Capitulo 34.

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—Necesito que me cuentes todo nuevamente —dice Collins.

Miro a Alex en busca de ayuda, él fulmina a su abogado con la mirada.

—¿En serio harás que te cuente todo de nuevo? —pregunta Alex.

Collins asiente.

Tomo una profunda respiración intentando calmarme. Collins Fisher me observa atentamente, esperando. La verdad es que fue muy atento cuando nos recibió a mí y a Alex en su oficina, me pidió que le contara con lujo de detalles que había pasado entre Fred y yo desde el momento en que lo conocí hasta ahora. Lo hice lo mejor que pude, no esperaba tener que repetirlo.

—¿Es necesario? ¿No podría solo preguntar sobre lo que no entendió? —pregunto.

—¿Cual es el problema en que lo cuente nuevamente, Srta. Thorne?

Alex gruñe. No le gusta que me llamen así, pero a pesar de que lo dijo en voz alta, Collins continúa haciéndolo.

—Solo pensé que era más fácil aclarar dudas, Sr. Fisher —respondo.

—Será más fácil si me lo cuenta todo nuevamente, Srta. Thorne

—Deja de llamarla así, maldita sea —exclama Alex—. O le dices Amanda, como ella te lo dijo, o Sra. Green como te lo dije yo

Muerdo mi labio para evitar sonreír, Collins si sonríe abiertamente.

—Ella no es tu esposa, es tu ex esposa —aclara Collins—. Yo hice todo el papeleo del divorcio

—Me importa un comino eso, es mi mujer y punto

Collins blanquea los ojos pero continúa sonriendo. Me mira nuevamente y me da un asentimiento de cabeza.

—¿Puede proseguir a contármelo todo nuevamente, Sra. Green?

Alex sonríe complacido ante esto.

—Bueno, lo conocí hace aproximadamente dos meses —comienzo—. La primera vez que lo vida fue saliendo del trabajo, bueno, de la entrevista del trabajo. Luego supe que era el fotógrafo del periódico, que tendría que trabajar con él de cerca

—¿Notó algo extraño en su comportamiento las primeras veces que lo vio? —pregunta Collins interrumpiéndome.

La primera vez que le conté lo sucedido, no lo hizo.

—Parecía reservado y callado —respondo—. Gloria me dijo que la mayoría de personas en la oficina creían que era gay

Collins asiente y me indica que prosiga.

—Poco después me invitó a salir y acepté. La verdad parecía un hombre agradable un poco entusiasmado con la idea de que yo fuese modelo. En el mes que estuvimos saliendo, me tomó infinidad de fotografías

—Imbécil —sisea Alex.

—Alex, no la interrumpas —lo reprende Collins.

—La última y única noche que pasamos juntos, fue un poco extraño. Estaba más posesivo de lo habitual, en su mirada se veía una emoción difícil de explicar, la verdad es que la había visto varias veces al principio, cuando empezamos a salir

—¿Obsesión? —musita Alex.

—Probablemente —responde Collins.

—Esperen. ¿Ustedes de verdad creen que él se obsesionó conmigo apenas conocerme?

Eso no podía ser. Es imposible.

—Una persona puede obsesionarse con otra sin conocerse siquiera, Sra. Green. Una mirada, una sonrisa, un simple gesto puede parecerlo todo para quien está enfermo en ese sentido

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