Marie.

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Han pasado más de 700 años, recordarla es como ser apuñalado por la espalda. 700 años donde todabia su recuerdo sigue presente, su mirar, su sonrisa, su rostro... todo de ella. Era tan hermosa como aquel atardecer, donde la dejó para no volver. "Te esperare" susurraba el viento entre los pocos árboles que quedaban. "Crowley, gracias" sus recuerdos invadieron su mente para ser desechados al instantante,con aquella ultima frase que dejó antes de...

- Crowley-sama. -desvió su mirada dirigiendola a la rubia que estaba detrás de el y desaparecer todo rastro de pensamientos y torturas.
- ....
- Ferid Bathory lo busca.

En silencio se levanto y recorrió de extremo a extremo para ir a ver a su querido amigo Ferid.

- Ara~ Crowley y ¿esta grata sorpresa?
- Escuche que me necesitabas. -caminaba hacia paso lento y cauteloso.
- ¿Yo? -pregunto aquel hombre hojeando un libro.
- Siempre es lo mismo Ferid-kun. -algo con molestia se sentó en frente de Ferid.
- Algún mal sueño, o quisas... -cerró el libro dejándolo en la pequeña mesa que estaba junto a el.
- No es nada. -a su mente vinieron aquellos ojos esmeraldas. - Con tu per...
- Estoy disfrutando de un delicioso y exquisito.... ganado.
- Es lo que menos me interesa en estos momentos.
- Uh~ haz pasado una mala noche, Crowley-kun. -se acerco hacia el pelirrojo para posicionarse atrás de el y hablarle al oido. - Volvieron a atormentarte esos.... ¿recuerdos?
-¿Esos recuerdos?

Esos recuerdos... estar en el campo de batalla, la sangre...dejaron de ser importantes desde que se habia convertido en un vampiro. Ya no. Ahora era su conciencia -claro si es que tubiera una- no lo dejaba tranquilo, desde hace un par de semanas. Su "conciencia" le estaba dando una mala jugada.

-No... ya no. -se levanto para retirarse y dejar a un Ferid con una sonrisa plasmada en su rostro.

Aquel hombre de cabellos plateados le gustaba, era su fascinación hacer recordar y ver el pasado de Crowley. Haciendo que este se tensara, pero así como alguna vez fue un hombre de guerra en sus expresiones no se notaba tal tensión.

No tenía ningún apuro en llegar a su destino. Se detubo en uno de esos tantos edificios que los humanos abandonaron por completo. Miraba hacia el cielo, el cielo que alguna vez lo vio tomar aquellas decisiones. Desiciones que a la larga fueron por el bien, o eso se repetía constantemente hace un par de semanas atrás.

A quien quería engañar, una parte de el, que había escondido, que había guardado bajo siete llaves... la extrañaba, extrañaba su voz. Pero el sabía que ella no podría ser sólo de el. Ella... ella era de muchos. Se enamoro de su personalidad, su carisma; más no de su cuerpo. Cuerpo que muchos deseaban, cuerpo del cual muchos mataban.

Si, ella era una mujer hermosa, su unico defecto... era de la vida, una mujer que por fuerzas mayores se entregaba a desconocidos, a cambio de dinero. Ella como cualquier otro, tenía ambiciones. Y como cualquier otro... se enamoró. Un amor no correspondido, un amor no aceptado.

Él un Héroe de guerra, ella una prostituta. Él... respetado por todos y Ella... ignorada por todos. La vida era injusta o tal ves era ¿Dios? No sabía el.

Constantemente por su mente se repetía que todo esto iba a pasar, que su vida con ella iba a ser mejor. Que a pesar de las diferencias iban a poder estar juntos. Que incluso el podría sacarla de ese oscuro callejón.

Cada noche se reencontraban, a fueras del pueblo. No a petición de el, si no a petición de ella misma. Sabía el prestigio que tenía su caballero, no quería echar a bajo su reputación. Pero el le repetía una y mil veces que eso a el no le importaba. Que el no se consideraba un Héroe. Ella como siempre lo callaba con un silencioso beso en los labios. Aquellos labios que muchos besaban, que eran compartidos. Para ella esos besos eran los únicos más sinceros y transparentes que podría dar, que podría darle a su amado.

Rodeaba la cintura de aquella mujer, aspirando su aroma, su escencia, despues de un rato la despedida era un martirio, un adiós tortuoso.

