2. Alas negras

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Iris vivía en una alejada colina, lejos de las personas curiosas, de sus miradas y de sus preguntas. Iris se había acostumbrado al sonido de su propio silencio.

Una fría mañana de invierno salió temprano a recolectar algunas bayas que crecían cerca de su humilde casa de madera, el frío aliento de la mañana le recordó que apenas  llevaba algún abrigo, el viento soplaba cada vez más furioso impidiendo que ella pueda ver el polvoso camino. La fuerte ventisca la obligo a refugiarse debajo de un árbol de ancho tronco. Desde las ramas oscuras un extraño sonido ajeno al viento parecía llamarla; despacio con una voz de ultratumba.

Iris se negaba a escuchar, seguramente es el viento que juega en las ramas se repetía. Pero aquel llamado no cesaba, un escalofrió incontrolable la obligó a mirar las ramas altas del árbol y allí estaba, aquella criatura negra, mirando fijamente a la joven.

- Quería hablar contigo, pero nunca quisiste escuchar, ¿mi canción tan triste solo entierra más tu alma, cuanta oscuridad puede existir alrededor de ti? - le preguntó

- Este día quiero escuchar, por primera vez, ¿Eres real? - se atrevió a contestar Iris

Abrazando aquel anciano árbol empezaba a recordar el sueño aquel que la perseguía y ahora al fin en ese bosque que parece vivo, esta ese mensajero, negro, con rojos ojos intensos que la miran y la traspasan, hablando como cualquier ser humano ¿finalmente tanta soledad la había enloquecido?

Extraño escenario para empezar a escuchar, pero por un instante pudo entender que aquel tronco, tan oscuro, irradiaba luz, en ese preciso instante se resumía la lucha eterna de la luz y la oscuridad. Extraña ave, que la miraba fijamente una vez más, Por fin Iris está dispuesta a recibir el mensaje de la voz tal vez imaginaria de su extraño visitante ¿qué es lo que esperaba de ella? Aun no podía comprender porque en este preciso lugar, a lado del lúgubre árbol, observando al pájaro distante y a la vez cercano, porque este día y no cualquier otro. Como si pudiese escuchar sus pensamientos, por fin respondió el ave.

- ¿Esperas que te salve? ¿Que cambie tu vida con un rápido aleteo tal vez? Lamento que a pesar de tantos años vividos no me hayan enseñado el secreto de la felicidad, conozco sin embargo al miedo y la soledad, como este árbol al que temes, solitario en un bosque lleno de otros tantos como él, ¿existe? Te has preguntado si esta solo en tu mente, si todo esto es producto del cansancio, de la rutina. Ansias volar con mis alas, te has obligado a vivir en la oscuridad y ahora es tu hogar, aún ahora crees que te falta valor aunque en tu corazón sabes que no estás sola, ni en la oscuridad, alza la mirada y descubrirás a miles más como tú y como yo. Te daré un último consejo, no busques más espadas encantadas o escudos mágicos, mira tus manos, allí están tus armas y tu magia. Úsalas. - le explicó extendiendo las negras alas.

Y tal cual llego aquel ave de alas negras, repentino y sin despedirse se fue, se llevo el viento y el miedo, dejó apenas una suave sonrisa de esperanza y calidez en la mirada de Iris.

Colección de relatos cortosWhere stories live. Discover now