Capítulo 1. Cita inesperada.

7K 224 32
                                    

—Eda, sólo es una jodida tarde. —gruñe Candice.

—¡Dios, Candice! —bufo nerviosa— Sabes que estoy nerviosa, además —bajo mi cabeza — ¿Por qué habría de prestarme él atención? —pregunto mientras dejo todas las prendas que me ha pasado mi mejor amiga y compañera de cuarto para que use.

Nervios. Eso era lo que sentía en este momento.

Vamos, Ed, no seas estúpida y respira.

Candice suspiró y se acercó a mi mirándome con esa mirada que sólo ella sabe hacer. Me cogió de los hombros y me obligó a respirar hondo.

—Eres hermosa, jodidamente sexy, simpática, graciosa, inteligente, y a veces eres algo molesta y la mayoría del tiempo eres muy sarcástica. —hace una mueca— Pero tienes un hermoso corazón y un lindo culo ¿Qué más puedes pedirle a esta puñetera vida? —me guiñó un ojo y me siguió molestando para que elija un atuendo.

Iríamos al muelle de Santa Mónica donde normalmente vamos siempre todos para divertirnos un rato. Pero había un problema y es que Jace estará allí, y es muy lindo y me gusta desde que me mudé aquí. Nunca me ha prestado atención ya que soy sumamente invisible para las personas como él. No soy fea pero no soy... ¿Cómo decirlo? Pongámoslo a lo Chicas Pesadas no soy una "Plástica". No soy una jodida niña rica.

Luego de una larga discusión para convencer a mi mejor amiga, y hermana, de que me deje, pues, ponerme lo que yo quiera ya que si él no me quiere tal cual soy no debería hacer esto y bla, bla. Cuestión es que la convencí y pude ser yo.

Consistía de un short, una blusa básica y una camisa a cuadros oversize que era de mi padre de cuando iba a la universidad.

Oh, y mis vans.

Muy a lo Eda O'Brien, cosa que me pareció perfecto, pero Candice no piensa que es adecuado para una "cita" según ella.
Obviamente decidí ignorarla y fui la cocina a buscar algo para comer porque en serio moría de hambre. Aunque justo que estaba por agarrar una dona Candice me la arrebata de la mano.

—Las calorías harán que te hinches. —levanté una ceja mientras veía como guardaba mi deliciosa dona.

—Zorra. —murmuro cuando veo que se va.

—¡Te oí! —grita desde lejos mientras yo gruño.

Luego de unos minutos su novio Austin nos buscó en su EcoSport roja y nos llevó hacia el muelle, que ya extrañaba. Porque en verdad amaba estar allí.

—¿Nerviosa, Eddy? —pregunta Austin creyendo que se ve tierno con el suéter que obsequió Candice para cumple mes.

—Joder, no me llames así y... ¿Por qué habría de estarlo? —finjo una sonrisa.

—Pues porque Stassy no va y Jace estará solo. —me guiña un ojo.

—Oh, Stassy no vendrá, es una pena. —digo, obviamente, irónica.

—Claro. —ríe Candice.

Bajamos y buscamos a los demás por todo el Third Street Promenade. En el camino me compré un algodón de azúcar ya que no había podido comer nada.

—Eso no es comida, tia. _dice Candice rodando los ojos.

—¡Lo es! Se come. —le saco la lengua que por cierto está muy rosa por el colorante y ella me imita sacando la suya.

Santa Mónica. - Libro 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora