-Mamá, ¿cuánto nos quedaremos en este lugar? -dijo Marinette mirando a Sabine a los ojos. Los mismo ojos de color cielo, por un momento Adrien dejó su enojo mirando fijamente lo hermoso que se veían los ojos de Marinette viendo los de su madre, ella era hermosa.

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Tres largos años pasaron...

Marinette ahora era una niña que estaba a punto de pasar a la pre adolescencia, aún seguía siendo más alta que Adrien, aquella vez ambos estaban en el jardín de la casa de Marinette jugando con otro par de niños, sus nombres eran Alya y Nino. Nino era un chico que gustaba de jugar a las escondidas al igual que Alya, aquella vez comenzaron a jugar. Y como todas las veces, Adrien retó a Marinette para que hiciera la promesa.

-Hey chicos, le estaba diciendo a Marinette que...-se tomó la cintura, presumido por el rostro bonito que tenía sonrió observando a los otros dos chicos- Sobre la apuesta...

-¿Otra vez con esa aburrida apuesta? -Dijo Nino mirándolo- Es increíble que insistas con eso...

-Un hombre jamás se da por vencido...-Adrien sonrió mientras la dulce azabache de 9 años reía delicadamente junto con Alya.

-Está bien, acepto la apuesta....-dijo ella mientras Adrien se quedaba algo sorprendido. Aun le faltaba un par de dientes por crecer en esa dentadura casi perfecta.

- Entonces, si yo crezco más alto que tú, te casarás conmigo, ¿no? - Adrien, sonreía con alegría, al final la promesa se había hecho. El rostro de Marinette, su postura segura y el pequeño vestido rosa que se le veía excelente no lo dejaban pensar más que en la emoción de que un día comerían dulces juntos para toda la vida. Ahora, con la promesa hecha no quedaba más remedio que esperar la respuesta.

-¿Qué tal si esperamos a ver si ese momento en realidad llega, renacuajo? - respondió Marinette.

-Marinette, despídete...ya nos vamos....- La azabache cambio su semblante, la tristeza al irse la comenzó a poseer y comenzó a caminar lento hacia sus padres - ¿Te despediste, cariño? -negó con la cabeza, ¿cómo podía despedirse de sus amigos? Se le estaba partiendo el corazón en ese momento, los chicos comenzaron a mirarla desde donde estaban y cuando Adrien reaccionó a lo que pasaba comenzó a correr para alcanzar a Marinette.

Tom abrió la puerta trasera del Auto, terminó de subir las maletas y con su hija y esposa dentro del vehículo motorizado no dudo en encenderlo para irse, lo puso en marcha y entonces pudo ver por el espejo al rubio corriendo detrás del Auto. Marinette también lo pudo ver. Giró entonces en el auto y se apegó al vidrio para verlo. Las lágrimas de Marinette comenzaron a rodar por sus mejillas mientras gritaba el nombre del rubio.

-¡¡Adrien!! -dijo ella mientras golpeaba el vidrio del auto. Su llanto no cesaba, su madre agachó la cabeza mirando a Tom. Le estaban rompiendo el corazón a su hija, pero ellos ya habían tomado una determinación, una vez el tío Cheng falleciera ellos volverían a París a seguir con sus vidas. Habían heredado una fortuna generosa y lejos de quedarse en Shanghái decidieron volver a Paris para que Marinette pudiera crecer cerca de sus otros familiares.

-¡¡Marinette!! ¡¡Vuelve Marinette!! - Adrien seguía corriendo detrás del auto. Tenía que detener que se llevaran a su mejor amiga, Alya estaba tras de él y junto con Nino lo detuvieron. Pero fue inútil, se zafó del agarre de ellos y luego vio alejarse el auto donde iba su querida Azabache.

En ese viaje y despedida tan triste Marinette sufrió un golpe en la cabeza, estaba adolorida y al final terminó desmayada en el asiento trasero del Auto, Sabine la acomodó mientras Tom manejaba al hospital más cercano donde dijeron que no era nada grave. Sin embargo, todo cambio cuando Marinette despertó de su desmayo. No recordaba porque estaba en al auto, no recordaba a Adrien y menos recordaba a Nino y Alya. Pero el destino era certero, Adrien y Marinette estaban destinados a estar juntos.

The Best Friends ||Adrianette||Where stories live. Discover now