Capítulo 4

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-Muchísimas gracias, Jan.

-No es nada Míriam, ¿cuántos años tienes?

-Tengo 21.

-Que quede entre nosotros, a Saúl le traes loco.

-Pf, no me había dado cuenta.-rodé los ojos-es un pesado, siempre que me ve me pide el número, joder que no, que no insista.

-Es un buen chico, pero si no te entra por los ojos...

-¡No! No es eso, es guapísimo, y tiene un cuerpazo, a cualquier chica le gusta, pero mira, que no, yo soy periodista, esto traería muchas polémicas, y no voy a tirar a la basura tanto tiempo estudiando para que venga un chico y me distraiga de mis quehaceres.

-Saúl es muy atento, y valora lo que tiene, cuánto más te hagas la dura más te va a desear. Me tengo que ir, un placer Míriam.

-Llámame Mimi, lo mismo digo Jan.

Nos dimos dos besos y mientras el celebraba yo llamé a la agencia de A3, ¡nos vamos a Milán!

(...)

Faltaba sólo una semana para la final, tendría que entrevistar a algunos jugadores, cómo no, a Saúl.

Después de entrevistar a Torres, Yannick, Saúl y Oblak, entrevisté a Diego Simeone.

-Míriam, para nosotros eres como del equipo, esta noche haremos una cena, vendrá todo el equipo de preparación, y queremos que tú también.

-Estaría encantada, pero no sé si les parecerá bien a los jugadores.

-Están más que de acuerdo, sobre todo Ñíguez, esta noche a las, no nos falles.

Y nos fuimos todos. Ala, a arreglarme. Me puse una falda de lentejuelas rosa palo, con una camiseta sin mangas del mismo color y unos tacones beige. Dejé mi pelo suelto, me maquillé y me puse unos pendientes azul turquesa y rosa. Perfecta.

Alguien llamó al timbre.

Saúl.

-¿Cómo sabes dónde vivo?

-Lo sé todo, Míriam. 

-¿No podía venir otro a recogerme? 

-Sí, pero quiero hacerlo yo, sube al coche.

Me subí. Había un silencio incómodo, pero lo prefería antes que hablar con él. Llegamos y salí rápido del coche, él suspiró. Pasé al restaurante y me senté al lado de Oblak y Godín.

Acabamos de cenar y yo salí a la terraza. Saúl vino detrás, se puso delante de mi y empezó a mirarme, de arriba abajo, con deseo. Y yo lo miraba a él de la misma forma. Qué pelo perfecto, qué ojos, qué cara, qué hombros, qué cuerpo, qué Saúl. Y cuando menos lo esperé, me besó. Un beso con deseo, con necesidad, y yo le besaba a él. Me cogió aúpa y se sentó en un banco, levantó mi falda y acarició mi feminidad por encima de mis bragas, yo le besaba el cuello, metió uno de sus dedos dentro de mí, y succioné, metió otro dedo y lo movía rápido.

-S-saúl...

-Shh...

Movía sus dedos arriba y abajo, derecha a izquierda, en círculos...esto era el paraíso, pero tenía que parar.

-Saúl para.

-Oh vamos, no me digas que no estabas disfrutando.

-Sí, y mucho, pero esto no está bien.

-Al menos dame tu número, ¿ahora sí me lo darás no?

-No.

-¿Sabes qué? Que sólo eres una calientapollas, que te den.

Sólo quiero ser tuyo (Saúl Ñiguez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora