Segundo Mes: Malestares Y Primeras Palabras

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— ¡Hoy papá llegó temprano! — Gritó mientras entraba. La casa estaba en total silencio. Se dirigió a la habitación y no encontró a Tsukishima. Lo buscó por todos lados y nada. Fue hasta que salió al jardín cuando se dio cuenta — ¡Kei! — Se alarmó. Tsukishima se encontraba en el suelo — ¡¿Estás bien?! — Preguntó alarmado.

— Estoy bien — Contestó sin abrir los ojos.

— ¡La policía, debo llamar a la policía! Espera, la policía no. ¡Es a la ambulancia!

— Te dije que estoy bien. Ahora guarda silencio.

— ¡No, no! — Lo ignoró — ¡Esto es malo! — Tsukishima suspiró — ¡No... no te preocupes! ¡Tetsuro está aquí para cuidarte pastelito! — Comenzó a marcar un número.

— No hagas tanto ruido.

— ¡Como quieres que guarde silencio si la madre de mi hijo está inconsciente!

— Antes que nada. El hecho de que pueda darte hijos no me convierte en mujer, así que te agradecería que no me vuelvas a decir de esa forma. Y como puedo estar inconsciente si estoy hablando contigo.

— Ah, cierto — Se tranquilizó — ¡No me asustes de esa forma!

— No me culpes por tu falta de atención.

— ¿Qué haces?

— Descansar.

— ¿En el jardín?

— ¿Algún problema?

— Por qué no mejor vas al cuarto.

— Me pareció más cómodo aquí.

— Ya veo — Se acostó junto a él y contempló el cielo.

— Qué tal tu día.

— Tranquilo ¿Y el tuyo?

— Horrible — Contestó aún con los ojos cerrados — Los síntomas empeoraron y ahora tengo dolores de cabeza. No son fuertes pero es molesto.

— Ya veo. Recuerda que la próxima semana hay que ir con la doctora.

— Lo sé.

— No se te vaya a olvidar.

— Mira quien lo dice.

— Ja, ja. Y como se portó nuestro pequeño. Espero no le hayas causado mucho problema a mamá — Se dirigió a su hijo.

— Todavía no puede escucharte — Ignoró el cómo le llamó.

— Eso no me impide hablarle.

— Ya veo.

— Kei... ¿Has hablado con él? — Tsukishima abrió los ojos y guardo silencio. Kuroo tomo su mano y entrelazó sus dedos — Escucha. Sé que todavía tienes miedo y muchas dudas pero debes disfrutar este momento.

— Lo sé.

— ¿Lo intentaras? — Kei asintió — Yo sé que podrás — Besó sus labios.

— Tetsuro.

— ¿Sí?

— Hueles a perfume de mujer.

— ¡Waaa! — Se asustó — ¡Hoy tuve que estar con la de recursos humanos y ella se baña en perfume! ¡Te lo juro! ¡No piense que no te soy infiel! ¡Jamás te sería infiel! Bueno, sí te sería infiel ¡Pero sería contigo!

— Lo que dijiste no tiene sentido y no lo dije por eso. Te lo dije para que te cambiaras. Ese tipo de aromas me dan náuseas.

— Ah, claro.

Una Espera, Nueve Meses Y Una VidaWhere stories live. Discover now