Capitulo 3

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El hombre asintió con la cabeza y salió de la habitación, dejó entrar a una mujer muy pocos minutos después.

–¿En serio has tenido el descaro de decir que no tienes hermana? –le preguntó la mujer enfadada mientras ingresaba a zancadas a la habitación y se colocaba frente a él, del otro lado del escritorio que los separaba. Parecía enfadada.

–Es cierto en parte –le contestó y se encogió de hombros –No eres mi hermana Loring.

–¡Joder Reth sí que te tomas demasiado a pecho lo de los parentescos! Que no tengamos padre en común no significa que no seamos hermanos –exclamó y se percató de otra presencia dentro de la habitación.

La mujer de cabellos rubios casi blancos se giró y miró a Kilian.

–¿Y este?

–Cortesía de la ODSRS –le contestó mientras seguía con su trabajo –¿Para qué has venido?

–Es mamá, hace más de dos meses que no sale y ya no sé qué hacer. Sabes que siempre has sido su preferido quizás...

–No iré.

La mujer rodó sus ojos color celestes y los clavó sobre su medio hermano.

–¿Hace cuánto ya que no la visitas?

Reth levantó la vista y la miró.

–¿Quince años quizás? –comentó y se volvió a encoger de hombros –La verdad es que poco me importa.

–Cincuenta Reth, ¡cincuenta! ¿Sabes cómo se siente por eso?

–Poco me importa.

–¡Es tu madre!

–Dejó de serlo cuando como una idiota volvió a los brazos de mi padre. Le advertí lo que sucedería si lo hacía.

–Sabes que nunca ha dejado de amarlo aunque lo hubiese querido. Ella lo amaba Reth.

Reth levantó la mirada furioso y la clavó en los ojos celestes de su hermana.

–¡Oh, vamos! ¡Por favor! ¿En serio lo dices? Lo que siente nuestra madre por esa lacra no es amor, sino que es esa jodida obsesión que implanta en todo lo que se mueva solo para ganar provecho de algo. Él nunca ha amado a nadie más que a él mismo.

–Sabes que su muerte le ha afectado y tu sin...

–No creas que diciéndome eso conseguirás que vaya. No iré.

–¡Tambien es tu elemento! ¿Por qué no logras entender que mientras más lejos estás del agua más débil te vas haciendo?

Reth volvió su mirada al ordenador y continuó con lo que estaba haciendo. Los minutos pasaron y ella continuó allí, hasta que bufó.

–¡Bien! ¡No vayas! ¡Cuando muera no pienses que vendré aquí a decírtelo!

Y luego de aquello escuchó el gran portazo que dio. Reth suspiró, tirándose hacia atrás, contemplando el techo de su oficina. Sabía que habían pasado cincuenta años desde que no veía a su madre y si hermana hubiese sido más exacta, hubiese dicho cincuenta años y siete meses.

Nunca había querido ver a su madre sufrir y menos por un hada que no valía la pena ninguna de sus lágrimas, pero todo se había dado de la peor manera y él no había sabido enfrentarlo y había preferido huir y escapar de ella y esa maldición que parecía atormentarlo cada vez que la veía, pues cada vez que ambos lo hacían ella no paraba de recordarle lo parecido que había salido a su padre y aquello le molestaba demasiado.

Voluntad de aguaWhere stories live. Discover now