La última noche paga (hard)

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  En el mundo de la prostitución, para todos es duro, lo sé. Pero seamos sinceros, los hombres se llevan la peor parte.
  O, más bien, yo, Simon Stevens, me llevo la peor parte.
  —¡A-aaaah! —Cómo detesto a este viejo...
  —Gemís como marica... —Me masculla en el oído con su voz de lija... Lo describiré rápido: Un fisico-culturista rico y retirado al que le gusta el sadomasoquismo y no cree en el lubricante, y compró por adelantado todas mis noches de viernes por un mes.
  Me tomó del pelo tan fuerte que me hizo gritar, y golpeó mi cabeza contra el vidrio blindado de la ventana. Le encanta oirme gritar, pero no quiere escuchar mi voz, siempre se queja de ella.
  Me propinó otro fustazo en el trasero.
  —¡N-naaah...! ¡Ah! —Me temblaban las piernas, pero tengo que aguantar, aun falta para la peor parte. Y si me llego a dormir/desmayar no me van a pagar... Y el maldito del burdel me pondrá tres noches de trabajo gratis para compenzarlo.
  El trabajo es mucho peor cuando se es de contextura pequeña como yo. Mido 1'65m y pesaré unos 49kg, y aunque hago bastante ejercicio, mis músculos dan pena.
  "Blacktail" (el nombre de físico-culturista de mi cliente, con el que me hace llamarlo) acarició mis costados con sus grandes manos y me dio una nalgada sobre las heridas. Qué fríos que son los vidrios en invierno... Solo lo supe cuando puso mis pezones contra este, los cuales estaban agarrados de sus piercings a unas cuerdas de tirar pezones. Cómo dolían, joder.
  —Relaja un poco ese cuerpito...— Me dijo al oido mientras me acariciaba de pies a cabeza. Besó mi cuello y mi espalda contracturada. —Qué nudos que tienes... —Dijo y me dio un fustazo ahí.
  —¡Aaah! N-no, Blacktail...
  —AMO Blacktail. —Y me golpeó de nuevo.
  —¡N-nmmh!
  —Ahora sí te me relajas, o tendré que lastimarte mucho como la semana pasada. —Eso significa: "Aprieta los dientes". Traté de controlar mis temblores mientras me acariciaba y abrí las manos, antes puños apretados unidos por esposas frías y ajustadas.
  Me metió dos dedos con facilidad, pero los movía adentro como un oficial buscando drogas, aún tenía heridas abiertas ahí.
  —¡A-a-aahh! ¡A-amo-...! —Me tapó la boca fuertemente con su mano libre, trayendo mi cuerpo hacia el suyo. Dio un paso adelante, poniendo mi vientre en el vidrio, y metiendo los dedos cada vez más dentro.
 —Nnh... Ya empezaste a sangrar, qué bella es tu juventud.
  —¡¡N-nnmh!! —No podía dejar de mascullar tras la mordaza de carne. Soltó mi boca y comencé a gritar despacio, pero si me soltó es porque quería que le dijera algo.—A-aaah... Amo... V-véngase dentro de mi, no puedo esperar...—Me tomó del cuello y puso mi mejilla contra la ventana. -¡Nnh!
 —Y eso cómo se dice...?
  —A-aah... Ha-ha... Por favor...
  —Así me gusta. —Sacó bruscamente sus dedos y llevó esa mano a mi boca, la cual abrí sumisamente. Una vez dentro estos, los movía por arriba, debajo, a los lados, en todas partes de mi boca. En cada parte de mi cuerpo, frío, y en mi cerebro golpeado por el dolor, había una explosión de sabor metal.
  Con su mano limpia, me tomó de una nalga y tiró de ella; pude sentir una gota de sangre deslizarse entre mis testículos. Sacó sus grandes dedos de mi boca y los usó para tomar su miembro y colocar la punta en mi entrada. Dios, tan solo eso dolía.
  —¡¡Aaaah!! —Nunca tiene piedad para entrar...
  —Nnh... —Juraría que en segundos ya lo había metido por completo. Comenzó a moverse.—¿Te gusta...? —Tenía la cara contraída de dolor, pero lo soportaba aún. Tomé aire mientras hacía fuerza para no apretar los puños, por miedo a que me diga algo.
  —S-sí... M-mucho...
  —¿Y si... —Dio una fuerte embestida, que puso todo mi cuerpo contra la ventana.—... v-voy más fuerte?
  —¡S-sí...!
  De repente salió de mí. Pude respirar, pero fue un segundo. Me tomó fuertemente de un brazo y me lanzó a la cama. Caí de espaldas.
Me hizo cerrar las piernas y se sentó sobre mí mientras me quitaba las esposas.
  —Quiero hacer otra cosa... —Se levantó de mí y me hizo darme vuelta.
Me senté lentamente, mirándolo con lascivia como le gustaba que hicieran.
 —¿S-sí, amo...? —Se sentó en una orilla de la cama con los pies en el piso.
  —Bájate de la cama y ven. —Dijo mientras tomaba una gota de vaselina del expendedor de su mesita de noche. Eso me sorprendió.
  Obedecí e inmediatamente me tomó de mis costados y me llevó a sentarme en sus piernas. Dispersó la vaselina en su miembro y me tomó de la nuca. Me besó. Vaya... Besa bien.
  Quise acariciar sus hombros, tan rígidos y bien diferenciados, era como sugetarme a una baranda para no caer a la locura. Él acariciaba mis costados con una mano como si fuera cintura de dama, y con la otra me hacía mimos en el pelo. Eran mimos bruscos pero dulces, y su mano era tan grande que podría aplastar mi cabeza cerrando su puño. Arqueé mi espalda para excitarlo y me permití disfrutar un poco, entonces él acarició mi espalda.
  Lo tomé de la cara como colegiala enamorada y me enfoqué en su lengua. Entonces él tomó una de mis manos y la llevó a sus pectorales. Me aferré a a ellos con brusquedad, y entonces me di cuenta de que estaba erecto.
  Frotaba en leves meneos mis testículos contra su gran miembro, eso lo volvió loco. Soltó el beso y comenzó a jadear.
  —Aah... —Tomó mi cuello y parte de mi hombro con una sola mano, y empezó a jugar ahí con su boca.
  Mordía y luego lamía las heridas, aunque en ningún momento me hizo sangrar. Me estaba tratando como a un amante.
  Tomó nuestros dos miembros juntos y comenzó a jalarlos arriba y abajo. Su mano aún conservaba un poco de vaselina, así que no importaba lo brusco que fuera, yo siempre quería más.
  —A-amo... más, por favor... —Supliqué moviendo mis caderas.
  Mordisqueó más fuerte mi cuello y sorprendentemente me complació. Comencé a gemir en su oído, con la voz más gruesa que podía hacer, eso lo excitó bastante. Me masturbó más fuerte.
  —Eres bueno cuando te mimo así... — Llevó su mano desocupada a mi trasero y lo acarició. —Eres tan lindo... ¡N-nh! M-me correré dentro de ti. —Entonces quise hacer algo. No pude aguantar.
  —E-espere... —Saqué su mano de nuestros miembros y me levanté despacio, arqueado... Quería ser sensual para él. Tomé su miembro lubricado y lo coloqué en mi entrada. Comencé a bajar lentamente.
  Lo miraba a los ojos. Su cara era muy fea, pero estaba cegado por el placer. Me encantaba verlo disfrutar.
Su punta tocó mi punto G, y él lo supo porque me estremecí. Aún faltaba medio tronco por entrar, pero no le importó. Me tomó de ambas nalgas y comenzó a moverme sobre ese punto.
  —¡N-ngh!
  — ¡A-aah! ¡A-amo, me encanta!—Lo abracé fuertemente por el cuello y me arqueé aún más. —¡Siga, por favor!
  Me aferré a su espalda, tan dura y sudada que me recordó a las valdosas del patio de mi abuela en días de lluvia. La estaba pasando mejor que cuando jugaba ahí, y los patios parecían nunca terminar. Le gemía al oído, y a él le encantaba... Su miembro era cada vez más grueso, y a veces daba envestidas fuertes que mi cordura no podía soportar.
  —¡N-nnggh! —Soltó un gemido entre dientes cuando me tomó fuerte para girarnos y tumbarme en la cama. —T-te voy a mostrar lo que es un orgasmo... —Entonces comenzó a embestirme como un animal, pero no me sentí violado. La vaselina me salvaba, y mi punto G estaba por hacer que mi corazón explote.
  —¡A-mo Blacktail! —Cuando dije eso, tomó mi miembro, insignificante ante la fuerza y tamaño de sus manos, y me masturbó con un cuidado brusco. Su pulgar era el único dedo suave que tenía, y lo frotaba en mi glande todo el tiempo. Me estaba consintiendo, yo la estaba pasando mejor que él en ese momento. Las envestidas me hacían sentir dulcemente partido. No podía esperar para sentirlo correrse en mis heridas... Lo abracé tan fuerte, era mi único sostén cuando se llevaba por delante todo mi pequeño cuerpo.
  —¡Nnghh! ¡M-me correré dentro de ti ya...! —Y lo hizo, y segundos después yo me corrí.

  Pero las ventanas empañadas no saben de minutos y segundos, ellas cuentan los días. Y, siete días después, cuando fui felizmente a su enorme propiedad a cumplir mi labor, luego de haber terminado yo estaba abrazado a él, acunado por un leve sueño de placer, y me dijo algo que explotó el regocijo de mi alma.
  —O-oye, Simon... —Susurró entre jadeos. —¿Tú la pasas bien conmigo...? —Al principio no entedí bien lo que quería, así que solo fui sincero.
  —B-bueno... Mucho mejor que con la mayoría de mis clientes, jaja. — Dije con cara de tomate y risita de niña.
  —¿Y si... —Se volteó hacia mí y comenzó a acariciar suavemente mi mejilla con su pulgar.—... te compro?
  Me quedé atónito, no sabía ni como reaccionar a eso. Comprar a un prostituto no es barato, y menos en mi burdel.
  —¿Q-qué? —Dije con ojos de plato. Él rió.
  —Tal y como lo escuchaste. No quiero que seas mi esclavo, solo que contigo he tenido el mejor sexo en años, y hoy ni siquiera usé viagra... Eres sorprendente. Y me da pena dejarte ir y saber a donde vas. Quiero saber que cuando te vas eres libre, y puedes venir aquí siempre que quieras y por voluntad propia. ¿Y si te compro y vives conmigo...? O te pago un departamento en la ciudad, y puedes tener tu vida... siempre y cuando no me olvides.
  No lo podía creer. Por un segundo estuve a punto de pedirle matrimonio a este hombre, pero en cambio... Comencé a llorar. Lo abracé con todas las fuerzas que mis brazos tenían y sollocé como una niña que encontró a su padre. Estaba tan feliz...
  —¡A-amo Blacktail! —Dije entre sollozos. —E-es lo mejor que me ha pasado en años...
  —He-heh... Tranquilo. —Acarició mi espalda y besó mi mejilla. —Todo estará bien ahora.

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