Cementerio

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Cerré los ojos. No quería enfrentarme a la realidad. No quería afrontar todo lo que estaba pasando. Y la única forma que encontré de hacerlo era cerrando los ojos y pensando en otra cosa, pero por alguna razón todos mis pensamientos, fueran lo extravagantes que fueran, acababan en ella. En Kylie, mi amiga.

Todo había ocurrido demasiado rápido, tanto que no me había dado tiempo siquiera a pensar que el coche podría estarse cayendo del puente de camino al congelado río de abajo. Lo único que me había dado una pista de que algo iba mal era la gravedad de mi cuerpo, invertida por unos cuantos segundos. Este no rozaban ninguna parte del asiento,siendo sujetado única y exclusivamente por el cinturón de seguridad. Recuerdo que tras esos segundos de confusión llegó una fuerte sacudida que obligó a mi cuerpo a chocar contra el asiento de delante, para después volver a su posición natural.

En ese momento mis ojos no apreciaban nada con claridad, todo era una sucesión de imágenes borrosas y entrecortadas que se intercalaban con unos gritos desgarradores que, segundos después, me di cuenta de que provenían de mi propia garganta. No sabía como reaccionar, no entendía que estaba pasando. Lo único que hizo que mi cuerpo reaccionara de forma alarmante fue el frío concentrado en mis pies, que parecía ir subiendo a una velocidad desorbitada.

Fue entonces cuando el entendimiento me golpeó con brusquedad. Me iba a ahogar, debía salir del coche. Recuerdo haberme sacado el cinturón con velocidad y tirado de la manilla de la puerta, que no se abrió debido a la presión que ejercía el agua sobre esta. Por la ventanilla veía como la superficie se alejaba más y más, haciendo que mi corazón aumentara sus latidos de forma alarmante.

A mi lado estaba sentada Maggie, quien intentaba abrir la puerta sin resultado. Delante, en el asiento del copiloto, estaba mi hermano Adrien inconsciente, y en el asiento del conductor se encontraba Kylie, sumergida en el airbag que probablemente había saltado al romper la barrera del puente.

Mi cerebro en ese momento lo único que me pedía era coger a mi hermano y salir del coche, así que eso hice. Le di un golpe a Maggie para llamar su atención y le pedí que echara los respaldos de los asientos delanteros hacia atrás, para poder sacarlos con facilidad. Les desabrochamos el cinturón y contamos hasta tres antes de romper las ventanillas.

El agua nos golpeó con fuerza, demasiada. Yo agarré el cuerpo de mi hermano y salí con dificultad por la ventanilla, sujetando con fuerza el cuello de su polo. Cuando dimos salido a la superficie unos hombres de traje azul – policías quizás – me quitaron a Adrien y me cogieron en brazos.

Lo único que recuerdo después de eso fue cerrar los ojos y quedarme dormida,despertándome días después en una camilla de hospital en la misma habitación que Adrien y con mi madre – Victoria – dormida de mala manera sobre una silla.

Sin saber como, ahora me encontraba en el cementerio, en el funeral de Kylie,con la mano de papá – William – sobre mi hombro izquierdo y el reconfortante brazo de mamá alrededor de mi cintura. Observaba con indiscreción el cuerpo inerte de mi amiga introducido horas antes en el ataúd. Mientras la miraba repetía en mi mente el accidente una y otra vez, no sé muy bien si para descubrir qué la había matado o como una forma estúpida de intentar salvarla, como si cada vez que lo reprodujera pudiera cambiar algo. Pero era imposible. Ella estaba muerta y seguiría así para toda la eternidad.

Tragué aliva y agaché la mirada por primera vez en dos horas. Me habían ofrecido pronunciar unas palabras pero no sabría que decir. ¿Siento poder haber salvado a su hija y no haberlo hecho? ¿Siento no haber reaccionado antes y haberla ayudado? Para eso prefería mantenerme en silencio todo el funeral y ahogarme en mis penas durante... toda la vida a lo mejor.

— Cariño– Hice un casi imperceptible movimiento con el mentón –¿Quieres irte a casa? – Mamá sonaba preocupada. Sus dedos se habían clavado en mi cintura con demasiada fuerza, pero no vi la necesidad de decirle nada.

Spider-manDonde viven las historias. Descúbrelo ahora