Capítulo 40

5.4K 510 7
                                    


El aburrimiento esta acabando conmigo, nunca pensé en la posibilidad de que dejaría de trabajar tan pronto; la verdad es que jamás imaginé que mi futuro terminaría siendo así. Han pasado unos días desde que Penélope se sincero conmigo y Alexander, el cuál ahora vive para complacerla en todo lo que puede, viene a diario y siempre trae algún detalle con él; ambos están poniendo de su parte para que la relación prospere. Penélope asegura que hablar sobre lo ocurrido la ha ayudado más de lo que creía, que vivir es algo que anhela hacer y espera hacerlo con Alexander.

Inicie mis clases de manejo y aunque siento que no soy tan mala, me cuesta mucho mantenerme tranquila durante las clases, temo terminar chocando, pero mi instructora dice que no lo hago tan mal y que pronto estaré conduciendo sola por las muy transitadas avenidas.

Ayer busque a Anabell de nuevo y cómo es costumbre no logré encontrarla, la mujer que reside allí me dijo lo mismo y me hizo sentir que tal vez puede que este exagerando, pero extraño verla y platicar con ella. La curiosidad no disminuye y el que la casa se vea cada día mejor me hacer creer que existe la posibilidad de que Theo haya hecho todos esos cambios, hasta ahora a cumplido con todo lo que me dijo que haría, no leí el contrato con cautela y hacerlo ahora ya es innecesario, ya lo firmé y no puedo hacer nada para cambiarlo.

—Ya me voy, hoy me quedaré con Alex —besa mi mejilla divertida y se va huyendo.

Volteo sorprendida por su acto y solo alcanzo a ver su espalda, se ve relajada y feliz con los cambios que ha hecho en su vida.

¿Cómo mato el tiempo? ¡Claro! Me levanto de un salto y corro al guardarropa, tomo mis botines color chocolate y el suéter gris, agarro cualquier bolso y pongo dentro mis documentos y el móvil. Hoy saldré a disfrutar del día.

Me cercioro de haber cerrado bien y me apresuro al ascensor, al abrirse las puertas de nuevo veo mi reluciente camioneta esperando por mí, de cierta manera me ilusiona que Theo la haya hecho especialmente para mí y me concentro en no pensar las razones que lo motivaron a hacerlo. No estoy muy segura de que manejar sea buena idea, pero no lo hago tan mal y tendré mucho cuidado.

Al encender la camioneta el motor ruge, lo que hace que me emocione; salgo del estacionamiento cuidando cada movimiento que hago, me incorporo a la avenida y conduzco nerviosa, debería de buscar algo con lo que tranquilizarme. A penas veo un alto me detengo y torpemente enciendo la radio, la canción que suena hace que me tranquilice y canto cómo si me supiera la letra, golpeteo el volante sin perder de vista los demás autos; giro y sin darme tiempo a frenar un joven corre y cae apenas lo golpeo ¡Lo mate! ¡Oh por Dios!. Me bajo rápido y corro a verlo.

—¿Estás bien? Disculpa creí haber frenado antes... Lo siento mucho, sube te voy a llevar al hospital —la desesperación hace que todo mi cuerpo tiemble

—Estoy bien. Descuida, fue mi culpa por correr y no fijarme —sus ojos azules me atrapan.

Esos ojos azules se me hacen tan conocidos. ¿En dónde los he visto antes?.

—Soy John y tú...

—Lo siento... Soy Marily, es que te me haces muy parecido a alguien —sonríe y mueve su cabello castaño

—Eres la primera que lo dicen, en fin gracias por preocuparte, pero me tengo que ir llego tarde —levanta su mochila del suelo

—¿Te puedo llevar? Si quieres —me apresuro a decir.

Sé que subir a extraños al auto no es una buena idea, pero tengo curiosidad de saber más de él.

—No quiero molestar...

—No es molestia... Vamos —los autos empiezan a tocar su claxon enojados

—Bien —subimos y me pongo el cinturón de seguridad

AMOR © (Tú, simplemente).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora