Ni un minuto antes, ni uno después, llegaste en el momento preciso, cuanto me estaba hundiendo, cuando el agua había llenado tanto mi alma que ya no podía respirar, ahí, justo en el momento que me estaba dando por vencida.
Apareciste y el agua se volvió cristalina, el cielo azul y deje ir tanto dolor, después de noches tormentosas, de tanto daño, de vidrios incrustados en mis costillas, de tantos cabellos perdidos, jamás imaginé que pasaría esto.
Apareciste como esa pequeña lámpara en el cuarto cuando todo está oscuro y te da miedo, pero ahí está, iluminando un poco, dando esperanzas a dormir tranquila. Apareciste y quitaste los miedos de mis dedos, me ayudaste a ser libre de nuevo y no prisionera de un recuerdo miserable; me besaste y me levanté después de estar de rodillas, entonces entendí que en ese preciso momento, habías aparecido a tiempo, justo como el primer momento.
