19. Miedo al Olvido

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Había pasado, ¿Cuánto? ¿Una semana? ¿Un mes? Tal Vez solo habían sido dos días desde la muerte de Chad, pero en mi mente, en mis grises y fríos pensamientos, cada día era mas largo que el anterior, cada segundo que pasaba sin él me sentía más, y más vacía, sentía como si lo necesitara a él para respirar; Él era mi sostén, me mantenía feliz y en pie, era mi vida.
Exacto, era, porque él estaba muerto, y lo que me mataba por dentro era el saber que no sólo estaba muerto, lo que mas desinflaba mi tonto y desanimado corazón en las noches solitarias era el darme cuenta, entender que él murió por mi culpa; Que si yo no hubiese desafiado a Connor, él seguiría con vida y aún podría abrazarlo.
Sacudí mi cabeza para quitar esos pensamientos de mi mente y sequé algunas lagrimas traviesas que habían escapado de mis ojos y rodaban por mis mejillas sin piedad. Faltaría a clases, como lo hacía todo el tiempo desde que él no estaba, me quedaría en la cama y pensaría mas en ese día, torturándome a mi misma con los pensamientos como hacía cada día y cada noche; Tal vez incluso me permitiría llorar, siempre y cuando nadie me viera o escuchara, no dejaría que nadie me viera en esta situación, destruida, débil.

Ya entendemos que "nadie" es Connor, somos la misma persona, no podría dejarte hacer eso, el ganaría y ambas perderíamos.

Suspiré y me volví a recostar, dejando de observar como todos los estudiantes hablaban animados en el patio, algunos sentados en esa banca junto a la fuente que a mi solía gustarme tanto, y otros sentados sobre el césped perfectamente cortado. Me tapé con las sabanas y miré hacia el techo, pensando en lo tonta que había sido.

— Debí haberle dado a Connor lo que quería, y tal vez Chad seguiría vivo — Susurré para mi misma, con mi voz quebrándose más con cada palabra que decía, por cada pensamiento que se cruzaba por mi mente al decirla, y de repente mi vista se nubló por todas las lagrimas que se asomaban por mis ojos, completamente cristalizados por esas gotas que me acompañaban en todas las noches sin él, mientras mi voz se quebraba al pronunciar su nombre, intentando traerlo de vuelta, esperando una respuesta de vuelta, aunque sabía que eso jamás pasaría. Lo necesitaba, lo necesitaba tanto que dolía necesitarlo.

Me dispuse a levantarme de la cama, luego de llorar por lo que parecieron instantes, pero estaba segura de habían sido horas. Me pasé unos jeans por las piernas y la primera blusa que encontré tirada en mi habitación. Me puse mi abrigo y salí de la habitación, dirigiéndome hacia la biblioteca.
Caminaba, sin dejar de pensar en él, porque jamás lo haría, jamás dejaría de pensar en él, porque eso sería como olvidarlo, y yo no podría olvidarlo, no podría dejar atrás la marca que él había dejado en mi vida, que ahora con su ausencia se había convertido en un vacío enorme que presionaba mi pecho y me daba un nudo constante en la garganta, que no me permitía hablar sin sonar como una niña pequeña de voz quebrada, que no me dejaba hablar sin que mis ojos se cristalizaran, además de la soledad, me sentía tan sola, desde la muerte de Chad, me había alejado del mundo, me la pasaba llorando y pensando en todo lo que había hecho mal desde el principio, no podía pensar en mi, o en ser sociable, ahora no, ahora él era lo único que podía cruzar mi mente, lo único que anhelaba con todas mis fuerzas y por lo que daría todo sin pensar.
Sin darme cuenta, me encontraba ya en la biblioteca, así que comencé a buscar un libro, ese libro, entre las estanterías que se encontraban prácticamente escondidas en el fondo de esta. Busqué por donde siempre lo veía sacarlo, y en cuánto pude encontrarlo, mis ojos se cristalizaron, y por un momento, la imagen de un recuerdo me trajo un sentimiento de melancolía que se extendía con rapidez por mi cuerpo. Di un salto al sentir que alguien tocaba mi hombro, tratando de llamar mi atención; Seque mis lagrimas y me volteé, mirándolo con desdén.

— ¿Qué? — La rabia volvió a correr por mis venas instantáneamente al ver su venenoso rostro, que desprendía desprecio, que me causaba desprecio.

