SENTIMIENTOS INESPERADOS

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-¡Estás como una cabra!- rió Max.
-Lo sé. Estoy muy mal de la puta cabeza- admití, empezando a saltar de  un lado para otro.
  Medio bailando, me acerqué a mi amiga y grité:
-¡Venga,vamos!¡Mueve ese huesudo culito! ¡O estrena la cámara!
Seguí bailoteando y me subí encima de  la cama, dejándome llevar. Admito que estaba realmente motivada.
-Ey Chloe. ¡Patata! - Max sacó su Polaroidy me fotografió en movimiento.
-¡Vamos, hippie! ¿Es que no sabes bailar?

  Sabía que Max no era de las que se ponía a danzar a a cantar porque sí.
  Por eso, cuando  vi su baile (que consistía en dar saltitos en el sitio y saludar a lo pingüino), la animé.
-¡Eso es, déjate llevar!

Era genial volver a estar haciendo el retrasado con ella de  nuevo. Sólo entonces me di cuenta de que era imposible enfadarme con esa pequeñaja.
  -¡CHLOE, CÚANTAS VECES TE HE DICHO QUE NO PONGAS ESA MIERDA DE MÚSICA A  TODA CAÑA! -gritó alguien.

-Oh, no. Mierda. ¡Apaga la radio, Max!- pedí, dejando mi cigarrillo en la mesita y sentándome en la cama.

-¡Chloe!- insistió David.

-Tío, ¡la música no está puesta!- exclamé.

-¡Prepárate, porque voy para allá!

Abrí mucho los ojos y sacudí la cabeza.

-Ni de coña. O sea no me jodas- hablaba atropelladamente -Max, tienes que esconderte. Él no puede encontrarte aquí.

Mi corazón iba a mil por hora.

-Recibido, dale excusas mientras busco mi escondite- sugirió ella.

Entonces oí la horrenda voz de mi padrastro justo detrás de la puerta y, como una bala, me precipité a bloquearla para que no entrara.

-Max, rápido- mascullé.

Ella movía sus preciosos ojos azules en busca de un buen lugar para esconderse. Mientras, David chillaba:

-Chloe, ¡abre esta puerta inmediatamente!

-Me estoy cambiando, joder- me excusaba.

Max seguía sin saber dónde esconderse, hasta que abrió mi armario y se metió dentro. Sólo entonces, suspiré y le cedí el paso a David.

-Ya era hora. ¿Qué demonios hacías?

Él venía como siempre: con cara de pocos amigos y humor de perros. Levanté una ceja, dispuesta a no amedrentarme.

-Me probaba ropa- dije, con incomodidad.

Podía sentir los ojitos de mi amiga analizando cada movimiento y cada palabra. Disimulé mi inseguridad y escupí:

-¿A qué has venido?

David se paseó por el cuarto.

-Una de mis armas ha desaparecido. ¿La has cogido?- me clavó una mirada sospechosa.

-¿Y para qué querría yo una de tus pistolitas?- me miré las uñas, con aire aburrido.

-Espera un momento...

Cogió mi cigarro y lo giró entre sus dedos.

-¿Has estado fumando marihuana? ¿DE VERDAD?

-Sí, claro. Primero las armas y luego las drogas. Tú estás pirado- espeté, comenzando a alzar la voz.

¡Cúanto lo odiaba! ¿Y a él qué le importaba lo que yo hiciera? ¿Quién era él para darme órdenes? ¿Acaso se creía que todavía estaba en la armada? Lo miré, desafiante y soberbia, aguardando su respuesta. Ya estaba hasta los huevos que no tenía de que se pensara que yo era su soldadito raso.

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...

-Chloe, ¡dime la maldita verdad! ¡Es una orden!- seguía insistiendo ese capullo.

-¡He dicho que...!

-¡Es mío! - dijo una voz.

Entonces, Max salió del armario (literalmente) y se situó a mi lado, mirando a David.

Él estrechó sus ojos oscuros peligrosamente.

-No me gustan los intrusos- dijo - Y menos que se droguen. Deja de arrastrar a Chloe en tus mierdas.

Yo miraba a mi amiga, flipada, y , en cierto modo, agradecida.

-Podría llamar a la policía, ¿sabes? Y entonces, ¿qué pasaría con tu beca, Max Caulfield?

Empezó a señalarla acusadoramente.

-No dices nada inteligente, ¿eh? No como esta mañana.

Max retrocedía y pude leer miedo en sus ojos. Sabía que ella apreciaba mucho Blackwell y que esa beca fue lo mejor que le había pasado. Y también sabía que David había traspasado la línea.

Lo empujé, con brusquedad y lo miré con mi mirada más despectiva.

-¡Deja de joder a mis amigos!- escupí con asco.

Él me  miró con fingida sorpresa.

-Tú...no tienesa amigos, Chloe. Te utilizan...

-No vuelvas a entrar, piérdete.

David bufó, pero se marchó, dejándonos solas otra vez.

Sólo entonces suspiré y saqué los dos dedos palabrota.

-Cómo  puedes ser tan malota, Max- bromeé, a costa del cigarrilo.

Ella me fulminó con la mirada y me apresuré a añadir:

-Y gracias ...por comerte el marrón. Ha sido muy amable por tu parte.

-No hay de qué, pero me la debes.

-Seh. Por cierto, una cosa.

-Dime

Max se acercó aún más y medio sonreí.

-Quiero enseñarte algo.

Fui a coger un objeto que estaba guardado en uno de los dos cajones de la mesita de noche. Me lo escondí entre las manos por la espalda y avancé hacia Max, caminando a lo "James Bond".

-Soy Price. Chloe Price...¡BANG!

Y le mostré mi juguetito nuevo. La pistola que mi padrastro estaba buscando. Sin embargo, al verla, mi amiga me la apartó de las manos.

-¡Qué cojones haces con eso!

-Calma, ni siquiera tiene balas...por ahora.

-Como te pillen...- dijo Max, mirand el arma con desconfianza.

Levanté una ceja.

-¿Y qué? Precisamente las mujeres necesitaríamos estar protegidas contra todos eso capullos violadores- expliqué.

-Ya, bueno....ten cuidado...

-Claro, yo controlo- sonreí.

Ella me devolvió el gesto, más aliviada. Y le guiñé un ojo, coqueta y vi cómo se encogía. Creí detectar cierto rubor en sus mejillas.

-Max, ¿te estás sonrojando?- insinué, divertida.

-P-puede...- respondió ella, mirando al suelo, como una niña pequeña.

Reí y entonces pensé en el faro. Allí habíamos pasado tantos momentos...Sería un buen lugar a modo de reencuentro...

O cita.

LIFE IS STRANGE (Fanfic)Where stories live. Discover now