Relatos Apocalípticos.

RELATO 2: ¿Movimiento Vegano?

Una sociedad distopica donde el mundo se divide entre extremistas veganos y gente "carnívora". 

¡Bienvenidos a este relato! Originalmente mi relato tenía la intención de ser una parodia algo cómica, pero acabo volviéndose ligeramente dramático en el camino. 

Si hay errores, me disculpo. Es bastante posible. 

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1

Soy un carnívoro.

Hoy en el mundo no es tan simple admitir algo como esto. Significa estar listo para luchar por tu vida, a sacrificarlo todo, a veces, incluso a ir en contra de los deseos de tu familia.

Si quieres comer carne, debes estar dispuesto a ser devorado. Esa es la regla implícita del juego. Pero estoy harto de solo comer vegetales. Todo comenzó en una tarde de invierno, en la escuela vegana del distrito central, uno de los pocos que no han sido devastados por la guerra.

Nao, mi mejor amigo, apareció en clases exaltado, con una sonrisa de oreja a oreja. Sujetaba su mochila entre sus brazos, demostrando sin querer el miedo que tenía de que alguien viera el interior y descubriera lo que escondía. Se acercó a mí y susurró con apuro:

—¡Tienes que ver esto, Jan!

Supe en ese instante que era algo GRANDE, pero ni por un momento se cruzó por mi cabeza la realidad. Me levante y fui tras él. Salimos a los bonitos jardines y nos metimos detrás de los eco-basureros. Había ahí un espació que quedaba fuera de la vista de todos, pero solo lo usábamos cuando debíamos hablar algo realmente importante.

Algo como esto.

Temblando un poco, Nao metió la mano a su bolso y saco un paquete sellado en una bolsa de vació.

—Tienes que estar bromeando... —Susurré, intentando contener la emoción. —¿Carne?

Dije la palabra en un susurró, pues era todo a lo que me atrevía.

Nao trago saliva y asintió con la cabeza.

—Carne.

—¿Como la conseguiste?

—Vi como un paquete caía dentro de la muralla, esto estaba dentro.

Ambos guardamos silencio. Era sabido por todos que los comecarne a menudo conseguían filtrar productos carnicolas dentro de las fronteras veganas. Había un cierto tráfico en la ciudad que las pagaba a un precio increíble, pero si te descubrían con ella el precio era aún más alto.

Ejecución. Muerte. Vergüenza pública. Azotes. Tortura.

Quien no respeta la vida de otros, no merece respeto por la suya.

—¿Quieres comerla? —Me preguntó Nao, con sus ojos llenos de una extraña determinación.

Nosotros habíamos hablado de esto en secreto muchas veces, queríamos probar la carne y saber, de una vez por todas, como era posible que los comecarne estuvieran dispuestos a iniciar una guerra solo por continuar comiéndola.

—Si. —Dije simplemente. Y el paquete fue abierto.

Era una bolsa aislante, y el contenido en el interior estaba aún tibio y desprendía un aroma abrumador y terriblemente bueno. Temblando, corté un pedazo con los dedos y me lo llevé a los labios. Delicioso, delicioso, ¡Tan bueno!