Capítulo 41

5.3K 511 9
                                    

Anabell me dijo que me esforzara en el ahora, que viviera libre y sin restricciones, así que creo que no debería de pensar en algo que quiero hacer, debería poder solo hacerlo sin remordimientos.

Detengo la camioneta y nerviosa me dirijo a la puerta dónde hace unos minutos entro Magenta.

—Hola —me mira sorprendida

—He decidido que la compraré —me muevo insegura

—Si estás segura ven mañana por la tarde y tendré todo listo, espero que la disfrutes igual que yo 

—Así será. Adiós —corro de regreso y me apresura a ponerme en marcha.

Me siento emocionada y ansiosa de que ya llegue el mañana, no podré salir tantas veces con ella hasta que este segura de que la puedo conducir y asegurarme de tener los documentos requeridos tan pronto como sea posible. 

Llego al edificio dónde vive Theo y apenas estoy segura de haberme estacionado bien, corro hasta el ascensor que se encuentra abierto; debe de estar hecho una furia por haber corta nuestra llamada, pero estaba disfrutando el momento y no quise darle la oportunidad de hacerme sentir incomoda. Entro en silencio esperando que esté tranquilo, lo veo sentado en el sofá frente a la ventana, absorto en sus pensamiento y con la mirada fija en la luna que se asoma. Mi boca se seca al verlo sin camisa, dejando a la vista su bien trabajado cuerpo... Debo de detener mis pensamientos ahora y enfrentarlo de una vez...

—Hola... —me ve y a grandes zancadas se pone frente, obligándome a retroceder y quedar atrapada entre la pared y su cuerpo

—Si descubro que tienes un amante, te aseguro que o encontraré y acabaré con él —su aliento alcohólico me da una idea del tiempo que estuvo bebiendo para pasar el rato —Después te traeré a casa y te tomaré tantas veces que jamás podrás volver a pensar en alguien más—sisea observando mis labios entre abiertos.

Trago saliva con dificultad e intento respirar, ya que hasta ahora me e dado cuenta de que amenaza estaba entrando en todo mi sistema, deseando que sus palabras se hicieran realidad. Me combo del arrebate de mi cuerpo y decido detenerlo ahora, sin continúo así mi mente no dejara de pensar y corro el riesgo de que mi cuerpo me traicione.

—Si estuvieras dispuesto a darme lo que necesito, no tendría que recurrir a los brazos de alguien más

—¡Eres mía! —grita colérico

—Es una lástima que no haya alguien más, no tengo la intención de tener un amante, pero si es lo que necesito para tener un poco de tu atención, puede que empiece a buscarlo —lo hago a un lado para ir a sentarme.

Jamás podré estar preparada para su cambios de humor.

—Desnúdate —incrédula volteo a verlo y su mirada se siente extraña

—¿Qué? —siento cómo mi corazón empieza a latir sin control

—Me has escuchado. Desnúdate —se acerca hasta quedar frente a mí

—¿Te has vuelto loco? —doy una paso atrás

—¿Lo haces tú o lo hago yo? Tú decides —dice serio.

Mi cuerpo tiembla cómo una gelatina y sin saber bien que hacer, hago lo que me pide; esperando que cumpla con su feroz promesa, me quito la ropa hasta quedar en ropa interior y con torpeza me quito los zapatos con los pies. Apenada de verme tan vulnerable desvió la mirada lejos de la suya y cómo si de un imán se tratará veo su masculinidad apretada por sus jeans.

—¿Quieres ayuda? —brinco asustada.

Me quedo quieta intentando entender a lo que se refiere, me he quedado desnuda cómo lo pidió; si lo que espera es que literal me quede sin nada de ropa, tendrá que hacerlo él mismo, ya que no creo poder hacerlo bajo su atenta mirada. 

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora