»Mira, Mariano... el amor al principio es algo así como una montaña rusa. Te llena de adrenalina, emociones, euforia. Luego hay momentos de caída libre, de miedos, de ansiedad. Después vuelve a subir, llevándote de nuevo a la gloria... Y luego de un buen tiempo se hace maduro y al igual que cuando el paseo está por terminar, aminora la velocidad y se mueve sereno, estable, tranquilo. Cuando llega allí es amor de verdad, a veces llega, a veces no. Lo cierto es que una vez que subes a la montaña, no hay vuelta atrás, no puedes parar y no puedes detener algo que está destinado a suceder.

»Lo que quiero decir es que no sabemos si ella es o no la persona con quien pasarás el resto de tu vida; pero sabemos que ahora estás metido hasta el cogote con ella invadiendo tus pensamientos a diestra y siniestra, y que por más que quieras mantenerte alejado, tarde o temprano el hilo se romperá, la tensión superara la falsa calma que intentan crear y todo explotará. Después el tiempo dirá... Pero ya es tarde, Mariano, hace mucho que estás enamorado.

Mamama soltó aquello como si nada y se levantó de su silla, oí sus pasos en la puerta. No podía decir nada, ella había sido tajante y no había dejado lugar a dudas... Además tenía razón, estaba enamorado de Ámbar Vargas y no podía seguir así.

—Quería avisarte que llamó Solange, la coordinadora del área de revisión de exámenes. La alumna Matilde Cabrera ha solicitado revisión de un trabajo parcial, sostiene que su puntaje está equivocado. Solange me solicitó una cita contigo mañana a las cinco de la tarde, necesita que revisen el trabajo de esta muchacha —informó cambiando de tema drásticamente.

—Era demasiado extraño que nadie se quejara de sus notas —bufé—. Está bien, confírmale la cita.

El semestre estaba llegando a su fin y aquellos alumnos a los que las nota no les alcanzaba para pasar tendían a solicitar revisión de exámenes o de trabajo, anhelando encontrar un error en la evaluación en donde pudieran ganar un par de puntos que representaran su salvación. Solange era la encargada de ponerse de acuerdo con los profesores y revisar esos exámenes o trabajos con cada uno.

Cuando mamama salió pensé en Ámbar de nuevo y en lo que acababa de aceptar. Estaba decidido a hablar con ella y plantearle mis confusos sentimientos. Sería lo más sincero que pudiese, ya le había abierto mi corazón y mi historia, sabía que con ella podía hablar con naturalidad, ser yo mismo. Había prometido no enamorarme pero no pude cumplir y creo que ella tampoco, al menos eso me hacía pensar su repentino ataque de celos infundados de ese día.

Hablaría con ella y le diría que no sabía cómo se hacía eso, pero que quizá podríamos ver la forma de intentarlo, claro... si ella lo deseaba también. Una vez que terminara el semestre ya no estaría atado a ella de forma laboral, y ella siempre podía tomar las clases que yo daba con otro docente, así evitábamos conflictos y nos ateníamos a las reglas.

Sonreí para mí sintiéndome como un adolescente tonto y enamorado. Tomé el celular y le pedí al aparato que le escribiera un mensaje a Ámbar, luego dicté el mensaje.

«Nunca... nunca me dejé seducir por ninguna alumna... hasta hace poco»

«Disculpa por mi actitud de hoy, lo he pensado y he actuado de forma inmadura y demente». —Respondió ella con otro mensaje.

«No te enojes, pero me agradó saber que algo como eso pudo haberte provocado celos. Me hizo sentir importante, en cierta forma».

«Eres importante... Me hubiera gustado no irme así de tu despacho hoy, justo que decidiste tutearme de nuevo».

«Estos días han sido demasiado duros... La distancia... quema».

«Lo sé, pero a ti parecía no afectarte». —Respondió ella y parecía que podía oírla reprochándome aquello, sonreí.

«Soy buen actor, recuerda que llevo una vida fingiendo un personaje, siendo lo que los demás quieren ver en mi».

«Me aterra pensar que puedas estar fingiendo también conmigo».

«Lo hice esta semana...». —Admití.

«¿Por qué lo dices?».

«Intenté fingir que no me importas, que me daba igual todo lo que hemos vivido y que nada entre nosotros había cambiado... pero no me salió».

«Yo diría que te salió demasiado bien». —respondió y a pesar del tono metálico y sin vida del lector de mensajes, pude adivinar un poco de enfado en esa expresión tan simple e irónica.

«Te lo digo, soy buen actor... pero ya no quiero más... no quiero más fingir contigo...».

«¿Qué quieres decir, Mariano?».

«Que tenemos que hablar en persona, Ámbar. Mañana te espero como siempre y luego de nuestra reunión de trabajo nos quedamos a conversar un rato, ¿te parece?».

«Okey, me parece... pero no me dejes en ascuas, dame una pista».

«Sabes lo que voy a decirte, anda pensando en una respuesta». —Respondí seguro.

«¿De qué hablas?». —Insistió.

«De una promesa, a la cual he fallado... Hablamos mañana, Ámbar». —Zanjé divertido.

 —Zanjé divertido

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Con los ojos del alma ©Where stories live. Discover now