Capítulo 1 - Parte 1

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Un estruendo resonó. El grito a todo pulmón de una mujer se volvió un gemido de dolor, y de pronto sólo se podían apreciar las estrellas entre el negro cielo. Un llanto incesante no paraba de chillar. Sintió como si cayera del cielo y de la nada se estrellara contra el suelo. Esos ojos que lo miraban con sentimiento se fueron cerrando poco a poco hasta perderse.

Pasó la noche en la confusión e incertidumbre, sin entender lo que pasaba. La luz volvío a la vida. El ruido fue audible de nuevo. Y escuchó el auxilio de alguien. En eso, caras irreconocibles se volvieron visibles pero no las podía identificar.

En un parpadeo, todo se tornó blanco y callado, no entendía lo que decían a su alrededor. Oyó una angelical voz en la habitación. Unos brazos lo envolvieron y se elevó. «Todo está bien ahora».

Aquella sensación de nerviosismo se esfumó en cuanto esos brazos lo abrazaron aferradamente. Cuando menos se dio cuenta, llegó a una humilde casa. Las personas allí eran dulces y amables. No había fuertes sensaciones de terror. Nadie hacía que el llanto incesante sonara, porque no era necesario. Por primera vez conoció la paz.

Cada noche le cantaban la misma canción hasta que se hundía en los brazos de Morfeo. Pronto olvidó lo que había vivido y el fantasma de su pasado lo dejó de acechar. Pero cuando todo parecía ir viento en popa, un dolor repentino se manifestó, apoderándose de su sistema. Los años pasaron y el dolor ahí seguía, sin detenerse. Sabía que algo andaba mal.

La habitación blanca regresó. Escuchó una voz varonil. No entiendía lo que significan sus palabras. El dolor se volvía insoportable. Los días pasaron y su hogar se veía tan lejano. Aquella voz angelical se había desvanecido. Cada día parecía más largo, y lo invadía un nuevo sentimiento: el de extrañar. La primera vez que extrañó. Sin embargo, la persona a la que más deseaba ver surgió y su hablar hacía que el dolor se volviera más leve. De pronto había gritos. Lo tomaron y agitaron agresivamente. Se sentía como en un terremoto a todo dar. Era demasiado pequeño para comprender lo que sucedía.

Nada volvió a ser como lo era antes. Jamás regresó a su hogar, donde las personas eran dulces y amables. Aquella angelical voz de pronto perdió su destacable dulzura. Fue obligado a dejarlo todo. Se fue más lejos de lo que había visto alguna vez. Fue aislado. Para él, ver a una sola persona pasar era como ver una estrella fugaz.

Fue escondido. Pero el dolor jamás se fue.

+ + +

Agosto de 1869

Harry abrió sus ojos de repente. Exaltado y con la respiración entrecortada, vio a su alrededor y reconoció su habitación. Había sido solo un sueño. El mismo sueño de siempre. Apenas era de madrugada, y el sol no estaba supuesto a salir hasta dentro de unas cuantas horas, pero el miedo de sentirse tan controlado por su propia mente no le permitió volver a dormir. Se frotó los ojos, parpadeando repetidas veces, y luego optó por levantarse de su cama. El suelo de madera rechinó bajo sus pies descalzos.

Hoy era su cumpleaños número veinte, aunque eso no significaba que el día fuera más importante que el anterior. No en su caso.

Se vistió con una camisa holgada, dejando unos cuantos botones sin abrochar, sus típicos pantalones negros de algodón sueltos de las pantorrillas, y por último, tomó delicadamente con sus dedos el crucifijo que llevaba colgado del cuello y lo besó.

Decidió sentarse al borde de su ventana que daba hacia el bosque, para observar el amanecer. La luna aún resaltaba en el cielo, y se podían escuchar ciertos ruidos y crujidos causados por una mezcla del viento y los murciélagos. Todavía hacía frío, que intentaba ignorar frotándose las manos.

On Time: El asesino del tiempo |h.s.| #Wattys2016Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang