-Ya déjalo, puedes ir a sentarte-Vi al chico de cabello rubio que me miraba agotado y asintió caminando con el resto de sus compañeros.

Un chico más alto, hizo lo mismo que el anterior, con la gran diferencia que este si tenía la seguridad de golpear sin estar temblando constantemente.

Sonreí viéndole, esto era lo que necesita ver. No un pequeño niño asustado con ganas de correr.

Cuando las clases habían concluido, ya era lo suficientemente tarde. Quite los vendajes de mis manos, viendo un par de magulladuras de la semana pasada. Suspire bajo, moviendo mis dedos y caminé hasta los vestidores para quitarme la ropa de entrenamiento y cambiarme por una limpia.

Salí del lugar caminando tranquilamente y me monte en mi coche, no quería llegar pronto a casa, quería comer algo primero, así que solamente me deje ir por las oscuras calles.

Estacione el auto al frente de una cafetería que me resultaba llamativa.

Entré al lugar, era bastante moderno y espacioso. Fijé mis ojos en la castaña de cabello corto que me resultaba conocida, sonreí yendo hasta una mesa que estaba vacía y esperé allí a que vinieran a ver mi pedido.

Una chica de cabello negro y largo se acercó a mí, viéndome cansada.

-¿Puedo tomar tu pedido?

Preguntó moviendo insistentemente una bola peluda de color rosa que colgaba de su lapicero.

-Quiero que la chica de allá me atienda-señalé a la castaña que recibía el dinero de un pelirrojo.

-No creo que sea posible eso, ella no es mesera.

Negó despacio volviendo su vista hacia mí y me sonrió disculpándose.

-No me importa si no lo es, quiero que lo haga ella. No creo que quieras que llame a tu jefe.

Me estaba comportando como un hijo de puta pero necesitaba de alguna manera que la pequeña castaña me viera aquí y además porque me encanta sacarla de sus casillas.

Soltó un suspiro tembloroso y asintió dejando salir de sus labios un "Hablaré con ella".

Se encaminó hasta la castaña y le habló apuntando hasta la mesa en donde yo me encontraba, la chica que ya conocía me vio frunciendo el ceño, más que molesta por mi petición pero yo le sonreí divertido por su expresión. Que encantadora.

Caminó hasta mi lado y me vio furiosa, tanto que lo disfrute.

-¿Qué quieres Drew? -Preguntó enojada, sabía que no se refería a que quería beber o comer, sino simplemente por qué quería que ella me atendiera, si ya la otra chica se había acercado a mí, con la intención de llevarse mi pedido.

-¿Esa es la forma en la cuál atiendes a tus clientes, cariño?

-No me llames cariño y no pienso discutir contigo.

-Podría llamarte de mil maneras.

-¿Cuál es tú problema?

-Contigo, ninguno, quizás me encanta hacerte enojar. Te ves adorable.

Vi como intentaba callar cualquier improperio que pensaba lanzar y se mantuvo callada.

-Entonces... ¿Me atenderás?

Alcé una ceja viéndole, soltó un suspiro sacando de su pequeño delantal una libreta con un simple lápiz.

-¿Qué vas a querer?

Preguntó más amable y miré fijamente sus ojos verdosos, eran tan dulces e inocentes, y eso definitivamente me encantaba.

-Quiero dos cosas, primero un café y algo para comer... Y segundo voy esperarte a que salgas del trabajo para irnos juntos.

Me vio extrañada por mis sugerencias.

-¿Por qué quieres que vaya contigo? No me soportas, Drew.

-Porque ya que me has atendido, siendo que tú no eres una mesera, entonces me gustaría llevarte, Halle. Además no me molesta esperarte, vivimos en el mismo edificio.

-Vale, mi turno termina en media hora. Sólo dime que vas a querer.

Miré algo que me apeteciera y ella lo anotó rápidamente como queriendo alejarse de mi lado.

-De acuerdo.

No pasaron muchos minutos para ver mi apetitosa comida en conjunto con el humeante y negro café.
Comí saboreando el resto de dulce que quedo en mis labios.

Vi como Halle le sonreía a las personas que se acercaban a la caja a pagar, era tan amable con todos que lo odiaba, realmente lo odiaba.

Terminé de beber mi café y caminé hasta donde se encontraba la chica que me mantenía entretenido, pagué lo que debía y ella terminó su turno para luego salir conmigo de la tienda.

Su cuerpo se estremeció al sentir en su piel el frío abrazador que la envolvió y quité mi chaqueta de mi cuerpo, deslizándolo hasta el de ella. Me vio sorprendida pero su expresión cambio automáticamente y me sonrió de la misma forma en la cual les sonreía a las personas que había atendido en la cafetería y entonces me sentí satisfecho.

-Gracias.

Susurró abrazando su tembloroso y pequeño cuerpo, alejando de su piel el aire frío del ambiente.

-La necesitas más que yo.

¿Qué les parece la historia hasta el momento? Me gustaría saber sus opiniones y gracias por todo ♡

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