Premoniciones de un futuro incierto

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La fiesta estaba en su mejor momento, parecía no tener fin. Todos bailaban, bebían y reían. Todos menos yo, claro. Yo me paseaba por todos lados intentando mantener mi equilibrio, fulminando con mi mirada a desconocidos, esparciendo mi aura oscura y espantando a todo aquel que intentara acercarse a mí.

Salí al balcón y tomé aire, eso me sirvió para aclarar mi cabeza y por fin sentí que mi cerebro obtenía oxígeno. Pero a lo lejos vi a Marcos bailando con otras invitadas y en mi mente lo asesiné lentamente. Quiero un cuchillo, o una pistola, o una escopeta. Incluso con una resortera me conformo, pensé en todas las posibilidades de hacerlo sufrir, en vez de verlo con esa inmensa sonrisa suya, la muy maldita que me conquistó.

La noche ya había caído y las estrellas brillaban, el aire estaba cálido. Imaginé lo lindo que sería estar en ese momento con los pies en la arena, escuchando el mar y sintiendo como el viento acariciaba mi cara libremente, en vez de sentirme patética por estar abandonada en el matrimonio de mí hermana menor.

La presencia de alguien me sacó de mis pensamientos, un hombre mayor se me acercó. Lo conocía, pero mi visión no era clara, tuve que enfocar la vista para identificar su rostro.

—Señorita Celeste —dijo él saludando.

Reconocí su voz, era el señor Ortiz, antiguo socio de mi padre y actual socio de mi madre. Fueron amigos desde jóvenes los tres, toda la vida lo vi compartiendo y trabajando junto a mis padres. Por eso a él no pude mirarlo feo o hablarle de manera grosera, incluso si quería estar sola.

—Hola.

Saludé tímidamente, un poco avergonzada por todo el alcohol que yacía en mi interior. Traté de mantener mi postura, pero mi equilibrio había desaparecido hace mucho, opté por sostenerme de la baranda del balcón.

—No había tenido la oportunidad de saludarla hoy, pero como ya me retiro de la fiesta decidí venir a buscarla.

—¿No se quedará a disfrutar del baile? Recuerdo que papá siempre destacó su lado bailarín, solía decir que volvía loca a las mujeres con sus pasos —Le recordé tratando de sonar alegre y festiva, cuando la verdad era que yo solo quería saltar desde el balcón y escapar.

—Años atrás, muchos años atrás. A esta edad uno solo quiere llegar a su casa y descansar —dijo riendo—. Un hombre ocupado como yo necesita sus horas de sueño, es parte del éxito, soñar.

Yo solo respondí con una risa que sentí un poco forzada, pero creo que él no lo notó, y si lo hizo era demasiado cortés para mencionarlo.

—Felicidades por su hermana. Debe estar muy orgullosa de ella, Henry de seguro lo estaría —comentó refiriéndose a mi padre.

—Lo estoy, y muchas gracias, señor Ortiz.

Me alegraba oírlo de él, siendo un hombre que fue muy cercano a mi padre en vida me inspiraba el respeto que siempre tuve por él. Era como tener un poco de su esencia junto a mí nuevamente, aunque fuera lejana y momentánea.

—¿Y cuándo será su turno? —Lo miré confundida, yo estaba pensando en la muerte prematura, pero supongo que él no pudo leer mi mente para preguntar cuando planeaba morir—. De casarse —aclaró.

¿Está de broma? Sí mi ex no fuera un idiota de seguro en este momento le habría mostrado mi anillo.

Los que conocían el lado privado de mi vida sabían que las bodas no iban conmigo, pero era de esperar que alguien mayor como él creyera que el matrimonio era lo siguiente en mi vida, sobre todo con mi madre forjando mí camino y el de Annie.

—Eso no pasará, aún no es parte de mis planes.

—Es una lástima. Usted es una joven agradable y bella, de seguro haría muy feliz a cualquier buen hombre.

Lo que me daba lástima era que me estuviera hablando de matrimonio cuando fui abandonada en una boda, pero él no lo sabía. Me sentí honrada de que pensara que yo era suficiente, sabiendo los estándares que tienen nuestras familias en cuanto a matrimonio. De seguro él pensaba bien de mí porque mi madre evitaba contar las desgracias de mi vida, más que nada para cuidar su imagen.

—Pues todos me dicen que soy igual a mi madre de joven —le comenté. ¿Cómo puedo ser agradable? Según ella soy de lo peor.

—Lo es —aseguró.

Me sonrió. Se dio media vuelta y se alejó, volvió a la fiesta y lo perdí de vista entre la multitud. Claro, confirma una de mis pesadillas y se aleja lentamente como sí nada, pensé torturándome.

Si hubiese de parecerme a alguien por mi forma de ser era a mi padre, porque yo era todo lo contrario a mi "perfecta" madre. Siempre me demostró que para ella no existían los errores, siempre debía planearlo todo a la perfección, su día comenzaba y terminaba de la forma que ella lo decidía y punto. En cambio yo, por el contrario, apenas planeaba seguir respirando al despertar y dejaba que la vida me sorprendiera con cada paso que daba, sin preocuparme que tan lejos llegaría, y todo porque intentaba ser lo menos parecida a mi progenitora. De pies a cabeza éramos opuestas, quizás lo único que teníamos en común era el pequeño lunar en nuestra barbilla y el amor que sentíamos por nuestra familia, pero además de eso nada.

Lo malo de convertirme en eso fue que me estaba perdiendo de muchas oportunidades, simplemente por ser orgullosa. Si desde el comienzo hubiera aprendido un poco más de lo que mi madre predicaba y no me hubiera cerrado a otras ideas, mi futuro habría sido muy diferente. Nunca lo sabremos, pero me alegra contarles que aprendí la lección.

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La novela prontamente saldrá en formato físico junto a una Editorial chilena, para más información pueden seguirme en
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Por este motivo deberé borrar capítulos en Wattpad, espero puedan darle apoyo.

Muchas gracias por leer ♡ Les invito a seguirme y apoyarme con un voto!


𝚄𝚗 𝚌𝚘𝚛𝚊𝚣ó𝚗 𝚛𝚘𝚝𝚘 𝚢 𝚞𝚗 𝚙𝚛𝚘𝚖𝚎𝚝𝚒𝚍𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora