PARTE 2: ANTHONY

225 38 16
                                    

Mi yo de hace algunos años no era tan estúpido como el de ahora. Me gustaría retroceder el tiempo y que me quedara así para siempre.

Aún recuerdo cuando conocí a Ian, mi mejor amigo y una de las personas que más he querido en mi vida. Recuerdo su cara de asustado cuando estaba presentándose ante nosotros, todavía me causa gracia aquello. Aunque debía de admitir que en ese momento me empezaba a caer bien.

Al finalizar la clase decidí hablar con él, saludarlo para que viera que no tenía malas intenciones hacia él. Cabe destacar que era muy pero muy reservado, y me costó tanto sacarle información. Pero con el paso del tiempo, pude hacerme su amigo. Él era genial, y no me arrepiento de haber tomado la iniciativa de hablarle.

A los diecinueve decidimos irnos a vivir juntos. Fue la mejor decisión que pude haber tomado en mi vida. Compartir casa con mi mejor amigo, era lo mejor que se me pudo pasar por la mente.

Desde ese momento supe que algo cambio en mi vida.

Recuerdo un día cuando Ian se enfermó de una simple gripe que pareciera que lo iba a matar, tuve que cuidar de él por una semana. Era un niño quejándose porque no podía jugar, o porque no quería tomar de su sopa y solo quería dulces.

Un día de esos le dio una fuerte fiebre, el pobre alucinando contándome cosas, no podía engañar que ese día estaba muy preocupado, y para completar, estaba lloviendo y no podía sacarlo al hospital, tuve que quedarme en su habitación.

-Anthony...-lo escuche con su voz temblorosa.- tengo miedo.

-¿Por qué?

-Tengo miedo a morir y olvidarme de esta vida.

-Solo es una fiebre, Ian, no te vas a morir de una simple gripe.

-¿Y si muero?

-Ian, no vas a morir hoy. -Rodee los ojos. Me acerque a él apoyando mis codos en la cama.- No voy a dejar que mueras de gripe, imbécil.

-Eso espero.-rio escandalosamente.

Yo le sonreí y me asegure de su fiebre, tocando su frente con el gran cabello que tenía. Ya no tenía fiebre lo cual me había aliviado un poco, pero no pude quitar mi mano de su frente al ver sus brillantes ojos azules mirándome, lo cual me causo un extraño sentimiento dentro de mí.

Aleje mi mano rápidamente y me senté de vuelta, cogiendo un libro que tenía Ian en su mesa, leyendo la primera página que encontrara.

Se había quedado dormido, y no pude evitar mirarlo de reojo contemplándolo mientras dormía. Veía como su pecho subía y bajaba mientras respiraba con tranquilidad, su cara estaba más pálida de lo normal, pero aun así, no pude evitar sentir ternura al verlo.

Desde ese día, no supe que fue lo que me pasaba exactamente.

No podía explicar el por qué me gustaba ver a Ian mientras dormía, o por qué me reía sin razón al verlo, o simplemente, el por qué me sonrojaba cuando me halagaba por simples bromas.

Aquello no me estaba pareciendo lo correcto, y salía de vez en cuando por ahí con algunos amigos.

Un día conocí a una chica, ella era muy linda y amable conmigo, al parecer le gustaba y no pude decirle que no a una salida. Con tal, nunca sentía nada por ella.

Y eso me aterraba.

Empecé a salir con ella, y no sé cómo paso, pero termine siendo su novio. Ella me agradaba, me parecía una increíble persona, era hermosa, me gustaba. Pero no como ella lo esperaba.

Mis sentimientos hacia Ian cada vez eran más extraños, me mareaban y no quería pensar que estaba sintiendo algo más que amistad por mi mejor amigo.

Little Memories (Ianthony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora