Capítulo Treinta y Nueve: Promesas

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Durante meses pensé mucho en este rostro. Hay un pequeño rastro de tristeza en su mirada, ha pasado por lo suficiente para entenderlo. Tiene ese apenas perceptible rastro de pecas en su nariz y parte de sus pómulos que ella parece ignorar y su boca sigue siendo de un rosa bastante atractivo. Noto que su cabello cae un poco más debajo de lo que lo hacía antes.

Ocho meses traen muchos cambios y aun así ella causa las mismas sensaciones y sigue siendo la mujer que tomó mi corazón y no parece tener intención de devolverlo. Tampoco lo quiero de vuelta porque voluntariamente se lo entregué.

Mi corazón está mejor en sus manos que en las mías.

Mis pulgares acarician sus mejillas mientras sus ojos avellanas se mantienen observándome. Es difícil creer que esto está sucediendo. Es extraño y reconfortante.

—Te amo—susurro, sus labios se estiran en una sonrisa.

—Es bueno saberlo porque como que también te sigo amando.

— ¿Eso crees?

—Estoy muy segura.

Bajo mi rostro al suyo y por este breve momento todo lo que puedo pensar es Adelaide. Presiono mi boca de la suya y siento su suspiro. Abro un poco mi boca y entonces acaricio sus labios. Es un beso suave, el primer beso autentico.

Se guía por mí y no me detiene. Sé que estamos en medio de un aeropuerto pero no puedo simplemente apartarme, al menos no por mi propia voluntad. Se escucha de un momento a otro un fuerte sonido y me alejo mientras mi corazón late con fuerza y tomo grandes respiraciones.

— ¿Jocker?

Miro alrededor y entonces me doy cuenta que es solo el sonido que viene antes de que avisen a los pasajeros abordar algún vuelo.

Trago en seco. Creo que en este momento no soy apto para escuchar fuertes ruidos. Adelaide vuelve a llamarme. Estiro mi mano hacia ella y entrelaza nuestros dedos.

—Quiero... quiero ir a casa— murmuro. Aprieta mi mano.

—Entonces vamos.

***

Mamá no deja de llorar y me abraza tan fuerte que parece que jamás va a dejarme ir. Entonces puedo sentir que también derramo lágrimas porque pensé que no volvería a verla y porque la idea de saber que ella sufría no me gusta.

—Mi niño.

—Estoy aquí mamá.

Me abraza tan fuerte que la herida aun sanando en mi costado duele, pero es algo que puedo ignorar si eso me garantiza aun sostenernos. Cuando ella me libera Alaska es la siguiente y ella si que podría dejarme sin aire.

—Cumpliste tu promesa. Te amo, gracias.

—No podía fallarte.

Alaska siempre ha sido la sentimental, dulce y llorona de la familia por lo que nadie la aleja mientras se aferra de mi camisa y llora. Creo que yo tampoco puedo detener las lágrimas porque después de mucho tiempo y de creer que este día nunca llegaría yo estoy con mi familia.

Cuando ha sido suficiente entonces es el turno de Alice y ella llora mucho, se disculpa, balbucea cosas que no logro entender y parece que yo soy quien la sostiene.

—Al, todo está bien.

—Lo siento. Lo siento mucho.

Mientras la abrazo noto las nuevas lágrimas de mamá y la manera en la que todos parecen no querer verme. Es fácil deducir que me ocultan algo pero no puedo enfocarme en ello cuando alguien me abraza desde atrás alzándome y ocasionando que libere a Alice.

Término Medio ( #1 Saga InfoNews)Where stories live. Discover now