— ¿Podemos hablar? —Suspiró, y sólo en ese momento fue cuando logré notar las bolsas que se encontraban bajo sus ojos, su cabello mas despeinado de lo normal, y sus ropas completamente desaliñadas. Eso no era normal en él, parecía estar triste también, pero, ¿Por qué? Él lo había matado después de todo, él había sido el que había acabado con la vida de su mejor amigo, de su "hermano", como él lo llamaba.

— No. No quiero hablar contigo, no quiero hablarte, verte o saber de tu existencia, porque esto es tu culpa, tu hiciste esto. — Escupí con tanto odio que la temperatura de mi cuerpo aumentó.

— Lo sé. — Susurró y dejo escapar un largo y sonoro suspiro de sus labios, mientras rascaba su nuca, estresado.

Suspiré — Adiós— Me volteé y comencé a alejarme. Pero el me tomó del brazo con delicadeza y me susurró.

— No podemos estar así, no podemos vivir así, debemos dejarlo ir, soltar. No sé tú, pero yo ya no puedo con esto. — Me giré y lo miré a los ojos por primera vez,  notando su desesperación asomando por estos.

— Tú te sientes así porque tú lo mataste. — Susurre con odio.

— ¿Por qué haces esto? — Suspiró y ahora fueron sus ojos los que se cristalizaron, dejando ver el vacío que cargaba dentro, al igual que yo, ese vacío que él mismo se había causado y ahora lo carcomía por dentro.

— Porque tú mataste a Chad, y jamás te dejaré olvidarlo — Me acerqué a sus labios, sin dejar de verlo a los ojos, furiosa — Jamás, ¿Oíste?

— Lo sé, y espero algún día puedas perdonarme.

— Primero ve e intenta perdonarte a ti mismo, si lo logras, estas perdonado. Intenta perdonarte a ti mismo por haberle quitado la vida a alguien a quien tu llamabas "hermano", a quién decías querer tanto, de quién te hacías llamar su mejor amigo. Lo traicionaste, y acabaste con su vida.

— Debes intentar olvidarlo, ¿Por qué no lo intentas? — Susurró y limpió las lagrimas que comenzaban a rodar agresivamente por sus mejillas.

— Porque yo no puedo olvidarlo, jamás podría. — Susurré, bajando la vista al suelo.

— ¿Por qué no, Jane? — Me miró con tristeza a los ojos, levantando mi rostro con suavidad.

— Porque le temo al olvido. Tengo miedo. — Salí corriendo, con el libro entre mis brazos, llorando sin poder tranquilizar mis sollozos, que resonaban en el eco de las paredes del dormitorio y despertaban a unos cuantos estudiantes ya dormidos.

Me adentré en mi habitación y me recosté en mi cama, apoyando el libro sobre la cama y viéndolo por unos cuantos minutos, recorriendo su portada con la yema de mis dedos, pensando en él, en Chad. Este era su libro favorito, siempre lo leíamos juntos, por eso lo tomé, fue solo un tonto presentimiento. Algo dentro de mi diciéndome que lo tomara y lo leyera.
Suspiré y lo abrí, comenzando a leer, prestando suma atención a cada palabra, cada marca que el tiempo había dejado en ese antiguo libro.
Estuve así por un largo tiempo, y cuando llegué al final, ahí estaba. El libro tenia una nota. "Aquí estoy". Lo leí miles de veces, repitiéndolo una y otra vez en mi cabeza. Esa era mi respuesta, la que tanto deseaba en esas noches en que mis ojos se empañaban de tristeza, y mis lágrimas se convertían en recuerdos. Tal vez me estaba volviendo loca, pero no me importaba. Realmente, volverme loca sería lo menos doloroso que podría pasarme. Y si ese mensaje no era real, y era sólo producto de mi locura de amor, no me importaba. Si sólo estaba en mi cabeza, no me importaba. Porque eso acababa de llenar ese gran vacío de esperanza. Mis ojos ahora despedían chispas de esperanza, y en lo único que podía concentrarme era en ese mensaje tan especial, y en la gran sonrisa que había aparecido en mis labios, esa sonrisa que no aparecía desde que él se había ido.

"Aquí estoy" ¿Chad? ¿Otra broma de Connor? ¿O podría realmente ser él?
Cualquier cosa puede pasar.

XOXO

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⏰ Última actualización: May 31, 2016 ⏰

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