RELATO 1: Bajo Tierra.

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Hubo una vez un chico llamado Miller Grand. La primera vez que lo vi en televisión fue cuando recibió un premio por algún avance notable en seguridad informática y era tan adorable que su fama continuó creciendo como pólvora. Su talento estuvo a la altura.

Por supuesto, pronto intentaron poner sus manos sobre él y usarlo como arma. De alguna forma Miller se las arregló para sobrevivir. Es irónico que el mundo se fuera al infierno por su voluntad al final, y no la de ningún gran gobernante, terrorista o militar.

Fue el mismo Miller quien entró en los sistemas informáticos que había ayudado a construir y decidió detonar tantas bombas atómicas como fue capaz... Y era muy capaz.

Miller transmitió al mundo un video conmovedor, la frase que más recuerdo es "Seguirán intentando usarme. La paz es una mentira, todos son lo mismo. Son ustedes o yo".

Empiezo hablando de Miller porque tiene sentido. Digo, no importa la historia que quieras contar en estos tiempos, siempre es cosa suya. Te sientas a solas, en tu prisión, y piensas, porque hay poco más que hacer.

Piensas sobre el significado de tu vida, sobre Miller Grand, y sobre las personas a las que has perdido.

Verán, el día del gran desastre, cuando se transmitió el mensaje de Miller, yo estaba comiendo pizza con mi hermano Thomas, era sábado y veíamos una película. Nuestros padres no estaban en casa. Entonces tenía 12 años y mi hermano 16.

El video aun no acababa cuando vimos el primer destello, una luz blanca y potente emergió a lo lejos. La miré fijamente por un instante, antes de que mi hermano cubriera mis ojos con su mano y me arrojara al piso. La casa se estremeció, justo como cuando un huracán intenta arrancarla de cuajo.

Tom quitó la mano de mis ojos, pero estaba cegada por el destello y no podía ver nada. Impaciente, muerto de miedo, me condujo a nuestro refugio. Mucha gente había decidido construir ese tipo de refugios: en los últimos 3 años habían detonado 2 ojivas nucleares y el miedo se esparcía como una epidemia.

Cerramos la puerta del refugió y sentí como si hubiera sido enterrada en vida. Aun lo siento.

2

Dentro del refugió teníamos un pequeño radio. Tom se sentaba delante de él y lo observaba fijamente, esperando que algo sucediera. Apretaba el botón adelante, adelante, adelante, buscando sintonizar alguna señal, hasta que llegaba al final, y comenzaba otra vez. Sin excepción, escuchábamos estática y más estática.

Justo encima de la radio había un panel con una bujía. Nuestros padres nos habían explicado que medía los niveles de radiación en la superficie, justo sobre nuestras cabezas.

Verde: No hay riesgo.

Amarillo: Hay riesgo, pero si la exposición es poca, pueden sobrevivir. Evitar salir. En caso de salir, usar traje protector.

Rojo: Niveles nocivos. Si sales ahí, obtendrás cáncer en menos de una hora. En caso de salir, hacerlo con traje protector y estar fuera el menor tiempo posible.

Después del rojo, seguía el negro. No sabía lo que eso significaba, mis padres no habían querido explicármelo. Tom lo sabía, estaba segura, pero no me atrevía a preguntar.

A menudo, él alzaba la vista de la radio al panel y murmuraba "negro".

En esas ocasiones, su voz sonaba desesperada.

3

Llevábamos abajo apenas una semana y me estaba volviendo loca. Tom no quería responder mis preguntas. Estaba muy callado y miraba el panel como absorto. Incluso había abandonado la radio. Simplemente estaba ahí.

Relatos Apocalípticos.Where stories live. Discover now