Capítulo II: El pitufo y el marica

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— ¡Hadrien, baja a desayunar! —gritó Gerard desde la cocina a la vez que intentaba que no se quemaran las tostadas. Soltó una maldición al quemarse un dedo con el sartén donde preparaba el tocino, genial. Aquel ya era un mal día desde la mañana— ¡Hadrien!

Después de varios llamados más, Hadrien finalmente se dignó a bajar. Apareció en la cocina aún con su ropa de cama y cabello despeinado. Tomó asiento en una de las sillas de la mesa sin más preámbulos.

— Te hice tu desayuno favorito —dijo orgullosamente Gerard mientras le alcanzaba el plato— Tocino con huevos revueltos y tostadas. Justo como te gusta.

Pero Hadrien no parecía muy entusiasta con respecto a la comida, simplemente comenzó a revolver los huevos con su tenedor con desgano evidente. Gerard le miró extrañado, a él le encantaba cuando le preparaba aquel desayuno.

— No tengo hambre —dijo éste con simpleza cuando le observó mirándolo.

— Come un poco, te hará mal si no comes. En la cena de ayer tampoco has querido comer.

— Estoy bien —se quejó Hadrien, alejando el plato de sí a pesar de las quejas de Gerard— ¿Dónde está papá?

— Salió temprano por un asunto del trabajo, volverá a la tarde.

Hadrien soltó un bufido, él nunca estaba.

— Oye —comenzó, tomando asiento junto a él— Ya que estos días no tienes que ir a la escuela... Pensé que quizás podríamos pasar algo de tiempo de calidad como padre e hijo. Ya sabes, salir a algún lado y divertirnos como solíamos hacer. Por ejemplo, ¿Qué te parece si hoy vamos al cine? —propuso Gerard, esperanzado ante la posibilidad de poder pasar más tiempo con él. Últimamente se sentía muy alejado de su hijo, se encerraba en sí mismo y su estado de ánimo no era el mejor.

Así que pensó que sería una buena idea, pero al parecer Hadrien tenía otros pensamientos al respecto.

— Aburrido.

— ¿Aburrido? Oh vamos, Hadri. Será divertido. Saldremos, comeremos algo de camino al cine, veremos la película que tú quieras y quizás hasta te la pases bien —trató de animarlo a ir, pero en vano.

— No dije que sea aburrido ir al cine, sino que es aburrido ir contigo —espetó, tal como si fuera obvio.

Eso dolió más de lo que debería. No sabía porque estaba siendo tan degradante con él, Gerard solo quería tratar de hacerlo sentir mejor aún cuando ni siquiera sabía que lo causaba, pues se negaba a contarle. Pero hasta ahí llegó su buen humor, decidió que ya había tenido más que suficiente de su mierda. Debía poner algunos límites.

— Okay, ¿qué demonios fue lo te hice para que me trates así? —bramó Gerard, quizás un poco más fuerte de lo que le hubiera gustado— Preparó tu comida favorita, trató que pasemos un buen rato juntos, soy paciente contigo, y tú me tratas como si fuera basura. ¿Te hice algo malo? ¿Eso es? ¿Hice algo para molestarte y por eso me odias?

Hadrien pareció algo sorprendido por su repentino desate emocional. Gerard no era una persona violenta y no acostumbraba a gritar, ese papel era de Frank, pero cuando lo provocaban o las circunstancias lo requerían el demonio se desataba.

Pero Hadrien no dijo nada, solo le ignoró como acostumbraba a hacer. Al parecer, había adquirido de pronto interés por su plato, porque ahora miraba hacia éste sin levantar la vista. Gerard suspiró de manera exasperante, quería arrancarse los cabellos cuando hacía eso. Hadrien era la principal fuente de su estrés.

Frerard's Son ↠ FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora