1. La dama y el criminal.

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Cálida era la noche frágilmente iluminada por el resplandor vacío de la luna roja. En el sótano de una granja abandonada, se encontraba una joven abrazada con todas sus fuerzas a sus piernas, recargando la espalda contra la pared. Intentaba con desesperación calmar su ser mientras hacía lo posible por mantenerse en absoluto silencio. Lagrimas mudas resbalaban por sus mejillas al tiempo que su respiración abruptamente entrecortada se aceleraba.

Escuchó el rasgar de algo en contra del techo sobre ella, se mordió la lengua para ahogar cualquier sonido que pudiese salir de su boca y delatarla. Un golpeteo suave y repetitivo sobre la superficie le provocó un repentino escalofrío que recorrió lentamente su espina dorsal. La adrenalina corriendo por su cuerpo le alarmaba sobre un peligro inminente que se acercaba a cada segundo.

Todo en completo silencio una vez más. Aquellos ruidos desaparecieron de un momento a otro como si nunca hubieran existido. Sin embargo sus extremidades seguían rígidas como piedras, congeladas por el miedo a perecer como tantas personas lo habían hecho frente a sus ojos. Notó repentinos temblores en su rostro, uno tras otro, su mandíbula se movía involuntariamente sin que pudiese hacer algo al respecto.

Fue entonces cuando un estruendo fulminante acabó con su pequeño momento de paz. La puerta de madera en la superficie sobre ella salió despedida con fuerza brutal contra el suelo. Entre nubes de polvo y olor a viejo, una aterradora imagen hizo su aparición.

Lo primero que pudo ver fue su largo y obscuro cabello cayendo libremente desde la parte trasera de su cabeza, cubriendo todo su rostro. Estiró una de sus huesudas manos y clavó sus poderosas garras en la madera, introduciendo poco a poco su cuerpo con movimientos crudos pero exactos. Desde el techo, su vestido rosado escurría gotas de sangre que golpeaban el piso cada cierto tiempo, tiñendo de rojo a su paso.

-Ma...¿Mamá? - La chica preguntó ingenua. Era más que obvio que aquella aberración de la naturaleza ya no era su madre.

No hubo respuesta. Aquel ser demoniaco solo se quedo mirándola, suspendido del techo con la fuerza de sus extremidades. Entonces abrió la boca de una forma humanamente imposible y dejo salir un grito desgarrador que hizo estallar los nervios de la joven. Similar al de un gis rechinando contra un pizarrón pero amplificado de manera descomunal. Esta vez ella no pudo evitar soltar un grito de horror.

Su madre se contorsionó erráticamente y estiró los brazos quedando suspendida del techo solo por los pies. Luego se dejó caer al suelo y comenzó a arrastrarse lentamente en dirección a ella, tan despacio que parecía estar detenida en el tiempo. En un parpadear de ojos, fue como si se desintegrara en el aire y luego volviera a formarse a escasos centímetros de la joven.

Pudo sentir su respiración frente a su rostro, olía a huevo podrido. Ella no pudo evitar hacer una mueca de desagrado al tiempo que intentaba alejarse pero se dio cuenta de que se le había terminado el espacio. Estaba entre el ente maligno y una pared de manera que le impedía escapar.

La criatura volvió a abrir su enorme boca y dejó ver una serie de enormes y afilados colmillos de los cuales escurría espesa saliva. Del interior de su garganta salió una especie de graznido cargado de fuerza y furia. Luego retrocedió lentamente sobre su torcido cuello para preparar su ataque mortal.

-¡No por favor! - La chica gritó con todas sus fuerzas aun cuando sabía que era inútil. Su cuerpo se preparó para lo peor y llevó ambos brazos al frente de su rostro en un intento de protegerse. Cerró los ojos y presiono sus dientes unos contra otros esperando sentir dolor.

En aquellos tiempos la esperanza era algo escaso, algo casi inexistente que se presentaba de maneras extraordinarias y bajo circunstancias prácticamente imposibles. Para aquella joven asustada y resignada a morir, se presentó en el sonido de golpe poderoso que salpicó su rostro de un liquido cálido.

Revelaciones: La marcha de los caídos.Where stories live. Discover now