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— ¡Apresura te Amelía, llegaremos tarde!

— ¡Espera me, no soy tan rápida como tu! — Grito ella mientras trataba de alcanzar el paso, él era demasiado rápido como para que lo alcanzara aun si corría. En medio de toda la agitación había soltado el abombado vestido, y este se enredo en sus; haciéndola tropezar y caer al suelo. Provocando un golpe en seco contra las calle forradas con piedra.

«Estúpido vestido.» — Fueron las palabras que surcaron la mente de la joven mientras se levantaba, miro el susodicho vestido y noto como este estaba ahora manchado por tierra y un poco de barró. Se cruzo de brazos y miro al suelo con enojo, ahora estaba sucia, ella odiaba la suciedad. Levanto la vista cuando escucho la risa de su compañero al frente.

— Te dije que corrieras no que te lanzaras al suelo — Dijo él, mientras secaba un par de lágrimas que habían escapado a causa de la risa. Ella bufo y su cara se coloco en un rojo intenso, también odiaba que él se burlara de ella y lo que le ocurría.

— ¡Es tú culpa! No debías apresurar me, ¡sabes que no soy tan rápida como tú! — Exclamo, mientras caminaba molesta hacia el gran palacio que se encontraba a unos cuantos metros. Él la alcanzo sin ningún problema y la miro de forma burlona mientras caminaba, volteo aun molesta a ver como su compañero la miraba. — ¡¿Qué?!

— ¡Ay no te molestes Amelía! Solo fue una pequeña risa, es todo, no te enojes — La nombrada lo miro durante unos segundos y luego embozo una sonrisa, era difícil estar molesta durante mucho tiempo con él.

(...)

— ¿Donde estaban? — Exclamó el rey, mientras se levantaba del trono de forma abrupta y los miraba con severidad. Ambos crios se encogieron en su lugar ante su tono de voz. — ¿¡Saben lo preocupado que estaba?!

—  P-perdón, nosotros no queríamos...

— ¡He tenido suficiente con sus escapadas del palacio Amelia!— Dijo mientras caminaba de una lado a otro cerca del trono, paró en seco y miró directamente a los ojos de su hija. Pronto se acercó hasta quedar al frente de ella, el joven por su parte solo observaba con molestia dicha escena, incapaz de poder hacer algo.— Desde ahora no saldrás del castillo, bajo ninguna circunstancia 

— P-pero padre, nosotros solo- — Amelia intentó excusarse pero fue interrumpida por una bofetada por parte de su padre, provocando que un silencio sepulcral invadiera el gran salón y que Sonic se sobresalta se en su lugar.

— No te atrevas a replicar de nuevo — Siseo con tono de advertencia, en frente del rostro de la pequeña, quien miraba a la nada mientras sus lágrimas y sollozos empezaban a salir. — Ve a tu habitación, no saldrás hasta que lo ordene.

El rey se dio vuelta para volver a sentarse en su trono cuando ella habló de nuevo con la voz entrecortada.

— ¡Mamá nunca hubiera hecho esto! ¡Eres despreciable! — Grito en su lugar, con las mejilla empapadas en lágrimas, el rey se giró bruscamente en dirección a su hija para darle otra bofetada por su insolencia pero esta ya se había ido corriendo fuera del salón, dejándolo a él y a su sobrino aún aturdidos.

— ¿Realmente cree que hizo lo correcto, tío? — Preguntó el ojos verdes mientras lo observaba con una expresión fría y dura. El rey abrió la boca para decir una respuesta pero las palabras no abandonaba sus labios, lo intentó dos veces más, nada. — Eso creí, si me disculpa debo irme. Feliz día su majestad.

El ojos verdes hizo una pequeña reverencia y abandonó la sala con gran rapidez en busca de la pelo rosa. Subió por las enormes escaleras de mármol y subió hasta el piso más alto; en donde se encontraba la habitación de Amelia.

Tocó con sus nudillos la puerta de madera oscura, y al no obtener respuesta entró. Encontrándose con la imagen de un pequeño bulto teniendo leves espasmos debajo de las sabanas. Camino hasta la gran cama con múltiples cojines y se sentó en el borde de esta, justo al lado del cuerpo de la pequeña.

Dejó escapar un suspiro entre los sollozos de Amelía y tomo la esquina de la sabana de seda, levantándola, dejando a la vista el rostro rojo por las lágrimas de la ojos jades. Acaricio con suavidad el lugar en donde había recibido la bofetada y comenzó a sisear, haciendo que poco a poco los sollados fueran disminuyendo.

Paso varios minutos repitiendo esa acción hasta que solo se escuchaban sus siseos, miro hacia el rostro de Amelía y noto como su rostro mostraba serenidad total, su respiración ahora era pausada y profunda.

Se había dormido.

Acerco su rostro al de ella y junto delicadamente sus labios con los suyos, eran suaves y cálidos. Se separo lentamente de ella y acarició nuevamente su cabeza. Sonrió con tristeza.

— Planeaba decírtelo pero, no pude. Debo irme pequeña Amy — Susurro Sonic, mientras seguía acariciándola, se veía tan delicada e indefensa que temía dejarla sola, pero no podía quedarse; debía irse. — Prometo que volveré por ti, te sacaré de este lugar y te llevaré a casa, ahí podrás hacer lo que tu quieras y cuando quieras, ya lo veras. Serás muy feliz.

Tras decir aquellas palabras el ojos verdes se levanto con delicadeza y camino hasta llegar a la puerta, tomando en pomo entre sus manos, miro una ultima vez a la pequeña rosa y salio lentamente de la habitación.

Él volvería por ella.


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-Nota borrada. Actualizado 10 de noviembre del 2017-

bettyhanyou17
AliceMaddisonRoxanneGracias por el apoyo de siempre.

Cuando Las Rosas MueranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora