1- La Ciudad Sagrada.

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Envuelto por unos cuantos cúmulos, el sol apenas empezaba a escalar el cielo por el este, iluminando los estirados edificios de la La Ciudad Sagrada, apodada como la Ciudad Blanca por el color de sus edificios, se encontraba situada en una meseta a que se alzaba a mil metros sobre la cabeza de los hombres, era un lugar donde todo lo impuro estaba prohibido, incluso la muerte no tenía cabida detrás de su muro.

El mesías Sin Nombre ordenó construirla en cuanto consiguió algo de poder, y no se le ocurrió mejor lugar para su construcción que el paupérrimo pueblo en el que nació, según sus descendientes, él mismo dijo que los pecados debían quedar tras la muralla de la ciudad, o mil metros por debajo de sus edificios, edificios que se tendrían que elevar hasta el cielo, los mejores arquitectos de todos tiempos estaban obligados a al menos realizar alguna escultura o cualquier otro tipo de construcción para la ciudad, además recalcó en varias ocasiones que la ciudad no debía extenderse mas allá de los dos mil metros cuadrados.

Dos mil años después de estas palabras la ciudad había quedado justo como el quería, protegida al este por la gran meseta que formaba una pared casi vertical, y al oeste custodiada por la muralla inmaculada, de colores sagrados, que se elevaba cincuenta metros por el aire y seis por la tierra, solo una cosa no fue como el pensó, tras la guerra de los mil reyes y la fragmentación de los cuatro imperios, el rey Alfonso, de la casa Ignis primero y último de su nombre mandó erigir entre sus muros y el precipicio que formaba la meseta su castillo, de la noche a la mañana la Ciudad Sagrada paso a ser la Ciudad Sagrada Del Rey, por debajo de la meseta, su sombra invadía un bosque atravesado por la Lanza, un río de enorme caudal considerado casi tan sagrado como la propia ciudad, sobre la meseta lo único que había era el basto extenso del cielo azul.

Debido a la poca extensión que podía tener a lo largo y ancho, la Ciudad Sagrada no tardo mucho en tener elevarse hasta mas allá de las nubes, sus enormes edificios blancos rasgaban el cielo, justo en el centro de la ciudad, se alzaba el castillo del rey, un castillo muy diferente a los otros castillos del mundo, un castillo sin protección, no fue edificado con la intención de ser inexpugnable, sino que fue construido para ser bello y como tributo a Dios al fin y al cabo ¿para que se necesitan defensas en una ciudad en la cual el derramamiento de sangre esta penado con la muerte y el asesinato con El Infierno?, por esta razón por la que fue bautizado como Celeste, sus siete afiladas torres de piedra blanca y azul celeste se clavaban en el cielo, los muros exteriores estaban decorados por la llama azul de la casa Ignis y rodeados por un jardín de flores azules, blancas y doradas, los colores del paraíso según las añejas escrituras sagradas, el azul representaba el alma humana, el blanco la pureza y el dorada a Dios y a sus Ángeles, la entrada al castillo estaba escoltada por esculturas de belleza extrema sobre temas religiosos, incluso las consideradas Edificaciones del Señor construidas a lo largo y ancho del mundo palidecían ante Celeste, al rededor del castillo se alzaban grandes edificios eclesiásticos.

No solo los edificios oficiales eran los únicos hermosos, si que eran los mas opulento, sin embargo los demás no estaban faltos de belleza y cuidado, la mayoría de estos edificios no oficiales eran tabernas o posadas que eran casi mas abundantes que las iglesias y catedrales, la Ciudad Sagrada era lugar de peregrinaje obligatorio por todos los creyentes de su único Dios, por lo que estaba constantemente abarrotada de personas, muchos habían visto una forma de negocio en esto, incluso el propio Rey y los cabezas de la iglesia le sacaron partido.

Ese día el bullicio de la ciudad era notable, incluso los pájaros parecían volar agobiados de cornisa en cornisa, al igual que los humanos de acera en acera, los carros corrían veloces por la calle central que conectaba el gran portón del exterior de la ciudad con el núcleo de esta, todo el mundo se dirigía hacía Celeste para asistir a la audiencia del rey, un pequeño ejército cubría la muralla de la ciudad, para asegurar que los pecadores no pisaran suelo sagrado.

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