Yo soy blanco, tú eres amarillo

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— Okay, Ray. Necesito que me cuentes que fue lo que sucedió allí dentro —exigió saber Frank a su amigo apenas salieron de la residencia de Mikey.

El rizado suspiró y chasqueó la lengua. Ya había oscurecido por completo para cuando salieron y las numerosas estrellas se dejaban ver el el cielo nocturno, alumbrando con su luz— Mikey... ¿Cómo te lo explicó? A él no le gusta que sus amigos vean a su hermano.

— Si necesitó más que eso, Ray —le instó a seguir, ansioso por saber.

— Se avergüenza de él y por eso lo mantiene ocupado en su cuarto cada vez que lleva a alguien a la casa. Yo no me enteré que tenía un hermano sino hasta la doceava vez que fui allí, es bastante receloso cuando se trata de ese asunto.

— ¿Por qué se avergonzaría de su propio hermano? ¿Qué clase de persona es? —preguntó medio confundido medio curioso. Miraron a ambos lados antes de cruzar por la calle de doble sentido.

— ¿En serio no lo sabes? Todo el mundo por aquí conoce a la familia Way. Mi madre es gran amiga de Donna, la madre de Mikey y Gerard. Así fue como nos conocimos Mikey y yo en primer lugar.

Gerard. Así que ese era su nombre. Era bonito, pensó Frank.

— Ya te lo dije, no salgo mucho —en serio necesitaba que lo iluminarán en los asuntos vecinales y así enterarse de las cosas. Había vivido aislado más tiempo del que había creído.

— Gerard es especial, él no es como los demás —Ray continuó con su explicación improvisada al ver la confusión reinar en el rostro de Frank—. Cuando Gerard nació, nació muerto. El cordón se había enredado en su cuello y lo asfixió, los doctores lograron revivirlo pero fue demasiado tarde, el daño ya estaba hecho. Dijeron que padece de una clase de autismo debido a una alteración neurológica o algo así por la falta de oxígeno al nacer, pero Mikey siempre acostumbra a decir que es... —odiaba decirlo, simplemente no estaba bien y no le gustaba cuando Mikey lo hacía— Retrasado.

Frank absorbió todo lo que amigo le decía, sorprendido. Había notado algo raro en Gerard pero le había parecido alguien bastante normal a simple vista. Jamás se hubiera esperado recibir aquella información.

— Yo no creo que sea retrasado —agregó Ray mientras llegaban a la casa de Frank, pues había decidido acompañarlo— Él es sólo especial, adora recoger flores en el parque —dejó escapar una pequeña sonrisa— Mikey, por otra parte... No lo sé. Es un buen chico, en serio, pero no le gusta hablar del tema y la mayoría del tiempo hace de cuenta que no tiene ningún hermano. Donna lo sabe y le preocupa su negación, cree que no conducirá a nada bueno.

— Pues creo que es un tonto al tratar a su hermano de esa manera —aseguró Frank, sin saber porque sonaba molesto. No era asunto suyo y apenas los conocía personalmente, pero aún así sentía rabia.

— Como sea, Frankie. Sólo te pido que no le digas a Mikey que yo te conté o se enojará conmigo, ¿sí? Ahora debo irme a casa antes de que se haga tarde y mi madre se enojé —Frank se despidió de su amigo rizado y entró a su hogar, dónde su propia madre le regañó por haber desaparecido todo el día sin avisar. Sin embargo, al decirle que había estado en casa de un 'amigo' todo su enojo fue reemplazado por pura felicidad materna. Estaba encantada, tal como había esperado que lo estaría.

Aquella noche se durmió pensando en lo que había sucedido, en su peculiar encuentro con Gerard y de cómo este había corrido al verlo. Luego pensó en todo lo que le había dicho Ray y en como Mikey se forzaba por hacerle creer a las personas que era hijo único. Las palabras de Ray aún rondaban por su mente cuándo finalmente cedió ante el cansancio y cayó rendido en los brazos de Morfeo.