La noche hacia su aparición, había pasado toda la tarde pensando en que si hubiera pasado si... pero nunca lo sabra, por que ella no estaba, ya no estaría más.

Llegó al lugar donde se quedaba, no sabía si llamarlo hogar, no, su hogar había quedo atrás hacia varios siglos.

La oscura noche se estaba asomando, las estrellas hacían su acto mientras el tiempo transcurría. Sus acompañantes Horn y Chess miraban inquietamente a Crowley, si, ellas se daban cuenta de su cambio de actitud, de su falta de atención, sólo esperaban que no lo perjudicaran cuando tengan que enfrentarse a algún enemigo, aunque claro, ningún enemigo era digno para el Décimo tercer progenitor.

El sol estaba en su más alto punto, pero no dudaria mucho. Su boca pedía a gritos beber, la necesidad de clavar su dientes era inmensa, como aquella vez.

- Crowley-sama...
- Voy a salir.
- Es hora de... -no terminó de hablar la rubia cuando el peli rojo ya se habia ido.

Necesitaba beber y que mejor lugar para ir que donde Ferid. Quizás ahí calmaria su sed.

- ¡Oh! Crowley-kun. -llegó hacia la sala donde se encontraba su amigo.
- Quiero uno de tus... ganado.
- No puedo. Es hora de partir.
- ¿De partir? -pregunto incredulo.
-Los humanos están avanzando, tenemos que estar atentos. -le dio la espalda para salir del lugar. -Me sorprende de ti. Conociendote ya estarías ahí esperando por ellos y "divirtiendote"

Sin cruzar palabra alguna con Ferid salio de ahí para ir por sus compañeras. Tomo paso por donde los humanos estarian, pero a cada "ganado" que posaba sus ojos le daba repulsión.

Un recuerdo muy preciso vino a su mente. El se juntó con ella, como lo hacían cada noche, pero a diferencia que ahora el... el era diferente. Ella noto su cambio, tenía que tomar una decisión, quedarse junto al hombre que amaba o huir. Como toda mujer enamora ella se quedo, creyendo que podría ayudarlo, que ella podría hacer algo por el... y su alma. Trató de tener un acercamiento hacia el, nesecitaba tocarlo, tomarlo, mientras que el sólo se alejaba más.

Su garganta pedía a gritos... sangre. No de cualquiera, si no de aquella mujer que tenía frente a sus ojos. No podía, no quería hacerle daño e ahi cuando su autocrontol se fue al carajo. Sus colmillos incrustraban la suave piel de la mujer, a ella que alguna vez la llamó "Amor" la que alguna vez fue su enamorada. La necesidad era mucho más grande, sentía su corazón palpitar cada vez más lento, sus fuerzas se iban.

- Crowley, te amo. -murmuraba a penas. Él solo podia oírla. - Crowley....gracias.

De a poco iba soltando el cuerpo de su amada, viendo en sus ojos como la vida se iba, como en su último aliento dijo...

- Te esperare, a...ho...ra y siempre. -su rostro sereno y feliz, reflejando una pequeña sonrisa demostrando que sin importar que ella estaría con el y aceptaba lo que era.

Puesto ella no hizo ninguna clase de objeción hacia lo que se habia convertido... en un demonio de la noche, en un demonio chupa sangre.

- Marie... -pronunció su nombre como si fuera alguna clase de cristal.

Dando a demostrar el dolor, el resentimiento, la culpa.

- ¡Dios! En que me haz... convertido. -gritaba aferrandose al cuerpo de la ya inerte mujer, más no lloraba.

Dios lo había dejado, eso es lo que pensaba el.

Desde ese instante una parte de el quedó junto a ella, murió junto a ella.

Ya no sería el héroe que todos admiraban, quizás iba a sacarse un peso de encima, ya no lo seria nunca más, ya que el tampoco pensó que lo era.

Su garganta volvió a pedir sangre, su garganta lo hizo volver de su recuerdo más oculto del que había querido olvidar por completo. Hasta que la vio, una mujer de cabellos castaños y liso que danzaban junto al viento, sus ojos eran dos esmeraldas que brillaban en la oscura mañana, con un perfil fino y delicado que demostraba tranquilidad, piel blanca como la porcelana, hermosa... como el la recordaba, como el la vio la ultima vez.

- Marie...

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Chan-chan-chaaaaan 😂

Crowley: Corazón Inmortal. 《Crowley Eusford》//EDITANDO//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora