vaya, está siendo muy cortante, parece que ahora sí lo hice enojar
- Yo quiero... pff... ¡Quiero pedirte perdón por haberte gritado de esa manera en la tarde y por todo lo que dije! - decidí soltar todas las palabras de golpe antes de que se me atoraran en la garganta, no puedo ver el rostro de mi mayordomo pero una pequeña risa burlona lo delata
-¿Quién lo diría? El Conde Phamtomhive venciendo su orgullo disculpándose - hace una pequeña pausa para agregar después en un tono mil veces más serio que el primero - con un demonio...
-¡Ca - Callate! Lo hice por que ante todo debo ser un caballero, si no te agrada entonces debería seguir tratandote mal ¡eres un demonio estúpido! -  Tiene razón ¿Quién se disculpa con un demonio? me doy la vuelta dispuesto a salir pero estas palabras me dejan helado
- ¿Entonces no has dormido en toda la noche por la preocupación de haberme ofendido Ciel? me pregunto ¿Por que Lady Elizabeth no se merece una disculpa también? a ella también le gritaste durante la cena.

- Eh... piensa lo que quieras y a todo esto... ¿Quién te dio permiso de llamarme Ciel? ¿Y como sabes que le grité?
- Disculpeme joven amo, debo recordarle que mi oído es más sensible que el de un humano
- No... esta bien,  disculpame por haber olvidado ese detalle, creo que lo mejor sería irme
- Vaya... alguien ha estado especialmente dócil hoy - me doy la vuelta para contestar y me encuentro con el rostro de Sebastian a unos centímetros del mio, su aliento y el mío se cruzan, puedo escuchar todas y cada una de sus respiraciones y ver cada parpadeo que da, a pesar de llevar sólo una camisa puesta se ve especialmente atractivo, le sienta la oscuridad. Ya no lo soporto, cada segundo que pasa es un suplicio, necesito estar con él, quiero que detenga el tiempo tomándome entre sus brazos, quiero... quiero que sepa que lo amo
-¿Pasa algo?
- Sebastian... - Susurro sobre sus labios - no te muevas - a esta distancia puedo ver la interrogante en sus pupilas color carmesí y me doy cuenta de que si sigo mirándolas no seré capaz de continuar así que cierro lentamente los ojos y me encargo de eliminar la distancia entre nosotros.
Al principio Sebastian no mueve un músculo como se lo ordene y parece sumamente sorprendido (no es para menos claro) pero pasados unos cuantos segundos corresponde mi beso obligando a mis labios a seguir el compás de los suyos convirtiendo nuestro torpe beso en uno más lento y cálido, con un brazo me toma por la cintura acercando nuestros cuerpos, mientras que con la mano del brazo contrario acaricia lentamente mi mejilla. No quiero detenerme, quiero creer que no necesito nada más para vivir que el calor de su piel y la humedad de sus labios, pero para mi infortunio mis pulmones me imploran por un poco de oxígeno. Me separo levemente de mi mayordomo y tomo un poco de aire, mismo que exhalo con una sonrisa
- Lo siento - dice Sebastian - creo que exagere al dejarme llevar, olvidé por completo que usted si necesita respirar - me dice con una sonrisa burlona - ¿podemos continuar? ¿O eso era todo?
debo admitir que jamás pensé que usted me pediría este tipo de servicios tan pronto
- ¿Qué...? ¿Servicios?
- Sí, algunos de mis contratistas anteriores a usted me pidieron sexo un par de veces

Esa última frase me llena de horror, fue como si una cubeta de agua helada me cayera en la espalda, por más que intento evitarlo las lágrimas comienzan a  asomarse por los bordes de mis ojos hasta salir completamente y mojar mi rostro
- Yo... no iba a pedirte sexo Sebastian - digo con la voz entrecortada - yo... yo sólo... - intento continuar pero el nudo en mi garganta me lo impide

- ¿Esta llorando? lo siento si dije algo que lo hiriera, pero, si no quería sexo ¿por que me ha besado?

Tardo un minuto entero antes de poder contestarle y cuando lo hago Sebastian me mira atónito
- Porque te amo - poso mi mano en su mejilla y  continúo - Este orgulloso humano se enamoró de un demonio, es bastante estúpido ¿no? desde la perspectiva que lo veas es ridículo, hay tantas cosas que están en contra mía, la edad, el género, mi compromiso, nuestras distintas naturalezas, tu carencia de sentimientos, el exceso de los míos, mi venganza, tu hambre. Aún así... decidí dejar mi orgullo sólo por una noche, te ruego tengas piedad de mí y olvides lo que hoy ha sucedido cuando cierre la puerta tras de mí o bien puedes recordarlo si así lo prefieres sólo te pido que no te burles de mis sentimientos, ya que a pesar de que mi trabajo como perro guardián de la reina consiste en no tenerlos sigo siendo humano y por ende débil. Buenas noches Sebastian.

Doy un paso hacia atrás pero Sebastian sigue tomándome por la cintura y me acerca de nuevo a él, puedo ver duda en su rostro pero sus palabras son firmes cuando habla
- Joven amo, entiendo su posición, ahora le ruego entienda usted la mía, ¿podemos pasar a un lugar más cómodo? es una larga historia - se levanta y con el brazo que tiene libre me señala su cama, lo dudo un momento pero después accedo y me siento en una esquina con la espalda recargada en la cabecera - bien... te escucho - El demonio, de sienta a mi lado y cubre mis piernas y las suyas

- Me siento confundido, usted lo dijo, una de los problemas aquí es mi carencia de sentimientos, sin embargo, estos días no me he sentido muy... "normal" puede que tenga que ver con mi verdadera naturaleza
-¿verdadera naturaleza?
-Sí, le contaré una historia un poco larga, una que talves ya conozca pero no desde mi perspectiva, hace mucho mucho tiempo existió un rey, un "ser superior", todos en ese lugar lo adoraban e idolatraban por que ese hombre era su creador, él se jactaba de ser el hombre más misericordioso, bueno y justo de entre todos los demás. Por supuesto como todo rey tenía un lacayo en el que depositaba toda su confianza, al principio su relación era perfecta pero con el paso del tiempo su fiel sirviente notó que algo estaba mal, ese ser no era igual al resto como decía, o al menos no era tratado como un igual ¿porqué nosotros debíamos servirle? poco a poco fuimos cayendo en una dictadura sin saberlo, el decía y nosotros obedecíamos al instante, si no lo hacíamos eramos reprendidos.
El lacayo de ese hombre decidió revelarse contra él, convenció a una gran parte de que sus ideales de libertad eran los correctos, provocando una lucha que duró siglos, infortunadamente eramos muy pocos comparados con el ejército de aquel señor y perdimos. Después de eso todos fuimos encarcelados y tiempo después tomaron la decisión de desterrarnos, cortaron nuestras alas y las cambiaron  por unas que a pesar de ser fuertes jamás nos servirían para regresar si lo intentábamos, nos obligaron a alimentarnos de almas humanas y borraron todos nuestras capacidades de sentir, convirtiéndonos así, en Ángeles caídos.
Yo, como líder del movimiento fui el primero en caer.

-Entonces... tú eres...
-Sí, lo soy.

De todo lo que pudo haber dicho jamás espere esto, pero... si Sebastian no es un demonio como tal, eso quiere decir que... talves pueda sentir algo...
¡Ja! ¡Esto es maravilloso! Tengo que controlar mi euforia o se dará cuenta, respira Ciel y deja de comportarte como una chiquilla
-Sebastian... ¿eso quiere decir que aún tienes posibilidades de sentir algo?
-¿posibilidades? ya estoy sintiendo algo, desde hace unos días me inquieta el estar cerca de usted - Sebastian se acerca y toma mi rostro llevándolo cerca del suyo - no puedo soportar el estar lejos de ti, y menos que Elizabeth haya sido la primera en probar esos bellos labios tuyos, de hecho... si me amas tanto como dices no se por qué se lo permitiste, se puede decir que me duele cuando me tratas mal y me pongo feliz cuando me sonríes, aún así, no quiero desilucionarte, pero no podemos estar seguros de que realmente pueda tener sentimientos de nuevo

- ¡Genial! ¡Bien sigue así! arruina el momento - reprocho mientras me giro al lado contrario y cruzo mis brazos, me siento indignado y más aún cuando en vez de una disculpa lo que escucho es su risa - ¡¿Qué te causa tanta gracia?!

- Que en todo el tiempo que llevamos juntos es la primera vez que lo veo haciendo semejante berrinche
-¿¡Be... berrinche!? Ahora si cruzaste la línea demonio
- Ya ya... tranquilo - dice mientras me tira a la cama - además no he terminado
- ¿ah no?
- No, lo que quería era proponerle lo siguiente... ¿Querría usted ayudarme a estar seguro de si puedo sentir o no? por supuesto que debe tener en cuenta que esta situación es un arma de doble filo, por que puede que salga lastimado si las cosas no salen como espera y por el otro lado, si sí puedo sentir...
le causaré dolor de otras maneras... claro que con el tiempo se acostumbrara y sólo hallará en ellas placer
- ¿De... de qué hablas...?
- De nada en especial ¿Me ayudará? hagámoslo Por favor... ayudame a enamorar de ti
- Te ayudaría pero es un trato un poco injusto
-¿por Qué?
- Por que me estás pidiendo que yo haga todo, ¿Qué tipo de trato sería si yo no recibo nada?
- Mmmm... tiene razón, entonces hagamos algo, nos daremos un mes de prueba, al final de ese mes quien dará el veredicto final seré yo ¿le parece?
-mmmm... sigo dándote mucho demonio - respondo con malicia
-¿Desea algo más?
- Sí, si después de ese mes no logro enamorarte, no me lo digas, solo toma mi alma y márchate. Sin dar ninguna explicación a ninguno de los sirvientes, haz que todos se marchen y quema la mansión.- Es la segunda vez en una noche que Sebastian me mira de esa manera, como si fuera otra persona, pero talves así entienda que si no estoy con él no quiero nada más
- De acuerdo, nuestro nuevo contrato está cerrado
- ¿Y cual será nuestro nuevo sello? - pregunto con una sonrisa
- Este - responde en un susurro y me besa.

Por favor Sebastian, jurame que no tendré que arrepentirme de entregarte hasta el alma.

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