Por fin juntos (Bloody Painter x The Puppeteer)

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De un momento a otro volvió a la realidad. Aún se encontraba en los brazos de aquel ente.

–T-tu... ¿tu eres ese chico...?–el titiritero se limitó a asentir lentamente con lágrimas aún corriendo por sus mejillas.

–Lamento no haber echo nada...–articuló sollozante –f-fui un cobarde... –bajó la mirada ocultando su rostro con la oscuridad –Aún me siento culpable por lo que te paso... aún me duele... sobretodo porque eres la persona que amo...–murmuró esto ultimo apenas audible, mas sin embargo el menor lo escuchó perfectamente quedando extrañado e incluso creyendo haber oído mal. El mayor subió la mirada notando la expresión se extrañes de Helen lo que delataba que sí lo había escuchado, sin saber que hacer al ver que su contrario estaba enterado se decidió por terminar su declaración – Y-yo... tu me gustas... desde siempre te observe en el aula, me llamaba la atención tu actitud cerrada, apartada del mundo, en ocasiones me detenía a mirar tus dibujos desde mi asiento detrás de ti, eran hermosos, aunque solo habíamos hablado un par de veces quizás, me cautivaste... de alguna forma llegué a amarte... me gustas Helen – el ojiazul quedo perplejo ante tal confesión, especialmente por una razón...

Un calor en sus labios hizo que el titiritero se sobresaltara abriendo sus ojos como platos. Vaya que el mundo es pequeño y lleno de coincidencias.... Desde que Helen notó que lo observaba en clases comenzó a interesarse por el chico de ojos ámbar mirándolo disimuladamente en el aula. Ese pequeño interés término por convertirse en algo más que una simple curiosidad... de alguna manera había comenzado a atraerle...

Ese beso tan tierno que al compartir sintieron durar una eternidad se rompió por un instante, el menor dedicó una sonrisa única al de los ojos dorados sonrojando al mismo, unieron sus labios en otro beso tan inocente como el primero, a ese le siguió otro y otro más, sus labios se atraían como imanes al igual que ellos entre sí...

***

–Ahg...–lanzó un suspiro de placer al sentir una vez más los labios del titiritero en su cuello. La lengua de The Puppeteer se paseó lentamente desde su clavícula hasta el lóbulo de su oreja para morder este último tirando un poco de este –ahh...–gimió por lo bajo. Sus manos se encargaron de retirar la prenda superior de su chico mientras acariciaban su torso con sumo cuidado como si de porcelana se tratase, recorrieron su cuello, hombros, pecho, estómago y vientre dándose el suficiente tiempo para apreciar con el tacto la suave piel de su pareja.

Gradualmente sus labios bajaron también, centrando su atención en los pezones de Helen, besando y dejando que su lengua igual participara dando caricias con la punta. Las mejillas del chico se tiñeron de rojo y su cuerpo se estremeció ante su tacto. Una vez que sus tetillas quedaron duras decidió bajar un poco más. Con un suave camino de besos por su abdomen y su vientre llegó a la entrepierna del de ojos azules. En pocos segundos se deshizo de las ropas que le estorbaban para continuar y prosiguió a darle placer a su amante.

Con movimientos lentos inició un masaje en el miembro ajeno acelerando poco a poco. Helen se limitaba a gemir y suspirar mientras apretaba las sábanas de la cama en la que se encontraba. El titiritero lo tomó de los muslos elevando así sus piernas en el aire y colocándolas sobre sus hombros.

–Ahh...–la lengua del moreno se hizo presente de nuevo pero esta vez sobre la longitud del menor pasando por toda su extensión. La temperatura en su rostro subió de nuevo cambiando el pálido color de piel por uno carmesí, especialmente cuando sintió su propio miembro entrar en la boca de su amado y ser acariciado otra vez por su lengua dentro de aquella cavidad. El de la peculiar sonrisa procedió a meter el miembro entero de su contrario deslizándolo por su lengua hasta hacerlo tocar su garganta y sacarlo en una acción suave contrayendo sus mejillas en un acto de succión. Continuó con este movimiento por unos cuantos minutos más hasta que su chico alcanzó el clímax –Nhg... Me...me vengo... ahg... ¡Ahh! –gimoteó sosteniendo firmemente los cabellos de su ajeno tensándose y dejando salir su sustancia blanquecina en la boca del mayor quien la recibió sin objeción dejando correr una que otra gota por la comisura izquierda de sus labios.

Avanzó hasta la entrada del menor para seguido acariciar con su lengua el pequeño orificio. Usando la esencia del menor como lubricante; humedeció perfectamente sus dedos, a continuación insertó uno de ellos provocando que de inmediato Helen arqueara su espalda y se agarrara fuertemente de las cobijas por el agudo dolor que el acto generó. Una calidez en sus labios hizo que se olvidara por un momento del dolor mientras su entrada se dilataba ante la presencia de aquel dedo. Una vez que ésta se acostumbró a aquello, el ojidorado integró otro comenzando a moverlos de adentro hacia fuera y a abrirlos como tijeras. Por último un tercer digito se añadió moviéndose los tres en círculos.

Una vez que el pequeño orificio se dilató lo suficiente The Puppeteer continuó con lo que seguía. Se deshizo de su ropa quedando desnudo y mostrando la erección que su chico había provocado. Con las piernas del menor aun en sus hombros acercó su polla a la entrada ajena y de una sola embestida metió todo su miembro.

– ¡Ahh! –gritó de dolor apenas sintió aquella extensión, a pesar de haber sido preparado segundos antes su entrada era bastante estrecha y aquello era algo grande. El tiempo se paralizó; ambos quedaron quietos, después de unos segundos el mayor sacó su miembro lentamente y lo metió de igual forma tratando de no lastimar a su amado. Éste movió un poco las caderas en señal de que podía hacerlo un poco más rápido. Y así fue, la velocidad aumento al igual que la fuerza de las estocadas, Helen se abrazó de sus piernas tratando se acercarse a la boca de su amante quien de inmediato lo entendió respondiendo con un profundo beso cargado de deseo y lujuria; sus lenguas se encontraron casi enseguida entrelazándose y danzando al ritmo de las embestidas. La mano derecha de The Puppeteer se apoderó del miembro ajeno moviéndose de arriba abajo mientras la otra sostenía la cadera del contrario para profundizar las intromisiones.

En este momento las palabras salían sobrando, ambos se transmitían sus sentimientos en esa misma habitación. Entre los besos y las embestidas el moreno tocó el punto dulce del ojiazul y continuo con sus estocadas en esa parte.

–Ahh... Helen...–jadeó a punto de terminar.

Minutos después ambos se corrieron, el titiritero dentro de Helen y éste en su propio abdomen. Unieron sus labios una vez más en la noche con la respiración agitada mientras el ojidorado salía de su interior.

Finalmente se fundieron el un abrazo y un "Te amo" para luego quedar profundamente dormidos uno a lado del otro.

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