Al día siguiente Frank hizo su habitual camino hacia el parque, pero está vez estando dispuesto a acercarse a Gerard y si tenía suerte entablar una conversación con él. Y ese día sí estaba en su lugar de siempre, con una corona de flores, y entretenido con las flores silvestres del parque. No pensó demasiado al acercarse, lo único que pasaba por su cabeza era no espantarlo, pero eso no dependía de él.

— Hola —Gerard se sobresaltó al oírlo y lo miró con sus preciosos ojos verdes— ¿Me recuerdas? Nos hemos visto otras veces. Me llamó Frank. No tienes por qué temerme —dijo, viendo como el chico de cabellos rojos dudaba internamente entre quedarse o correr. Eso no estaba funcionando, debía intentar otra cosa— Veo que te gustan las flores —observó la gran variedad de estás. Ya veía porque le gustaba venir todo el tiempo al parque, las coloridas flores en serio le daban una belleza única al lugar.

Después de un tiempo se decidió por tomar asiento en el césped, pero manteniendo su debida distancia de Gerard, y recogió una margarita. Siempre le habían gustado aquellas pequeñas y simpáticas flores pues eran simples y siendo simples aún así eran hermosas. Casi cómo Gerard, él no se forzaba por parecer bonito y aún así lo era. Así es, admitía que le encontraba bonito. Se la llevó a la nariz y aspiró el duce aroma de la flor.

— Ten, es para ti —extendió su brazo hacía el chico, quien lo miró con cierta incertidumbre pero no se atrevió a tomarla. Frank se decepcionó un poco, pero justo en el momento que pensó que sería ignorado y su brazo sufriría un calambre por estar tanto tiempo extendido, y en un movimiento sorprendentemente rápido, observó a Gerard tomarla. No lo miraba a los ojos, en cambio, su cabeza se encontraba gacha con la margarita en su mano. Frank sonrió.

— No eres un gran hablador, ¿cierto? —comentó— No importa, yo tampoco soy muy sociable —suspiró, echó un vistazo a su alrededor y vio que no había mucha gente en el parque aquel día. En los días de verano casi siempre estaba vacío por el calor, pero eso no parecía molestarle a Gerard. Logró ver de reojo como Gerard levantaba la vista, pero nuevamente la volvió a bajar al atraparlo. No mentiría si dijiera que le pareció ver sus mejillas teñirse de un leve color carmesí, casi imperceptible.

Cualquiera diría que sería casi imposible pasar un buen rato en silencio, pero sorprendentemente Frank descubrió que no se necesitaba hablar para coexistir. Veía a Gerard cortar algunas flores que elegía cuidadosamente, luego las depositaba a un lado con cuidado. Ya no parecía parecerle extraña su presencia allí, o al menos eso creía. No pudo evitar apreciar los pequeños gestos que hacía con la boca o la nariz, eran adorables.

Gerard no parecía ser alguien 'retrasado' como le gustaba decir a Mikey que lo era, era tan normal como él o cualquier otro. Quizás tenía otra forma de ver las cosas, una diferente a la de los demás, ¿y qué? No había nada de malo en ello, sólo había que saber interpretar esa forma.

— ¿Para mí? —preguntó con nueva sorpresa al ver que Gerard le extendía una flor. Era amarilla y pequeña, similar a una margarita pero con pétalos más alargados y finos. Una pequeña sonrisita se dejó ver en la comisura de los labios de Gerard, tímida pero era una sonrisa. Frank la tomó y aspiró su aroma, era diferente al de una margarita, una combinación de olores vagamente familiares que no sabría decir exactamente cuáles eran— Gracias —no supo que más decir, era simplemente demasiado para digerir.

Le hubiera gustado pasar más tiempo con él, seguir viéndolo recoger flores o solo mirarlo, pero al darle la flor tomó todas las flores que había cortado y se levantó. Luego comenzó a alejarse. Frank se preguntó que cosa haría con todas las flores que cortaba o porqué lo hacía. Y se sintió aún más intrigado, intrigado por el joven de la corona de flores. No pudo no sonreír, después de todo el primer encuentro formal había resultado mejor de lo que había esperado.

Don't cry, craft ↠ FrerardWhere stories live. Discover now