Liu © (Homoerótica)

Capítulo 3.

¿Qué es aquello que nos hace humanos? ¿El amor a vivir o vivir por amor?
                                      Anónimo.

Se adentró en su oscura habitación decorada de azul, de al menos seis metros cuadrados sin demasiadas comodidades pues no las necesitaba, tomó entre sus manos las cortinas de su ventana abriéndolas de par en par vislumbrando la cálida noche de verano que azotaba con toda su dulzura y añoranza. A la mente se le vino la idea de ir hasta las aguas termales detrás de la orden y darse un baño a gusto, hace tiempo no se dedicaba a él mismo y qué mejor momento que ese ya que mañana temprano iría a una misión sorpresa que no era tan sorpresa ya.

Se quitó la gabardina que llevaba puestas dejándola sobre la cama, ahí donde luego pudiera cogerla si estuviera apurado. Del armado quitó una yukata japonesa que era una prenda única exactamente igual a una bata de baño, era de color celeste claro sin detalle alguno.

Tomó una liga para su cabello y salió rumbo a ese lugar tan apartado, supuso que nadie estaría ahí pues realmente no a muchos les gustaban las aguas calientes que exhibía el sitio en cambio a él le fascinaba. Caminó por unos pasillos anchos sin hallar a nadie por el camino, cuando estuvo fuera abrió la puerta de madera de caoba que estaba allí — Mein y su obsesión con la madera fina— pensó para sí dando una espectacular sonrisa única suya.

Unos arbustos y divisorias de madera detallaban el lugar donde deseaba ir, eran aproximadamente catorce cubículos donde entraban entre seis a diez personas cada una, era amplio y tallada en la piedra muy bellamente pues realmente era algo para apreciar. Comenzó por sacarse los zapatos una vez que llegó al lugar, se desprendió de los calcetines para luego hacerlo con los pantalones ajustados que cayeron al suelo sensualmente sin siquiera desearlo, su ropa interior de color claro fue descartada en seguida de igual manera para luego hacer exactamente lo mismo con su camiseta ajustada de color negro. Quedó desnudo totalmente mientras las lunas rotantes le daban de lleno iluminando su cuerpo pálido y delgado, miró hacia sus pies y estos comenzaron a hacerse ligeramente más pequeños al igual que sus manos, efecto de las píldoras que tomaba para su crecimiento momentáneo que justo en ese momento perdían efecto total. Sus un metro setenta y nueve fueron reducidos al un metro sesenta y ocho que era lo que e realidad medía, detestaba ser bajito y adoraba aquel invento que eran las píldoras que no poseían nombre en realidad.

Su cabello si antes le llegaba por la mitad de la espalda ahora le llegaba por encima de las nalgas, esparciéndose por su delgada espalda. Tomó la prenda dejándola a un lado mientras de entre las aguas una figura masculina emergía con todo lo escultural de su cuerpo, quedó helado donde estaba y sin duda ni el chico delate suyo ni él esperaban ese extraño encuentro, no le dio tiempo a nada. Choi había llegado al sitio hacía rato pues ese era su destino desde el principio desde que dejó el despacho de Mein para ir a su habitación, dejó toda su muda justo donde ahora estaba para ir a averiguar qué había sucedido con esos dos habladores. De ahí luego de la rápida y estúpida conversación — si así se le puede llamar a aquello que tuvo con Liu— que sostuvo con el chico de bellos ojos azules.

Y ahí estaba ahora, hasta hace segundos se mantuvo bajo el agua con la intención de olvidar la ridícula y nefasta imagen mental que tenía en secreto a veces con Liu, no era algo malo sino que se imaginaba a veces cómo hubieran sido si no hubiera sido tan agresivo desde el principio con el chico menor. Pero no contaba con que al sacar la cabeza del agua se topara con aquello, la imagen más bella de todas y con la que jamás en su vida creyó toparse, Liu desnudo.

Pero había algo diferente, no sabía a ciencia cierta qué era pero ¿acaso Liu no tenía el pelo algo más corto? ¿Acaso Liu no era más alto que lo que estaba viendo? ¿O es que por que tenía el oasis más bello de todos no podía ver bien? Debía estar loco de remate sin duda.