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Maldita sea, mi alma al Diablo. Creo si Sea lo ve, no me lo cree. Suspire levemente y entre a la cocina. Tenía algo de hambre. Lo busque con la mirada, y lo encontré jugando con los adornos de mi mesita de té.
Viéndolo así, que gay es tener una mesita de té, si no hubiera sido por Sea, no la habría tomado.

- ¡Oye! No hagas eso - le dije. Levanto la vista y le miro.

- Siempre me pregunte, ¿Por qué los gays son tan detallistas? - dijo y dejo mi pequeño Buda en su lugar.

- No lo sé, solo lo somos - dije y volví a lo que estaba haciendo.

Tome el cuchillo y comencé a cortar las frutas. Podía sentir su fija mirada en mí. Sin dejar de cortar levante la vista y sí, me estaba mirando. Sonrió levemente y comenzó a acercarse hacía la cocina.

- ¿Cuántos años tienes? - le pregunte.

- Oh Louis, eso no se le pregunta a otro hombre - me dijo divertido. Reí con ganas.

- Creo que es a las mujeres - dije divertido.

Se acerco un poco más a donde estaba yo. Tomo una manzana del canasto y la froto contra su camisa. La acerco a su boca y le dio un rico mordisco. Se relamió los labios para juntar el jugo que se estaba cayendo por ellos.

- Se enojo mucho cuando hice eso - me dijo después de tragar el pedazo de manzana.

- ¿Quién? - le pregunte.

- Dios - me dijo. Estaba por tirar la manzana, pero se la quite y la corte para mi ensalada de frutas.

- ¿Se enojó? - dije sin entender.

- No sabes cuánto - dijo algo divertido - Ese día se enojo tanto que se le formaron arrugas en la frente. Pero yo le dije: 'Barba, tú tuviste la culpa, ¿Para qué haces frutas que no quieres que coman?' Con eso se enojo mucho más.

- ¿Es verdad que tú eras un ángel antes? - le pregunte. Me miro bien.

- No, no es verdad - me dijo y sonrió - Siempre fui el Diablo. Cuando hice que Adán y Eva comieran la manzana, fue para estar a iguales con Dios

- ¿A iguales? - dije al no entender.

- Si, Dios tenía todo. Hombres buenos, animales lindos y peludos, agua pura, aire limpio y no había nada más. Yo tenía que tener algo ¿No te parece? - me dijo. Lo mire divertida - Vivir ahí abajo solo, no era divertido. Y eso que a veces subía a su casa a jugar boliche con él

- ¿Con Dios? - le pregunte.

- Si precioso, ¿Con quién sino? - Me pregunto - Cuando ellos dos comieron la frutar, nació una persona muy importante para mí - lo mire bien.

- ¿Quién? - le pregunte con cierto grado de molestia.

- Alissa- me dijo. Deje cortar fruta y lo mire. Era una mujer.

- Una mujer - dije y volví a cortar.

- Si, pero no cualquier mujer - dijo. Sentí un cierto sentimiento de furia - Ella es la muerte - lo mire sorprendido.

- ¿La... la Muerte? - pregunte.

- Si, es mi hermana. Y con ella vinieron mis otros hermanos los Demonios.

- Mira, esto ya me está resultando un poco tonto ¿Piensas que voy a creerte todo eso? - le pregunte.

- No me creas si no quieres precioso - me dijo y salió de la cocina.

Vi como se alejaba. ¿Se cree que soy tarado? ¿Qué es eso de que la muerte se llama Alissa y que él jugaba al boliche con Dios? Por Dios, necesito sacar a este hombre de mi casa, ya mismo. Salí de la cocina y entre a la sala. Él estaba sentado en uno de los sillones.

- Precioso, ¿Tienes algo que tenga un poco de alcohol? - me pregunto. Me gire a verlo.

- Si, tengo un poco de Whisky - le dije y me acerque a mi pequeña cantina. Me agache y busque un vaso. Tome el Whisky y se lo alcance.

- Gracias precioso - me dijo y tomo. Se puso de pie y camino hasta mí.

Mi respiración se agito más de lo normal al tenerlo tan cerca. Me lleva una cabeza y media de alto, es grande y fuerte. Su sola presencia es poderosa. Me miro fijo a los ojos, ¿Cómo puede ser que el Diablo tenga unos ojos tan lindos? Levanto su mano y acaricio mi cabello. Mi piel se erizo por completo. Su mirada se poso en mi boca, que se encontraba semi-abierta a causa de que me estaba costando respirar.

- Linda boca.- me dijo y volvió su mirada a la mía - Ahora necesito que me digas que es lo que quieres a cambio de tu alma

- ¿Qué es lo que quiero? - le pregunte nervioso. Él aun estaba cerca de mí.

- Si, ¿Qué es lo que quieres? - me preguntó.

- Yo... yo no lo sé - dije después de unos segundos de silencio.

- ¿No lo sabes? - me dijo algo sorprendido. Negué con la cabeza.

- No - le dije. Mordió sus labios y se alejo de mí. Casi llore cuando hizo eso. Solo con tenerlo cerca me siento... bien.

- Bueno, tienes una semana para pensarlo - me dijo. Lo mire algo sorprendido.

- ¿Una semana? - pregunte.

- Si, y si en una semana no sabes lo que quieres, me llevo tu alma igual. Sin nada a cambio - me dijo. Mi corazón se congelo.

- No, no puedes hacerme eso - le dije sin poder creerlo.

- Claro que puedo Louis, soy el Diablo - me dijo. Se quito el saco y lo colgó por una de las sillas.

Ahora se podía notar con más perfección cada fibra fuerte de su cuerpo. Se desacomodó la corbata y desabotono los primeros botones de su camisa, dejándome a la vista un poco de su carne desnuda. Mordí mi labio inferior con fuerza. Juro que ya me podía imaginar saboreando su piel. Me miro y se miro a él mismo.

- ¿Quieres tocar un poco? - me preguntó. Me sorprendí ante su pregunta.

- No, no. Voy a cambiarme - le dije y entre a mi habitación. Me apoye contra la puerta cuando la cerré.

Dios mío, este hombre es demasiado! Sacudí un poco mi cabeza y me aleje de la puerta. Busque mi ropa de dormir. No sé si será apropiado quedarme solo con boxer él aquí, pero no me importa. Me saque esa incomoda ropa y me puse un camisón. Antes de poder detenerme a pensar salí de la habitación para dirigirme al baño. Sentí su caliente mirada sobre mí.

- Uuuuh, eso es lo que más me gusta de haberle dado de comer la manzana a Adam y Eva - me dijo. Me gire a verlo - La tentación vino con eso precioso.

- Eres demasiado hablador, ¿Sabias? - le dije y entre al baño. Sonrió y se puso de pie. Caminó hasta el baño donde estaba yo cepillando mis dientes. El se apoyo por el marco de la puerta.

- Lindas piernas, lindo trasero, linda boca, lindos ojos- dijo sin dejar de mirarme. Lo mire fijo - buena tentación para los demás hombres.

- Gracias, eres muy considerado - le dije irónico. Rió por lo bajo.

- Y muy gracioso - me dijo y se acerco un poco más a mí. Me voltee para quedar frente a él.

- Aléjate - lo amenacé.

- Mmmm - dijo y volvió a pasar su lengua por sus labios - Eres tan amenazante, precioso.

Poso su mano por el costado de mi cintura y con un solo tirón me pego su fuerte cuerpo. Mis piernas temblaron levemente y su mirada me dejo sin habla. Su pelo estaba levemente desordenado, excitándome. Se inclino hacía mí y sentí el calor de su aliento contra mi cuello.
- Eres tan excitante, Louis - me susurro al oído. Un escalofrió bajó por mi columna. Reprimí un gemido. Hasta su voz era excitante.

- Lo mismo digo - dije sin pensarlo

OLBAID -Larry Stylinson-Where stories live. Discover now