Only you

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Me levanto en este infierno como cada mañana con dolor y ganas de llorar, tengo que prepararme para ir a esa cárcel también llamada Instituto. Sólo me motiva el hecho de mejorar todos los días y también, como no, poder verlo durante estos escasos diez días de clase que quedan. Es 14 de junio y hace un calor insufrible, pero, cojo unos jeans largos y una camiseta cualquiera. Por mucho calor que haga, la ropa de verano no me quedará nunca tan bien como a otras así que prefiero no arriesgarme a hundirme más.
Llego a clase de matemáticas, que como de costumbre va suspensa, pero hoy es el día de la recuperación. He estado estudiando meses, sólo parar llegar a ser un poco menos imperfecta, para parecerme a ese  moreno que no me puedo sacar de lacabeza. Él es el polo opuesto a mí; guapo, inteligente, deportista, sociable. Y yo...yo soy una rara marginada antisocial.
Me siento en la primera mesa, justo delante de la mesa de Mateo, mi profesor. Entrega los exámenes. Sé que estoy preparada y que lo conseguiré. Tengo el examen en mis narices. Pongo nombre y  curso, pero cuando me dispongo a leer las preguntas... Mierda, no entiendo nada; los enunciados y números cambian haciendo una sopa de letras en mi cabeza que no consigo descifrar. Creí que mi dislexia haría descanso por unos días, pero me equivoqué. Con lágrimas reprimidas de impotencia, entrego el examen en blanco y me dirijo al baño. Mi suerte no puede mejorar. El servicio de las chicas esta averiado y al parecer hinundado. Sin pensarlo dos veces, corro al baño de los chicos, revisó qu no haya nadie y entró metiéndome en una de las tres puertas disponibles y cerrándola tras de mí cayendo derrumbada y llorando de impotencia, de rabia, de dolor de amor. Salen lágrimas de mis ojos como si de un río se tratase, pero este parece no controlarse y poco a poco se desborda. No quiero que nadie sepa que tras esta armadura de metal se esconde un alma de cristal, entonces,harán lo mismo que hace cuatro años, romperme y dejar los trozos por el suelo.
Escucho pasos, pero no puedo reprimirle más y continuó con mis penas. Entonces escucho su voz y se me paraliza el cuerpo. Llama a la puerta del servicio en el que estoy metida, puedo ver sus zapatillas blancas y su pantalón vaquero desgastado a través de la separación que hay entre el suelo y la puerta,pero no hablo ni abro. Tras unos minutos, decide colarse. Se mete en el servicio de al lado y pasa sin dificultad la pequeña barrera que hay ente baño y baño que nos separa. Se agacha para poderme ver. Me tapó la cara de vergüenza. Nunca antes me había dirigido la palabra, y no quiero que lo haga en estas condiciones. Me aparta las manos y me las sujeta. Me limpia cuidadosamente las lágrimas sobrantes y me hace unas preguntas a las que contestó con monosílabos; de qué curso eres, cómo te llamas, qué problema tienes, quieres qué llame a alguien.... Ve que mi intención no es hablar así que decide hacerlo él. Pasan treinta minutos que se nos han hecho mínimos para todo lo que podríamos haber pasado juntos, pero suena la campana que anuncia el recreo y nos damos cuenta de que nuestras manos siguen unidas. Me sonrojo un poco y el aparta la mirada. Se levanta y me ayuda a mi a hacerlo, como todo un caballero, me acompaña a lavarme la cara y quitar todo rastro de tristeza que pueda quedar en ella. Nos separamos y tras quince minutos vuelve a sonar la campana, que me saca de mi ensimismamiento.
Los días restantes, Higo hace como si nada hubiera ocurrido y el y yo no nos conociéramos. Salvo en ese momento, dónde todos los estudiantes se amontonaba a las 14:20 para la libertad, ahí, es cuando llega mi momento de gloria. Se acerca y me coge por la cintura. Me da un beso en el cuello y me susurra " estas más guapa sin lágrimas en los ojos y con una sonrisa en tus labios "  después desaparece. Repite esto los otros 9 días y esto me hace tener una especie de motivación para continuar, para seguir adelante, por él, para alcanzar a esa estrella inalcanzable que hace unos días estaba en un firmamento distinto al mio,aunque ahora todo puede cambiar.
Pasa el verano, he estado estudiado y he aprovechado para comprarme unos caprichos y ponerme en forma. Mi cabello normalmente despelucado luce hoy un aspecto brillante con una diadema de flores y, el resto suelto y sedoso. Estreno un vestido blanco impecable y una sonrisa de oreja a oreja pensando que este día por fin pondré esa estrella en mi firmamento, aprobaré matemáticas y conseguiré lo poco que he deseado durante año y medio.
Hago el examen y el profesor lo corrige casi instantáneamente, me comunica que mi nota final es un 8,7 y con esa maravillosa noticia salgo al recreo en busca de Hugo, para contarle mi noticia y para hacer lo que no tuve narices de hacer en el baño: besarle. Ese día, estaba tan cerca, podía oler su perfume, escuchar sus latidos y sentir su respiración. Pero me aguanté, aunque hoy, ya no puedo resistir más. Paso la puerta roja y oxidada que da salida al patio y mi primera imagen es ver a Hugo con una chica rubia, esa típica chica perfecta, esa que yo nunca seré. Mis ojos se vuelven a hinundar de lágrimas. Recuerdos van y vienen y mis sentimientos son incontrolables. Entro en una clase y cojo un sacapuntas. Voy al cuarto de baño, a aquel dónde fui feliz por tan sólo media hora y empiezo a trazar suaves pinceladas con  la lija del utensilio escolar sobre mis muñecas. Pronto mi vestido blanco se tiñe de rojo y caigo al suelo. Escucho pasos y una respiración agitada. Entra corriendo y se cuela de nuevo en el servicio, al igual que hace tres meses, aunque ahora la situación es diferente. Me abraza fuertemente, caen gotas de sus ojos y alcanzó a escuchar unas últimas palabras " te amo". Pero yo ya no podía amarlo, ese era un sentimiento del que solo podían disfrutar los vivos.

Mi EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora