dólares, pero falso. (del juego de Monopoly) Me pregunto: ¿Cómo llegó este dinero en mi bolsillo?

Lo miro y se lo doy en la mano.-Aquí tienes. -le digo sonriente. El mira el dólar y sonríe.

-¡Gracias, Sasha! Ahora podré comprarme el videojuego de pistola. -dice, literalmente brincando en un pie hacia la sala.

Pendejo.

***

Trato de escribir una historia con tono serio, pero no puedo, se me sale lo chistosa. 😂😂😂😂😂😂

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Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora