Capítulo 19.

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   Y así pasó otra semana, ya iban dos. Ya iban dos semanas en las que no había podido conciliar el sueño y la culpa me comía. Me había obligado a mi mismo el no buscarla y mucho menos el pensar en ella, pero, eso último no podía cumplirlo ni aunque quisiera. Ella vivía en cada pensamiento relacionado con mi nueva situación amorosa, porque desde hace unos días ya la tenía.

—... estás en las nubes, Natsu. —mencionó Gajeel desde el otro lado de la mesa y me lanzó una papa frita para sacarme de mi pequeño trance—. Ya ni te comes las papas que te lanzo. —volvió a lanzar otra papa y vi que a mi alrededor se encontraban ya muchas papas que por lógica le pertenecían a Gajeel. Era nuestra costumbre lanzarnos comida desde cada extremo de la mesa.

—No le hables. —agregó Loke a nuestra conversación—. Está en sus días. 

—Lo que hace el amor... —vociferó Gray a mi lado y se comió una papa que segundos atrás había lanzado Gajeel. 

—No molesten, que ustedes están más jodidos que yo. —dije y los tres chicos en la mesa hicieron muecas de fastidio. Si bien, en tres meses nos graduaríamos de la preparatoria y ellos estaban en la lista negra de la directora por chocar su auto en una tarde que regresábamos a nuestras casas. 

   Seguí comiendo mi hamburguesa hasta que sin previo aviso me levanté de la mesa y salí de la cafetería en camino a los baños del instituto. Necesitaba ir. 

   Caminé entre los pasillos que siempre me acogían y cuidé de no pisar las rayas del azulejo del suelo que lo vestían. Y por alguna razón me estremecí cuando el baño quedó a tan sólo unos cinco metros; se escuchaban llantos dentro y no precisamente masculinos. 

—... ese es el problema? —oí una voz grave y gruesa que reconocí como la de Jellal, tal parecía que él también usaba los baños para sus pequeñas aventuras tal cual gray. Nunca pasaban de moda los baños. 

   Iba a regresar a nuestra mesa de la cafetería cuando oí la voz de Jellal, sin embargo, después oí algo que me hizo detenerme. Era ella. 

—Me lastimaste. —la oí lamentarse, estaba llorando. Lucy estaba llorando en el baño con un Jellal dentro. Esto no era bueno, nada bueno. 

—Siempre es así la primera vez. —respondió Jellal a sus lamentos de una manera tan indiferente que temí por la integración de Lucy. Aunque pareciera, ella no era muy fuerte—. Ayer debiste tomar algo para el dolor, no me vengas con tus lloriqueos ahora. 

—¡Pero Jellal! ¡Sangré! ¡Me lastimaste! ¡Me quitaste la virginidad! —gritó Lucy y antes de que el peliazul pudiera responder, entré al baño. 

   Abrí la puerta de golpe y sin darle muchas vueltas a el pequeño baño, me abalancé sobre Jellal. No me importo nada, ni siquiera tomé en cuenta que el baño era pequeño, sólo cubrí mi tarea de llenar el rostro de Jellal con mis puños. Estaba furioso, no me sentía yo mismo en sí. En lo personal yo no me iba primero a los golpes, pero este tema, no era de charlarlo, sólo me bastaba con saber que este imbécil había lastimado a Lucy para molerlo a golpes. 

   Podía haberle perdonado ser hermano de Juvia, que doblara mi meñique, que me insultara en todo su margen, incluso sus golpes del bar, pero esto... Esto no iba a parar hasta que descargara toda mi furia sobre su ya magullado rostro. 

   Oí los gritos de terror de Lucy y los de dolor de Jellal, pero no paré. Sólo me senté sobre él y empecé a impactarle mis puños con toda mi fuerza sobre su cara. Ya veía la sangre correr por su nariz y ceja, pero no paré. Ya sentía a varios estudiantes tratando de separarme de él, pero no paré. Ya podía predecir mis días de suspensión y sin embargo supe que si iba a golpearlo, iba a hacerlo bien. Iba a dejarle una marca para que se diera cuenta de su error.

—¡Eres un maldito hijo de puta! —grité antes de impactar perfectamente mi puño en su ojo, que ya estaba vestido de su asquerosa sangre que se expandía por todo el suelo. Incluso yo sangraba—. ¡¿Cómo pudiste lastimarla, imbécil?! —no era yo, esta era una faceta que el enojo ocasionaba en mi y que por el momento no quería parar. Me sentía más fuerte y al parecer lo era, ya que aunque Jellal tratara de defenderse, siempre terminaba con mi puño en su rostro. 

   Un puño tras otro se impactaba en su rostro y después de los segundos, entre unos veinte estudiantes me separaron de Jellal.

   Él estaba hecho un asco. Ni siquiera podía sentarse en el suelo y debajo de su cuerpo ya veía un pequeño charco de su sangre, su ceja izquierda se había partido, su nariz se había roto, su mejilla estaba magullada y apostaba que en unos minutos saldría el moretón, por su frente corría un hilo de sangre hasta su barbilla y de su labio reventado corría otro, su ojo izquierdo estaba hinchado y el derecho lloraba sangre. Estaba satisfecho con mi trabajo. 

—¡Casi lo matas! —me gritó alguien del publico que nos rodeaba. Era increíble como toda la cafetería se había vaciado para habitar los baños donde se daba la gran pelea. 

—¡¿Estás demente?! —gritó alguien más y paseé la mirada por los cientos de rostros que me miraban sólo para encontrarla a ella. 

—¡Lucy! —grité—. ¡Lucy! —volvía gritar mientras giraba desde el piso—. ¡Lucy! —me levanté del suelo—. ¡Lucy! —pasé por la barrera de cuerpos y la busqué al final del pasillo—. ¡Lucy! —corrí desesperado por encontrarla—. ¡Lucy! —tropecé y caí en medio del corredor—. ¡LUCE! —...y me derrumbé. 

Ella me había dejado... ¿karma? No lo creo. 

Enamorando al Amor.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon