Capítulo 23: Cambios.

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Después de una pasada súper, llena de charlas y compañia, todos decidimos volvernos a nuestros respectivos hogares. Seguía muy pensativa, pero trataba de no enfocarme en lo que había hablado con Elissa. Si lo hacía, recaería en mis malos pensamientos y no quería estar hechada en la cama con cara de pocos amigos. Quería progresar aunque fuera un poco. Me puse a hablar con Fernanda sobre como la había pasado hace un rato, entre otras cosas. También tomar en cuenta que casi no nos quedaba dinero. Entramos al motel y nos sentamos en el piso. Nos quedaba dinero solo para quizás ¿tres almuerzos más? No lo sé. Pero lo que si sabía era que quedaba muy poco.

– ¿Ya hablaste con Elissa?

– Si...creo que en la mañana tendremos que irnos.

– Espero que la casa sea cómoda.

– Bueno, lo importante es tener un lugar donde pasar los días, donde dormir. Lo demás en realidad no importa.

– Tienes razón. Aunque solo lo decía por el espacio.

– Oh, si... el espacio es bastante amplio. Según Elissa me ha contado.—exclamé. Mientras Fernanda suspiró.

No había nada que hacer. Solo esperar a que la noche pasara y la mañana diera lugar en la ciudad. Mientras, leímos alguna revista o leímos un libro. Hasta que nos dió sueño. De seguro mañana sería un día largo.

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¿Fer, Fernanda? ¿Hola? ¡Despierta! —dije mientras la despertaba, y molestaba a la vez.

–¡Déjame!

–Ya es de día, despierta. Tenemos que irnos.

–Esta bien. —dijo mientras bostezaba y se levantaba de la cama.

Después de media hora de arreglarnos y recoger nuestras cosas, decidímos que ya era hora de irnos. Entregamos la llave de la habitación, pagamos el mes y empezamos a caminar rumbo a la casa de Elissa. Ahora las cosas iban a ser un poco mas raras en el ambiente ya que Elissa y Fernanda vivirían bajo el mismo techo. Solo deseo en mi corazón que se lleven bien, como hasta ahora lo han hecho. Caminamos un buen tiempo, mientras que la luz de el sol maltrataba nuestras pieles, haciendo que ardieran fuertemente. Luego de quizás media hora, llegamos a la casa de Elissa. Tocamos la puerta y después de algunos segundos alguien abrió la puerta, y no era Elissa, si no el fastidioso de Kevin. ¡Hey, espera un segundo! ¿Kevin? ¿Que rayos hace en la casa de Elissa? ¿Y a esta hora de la mañana?

–¿Que haces aqui? —pregunté mientras lo miraba muy extrañada y seria.

–Ni un "¿hola, como estas Kevin?'' ¿Que clase de educación tienes?

–Eres un odioso.

–Gracias por el cumplido, preciosa. —dijo mientras me guiñaba un ojo, a lo cual me puse roja y rode los ojos.

–¿Me podrías decir donde esta Elissa si eres tan amable?

–Salió a comprar algún jugo, o algo así me dijo.

–Ah...

–Pero me dijo que las hiciera pasar. Pueden poner sus cosas en esta esquina.

Fernanda y yo pasamos extrañadas, y tímidamente. La casa era bastante amplia. Aunque estaba muy sucia la verdad. A pesar de ser una casa bastante amplia, no tenía tantas cosas. En la sala, solo había un florero en el piso, un cuadro y un mueble, con un aspecto viejo. Nos sentamos en el mueble a esperar que Elissa llegara.

Al final de rodillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora