5. ¿Bien acompañada?

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Abro los ojos y veo a Héctor que me mira fijamente. Me sobresalto y le miré a los ojos, intentando saber porqué me miraba tan fijamente.

- ¿Pasa algo? -desistí.

- Mientras dormíamos -dijo, sin dejar de mirarme. Estaba confundida, no me acordaba de casi nada.- empezaste a llorar, y a susurrar algo que no entendí. -eso era típico de mi. Solía hablar en sueños.- Hasta que oí mi nombre.

Me quedé sin habla. Me mordí el labio inferior mientras notaba el calor de mis pómulos. ¿Estaría obsesionada con él?, ¿Habría soñado con él?, ¿Estaría asustada y por eso dije su nombre?, no tenía ni idea de que pregunta-respuesta venía mejor. No sabía qué decirle.

Le miré buscando nada. Tal vez un poco de compasión, o tal vez cariño, o que simplemente se callara la boca, por ser tan estúpido.

De repente empezé a recordar imágenes de lo ocurrido: Yo llorando en mitad de una acera, los ojos de Héctor, sus manos quitándome la ropa, su boca gesticulando palabras que no recuerdo... Me sentí feliz pero a la vez triste. Me había recogido de debajo de la lluvia, pero enseguida recordé lo borde que había sido el día que me caí encima de él. Arqueé mis cejas, pensando que diría algo. Pero no lo hizo. Acercó su mano a mi cara, y me acarició la mejilla, con cuidado, como si tocase una hoja de cristal.

Y entonces vi su imagen que se acercaba a mi despacio, me eché hacia atrás pensando que era mi imaginación, por el dolor de cabeza que tenía. Pero sentí que su mano en mi nuca no dejaba que me echara, giró la cabeza, sin dejar de mirarme a los ojos, y fue dejándose caer conmigo en la cama donde habíamos dormido. Me dejé caer, y vi como se sujetaba su peso en sus brazos, encima de mi.

De repente se acercó a mi deprisa y juntó sus labios con los míos. Nos derritimos en un beso que parecía no acabar nunca, que de hecho no acababa. Me besaba lentamente pero apasionadamente, jugamos con nuestras lenguas como si fueran pececillos en un mundo de calientes caricias.

Mientras me besaba iba levantando la sudadera que me había prestado hasta quitármela del todo. Acariciaba cada centímetro de mi pequeño cuerpo, como si quisiera recordarlo para siempre. Acaricié su musculosa y ardiente espalda mientras él me besaba el cuello.

Esa mañana tan solo nosotros y las sábanas de su cama sabrían que había pasado.

Cuando volví a despertar me dolía todo el cuerpo, miré a mis lados, y le vi. Durmiendo plácidamente. No pude evitar sacar una pequeña sonrisa y un suspiro. Empecé a pensar en qué hacía allí, en los cálidos abrazos de un chico que había sido malo conmigo, que no se había preocupado nada por mi, hasta ayer.

Supuse la teoría de que no me quería cerca de su círculo social... Igual esto lo hacía por mero placer y le daba exactamente igual. Tal vez sólo me usaba en silencio, pensando que yo no me daría cuenta, ¿igual él pensaba que con sus preciosos ojos verdes arreglaría el desastre?

Ya no sabía si odiarle a él por usarme...

U odiarme a mi por dejar que lo hiciese...

En ese instante noté cómo una mano me pasaba por la cintura, abrazando mi tripa. Me besó la nuca  y yo me giré, me miraba feliz, con alegría en su mirada, hasta que vio la tristeza en la mía.

- ¿Qué te pasa?

¿Qué podía contestarle yo?, sabía lo que me pasaba, perfectamente, pero no sabía como contarselo...

- ¿Porqué, Héctor, porqué? -dije, entristecida-

- No te entiendo -dijo serio, mientras se incorporaba y apoyaba su antebrazo en el colchón.

- ¿Es este tu juego? -dije, un poco cabreada- ¿Derretir el alma de todas las chicas a las que miras con tus ojos?, ¿Acostarte con ellas para olvidarlas?, ¿No querer? -noté que estaba a punto de echarme a llorar.

- Anne, no sé muy bien que te pasa -dijo mientras ponía la palma de su mano en mi frente, intentaba mirar si tenía fiebre... qué gilipollas. Le aparté de un manotazo su mano- pero no sé muy bien de donde has sacado esas ideas... -realmente se le notaba preocupado- yo no soy como te has imaginado, te lo aseguro, en lo bueno y en lo malo.

¿En lo bueno y en lo malo?, ¿A que se refería?, iba a preguntárselo cuando de repente sonó su móvil.

- Espera un segundo, preciosa.

Se fue de la habitación, y yo estuve a punto de pegarle un grito por haberme llamado preciosa. Pero no tenía razones. Había mantenido la calma ante mis borderías y al final, no era como yo creía, pero seguía sin entender lo que era lo bueno de él, y lo malo.

Cuando se fue, miré hacia el techo y me sorprendí al ver un póster de Ghost Rider ,(el motorista fantasma) no me lo esperaba, seguí una línea imaginaria de pósters de grupos de música, hasta llegar a su escritorio, junto a una ventana. Me levanté hacia la ventana, y vi en su escritorio fotos de él con sus amigos, diplomas de concursos, y libros de texto.

Me asomé a la ventana, e intenté reconocer el barrio donde estábamos, pero nada. Ni me sonaba. Sentí como Héctor me cogía la cintura y me daba la vuelta y me abrazó. Horrible su dulzura, que a pesar de que le odiaba, le quería.

- Héctor no entiendo nada... -dije susurrando-

- No hay nada que entender Anne, no hay ningún problema. -no respondió a mi pregunta, pero tampoco me importó.- Prométeme que no me odiarás por ser así -dijo, riendo.

- Vale, Héctor -dije también riendo, mirntras le abrazaba con más fuerza.- Vale...

- Vale... -dijo con picardía.

- No te atrevas a imitar Bajo La Misma Estrella -reí.

- ¿Cómo?

- No me digas que no conoces Bajo La Misma Estrella -le miré, sonriendo.

- Pues no

- Tienes que ver esa película -Le di un golpe en el hombro

- De acuerdo, Anne, pero tú a cambio... -me cogió de la cintura y me levantó en el aire, me tiró al colchón boca arriba, y se dejó caer a mi lado, miramos hacia el techo- Verás esa magníficca película: Ghost Rider. -se giró hacia mi y me sonrió- ¿Vale?

- Vale

Le miré a los ojos, y sonreí. Tiró de mi hacia él y me besó.


//Espero que os esté gustando, chiquitos míos. ¿Porqué Héctor es así con Anne?, ¿Creéis que la está utilizando?, ¿Creéis que Anne se está enamorando de Héctor? Dejad un comentario con vuestras opiniones sobre el transcurso de la historia. Os quiero!!//

AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora