CAPÍTULO 1: LA VENGANZA DE MAXIMA

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Alex y Hank la habían informado de una peligrosa fuga en el DEO. La orgullosa y perversa Maxima y tres presos más se habían escapado. Kara no dudó en ponerse el traje de Supergirl y volar hasta la última posición conocida de los convictos. Dio con ellos y los enfrentó. Pero las cosas no salieron bien. Además de la superioridad numérica, los cuatro llevaban armas aderezadas con kryptonita, seguramente obtenidas en el DEO, y la balanza no tardó en inclinarse a su favor.

En pocos minutos, Kara estaba recibiendo muchos más golpes de los que lograba dar. Y pronto empezó a notar el cansancio de tanto esquivar los filos de color verde. Maxima aprovechó la situación, y consiguió cogerla por sorpresa, apuñalándola en el costado. La hoja de kryptonita penetró en la carne de Kara como si fuera de mantequilla, provocándole un dolor agudo que la hizo retorcerse y chillar.

—Parece que esta pelea tendrá un final distinto, Supergirl —se pavoneó Maxima.

Kara trató de alcanzar el puñal para sacárselo, cuanto más tiempo estuviera su sangre en contacto con la kryptonita, más daño le causaría. Pero la hoja había penetrado varios centímetros y el daño era mayor del que esperaba. Apenas rozó la empuñadura, ni tan siquiera pudo cogerla por completo, mucho menos tirar de ella. Maxima aprovechó para animar a sus tres compañero a golpearla. Kara parecía una muñeca sin voluntad en sus manos. Intentó comunicarse con Alex y Hank, pero el transmisor se había dañado en la pelea, maldijo su suerte, estaba sola. Los golpes se sucedían. Si no escapaba, la matarían. Así que, los atacó con su visión infrarroja y después saltó a los cielos para volar lejos de allí. Empleó todas sus fuerzas, y, finalmente, logro despistarlos.

Cada segundo que seguía volando, se sentía más debilitada. Necesitaba sacarse el cuchillo, pero, ¿cómo si ella estaba demasiado débil? Su vuelo se volvió errático. Se estaba quedando sin fuerzas. Caería en cualquier momento, y entonces nada podría salvarla, porque la kryptonita seguiría en contacto con su sangre. Apretó los dientes, sentía tanta impotencia, ¿se había acabado todo? Y entonces, sus ojos divisaron el logo del edificio CatCo y un pensamiento cruzó su mente, «miss Grant».

Cat Grant solía trabajar hasta tarde, existía la posibilidad de que todavía estuviese allí. Si no era así, seguramente moriría en el balcón en el que tan buenos y no tan buenos momentos había compartido con su jefa.

Al acercarse más al edificio, creyó ver luces en el interior del despacho de miss Grant, pero ya no sabía si eran reales o fruto de su desesperación y la falta de sentidos debida a su herida. Aterrizó tras golpearse con el antepecho de obra, cayendo de rodillas. Tuvo que apoyar las manos en el suelo para no golpearse también la cara. El dolor que sentía en el costado era ya insoportable. Los ruidos del aparatoso aterrizaje sobresaltaron a alguien, que se apresuró en salir al balcón, era Cat Grant. Kara sonrió.

—Miss Grant... —logró pronunciar con dificultad. Cat jamás había visto así a Supergirl.

—¡Dios mío, Supergirl! —exclamó Cat mientras se agachaba junto a ella, visiblemente asustada por el estado de la joven— ¿Quién te ha hecho esto?

—Necesito... su ayuda... —imploró la última hija de Krypton.

—¿Qué?, ¿mi ayuda? —Cat balbuceó con torpeza, sobrepasada por la situación— ¿Qué puedo hacer yo?

—Tiene que... sacarme el cuchillo... —Haciendo acopio de sus últimas fuerzas, movió la mano, inclinándose un poco hacia Cat para mostrarle la herida— es de kryptonita... soy vulnerable a ella... me está matando.

—Pero yo... no... —Cat se echó un poco hacia atrás— No soy médico... puedo hacerte más daño.

—Por favor... si no me lo saca... moriré —farfulló, al tiempo que se tumbaba de lado, dejando a la vista el cuchillo.

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