2_ Balanceandome en el candelabro del olvido

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David había sido más que generoso en estos años mientras estuvimos juntos. El departamento en nueva york que me había regalado para mi cumpleaños 25 estaba en una de las zonas más cotizadas. Mi trabajo en Weberly Inc. Como asistente de contabilidad era muy bien pago y mi sueldo había sido guardado en mi cuenta casi intacto durante estos años porque el insistía en cubrir todos mis gastos incluso si solo eran caprichos. Kevin el chofer de David de toda la vida fue el que me ayudo a llevar las maletas y algunas cajas con cosas al departamento. Siempre amable y dulce conmigo no evito su opinion de que el estaba comentiendo un error.

El departamento era uUn bonito loft de varios metros cuadrados amplio y luminoso que David solía usar cuando pasaba muchos días en Manhattan. La noche en que le pedí tiempo me dijo que el departamento era realmente mío hasta los papeles y que podía disponer de el cómo quisiera. Ya sea para vivir o para venderlo. Realmente me gustaba el lugar. Y los pocos recuerdos que tenía allí con David no mermaban lo cómoda que me sentía allí así que decidí cortar por lo más lógico e irme. Después de esa charla él se fue a Paris a ultimar los detalles de la fusión. Yo aproveche ese fin de semana para irme. Le deje una nota en su escritorio. Con unos gemelos de diamante negro que había comprado para su cumpleaños que no llegaría a regalarle en persona. Junto a una nota que le decía.

"espero que seas muy feliz". No podía desearle otra cosa. Él me había hecho muy feliz aunque ahora mi corazón estuviera roto en mil pedazos.

Me ocupe todo el fin de semana en acomodarme en el departamento y envié con Kevin los trajes y cosas de David que quedaban allí. El sábado en la noche mis amigas vinieron por unas copas. Sabían que no debían decirme un "te lo dije" porque eso significaría que me cerrara y no les hablara por días. Ellas sabían lo suficiente sobre mis rupturas para tener claro una sola cosa. De eso no se hablaba.

El lunes llegue a Weberly después de tres tazas de café y colirio para desinflamar los ojos enrojecidos por llorar varias horas.

Recupere de a poco mi propio ser. De a poco comencé a acostumbrarme a estar conmigo misma otra vez sin volverme loca. Volví a escuchar música mientras cocinaba. Volví a perderme en las películas sin preocuparme por la hora. Volvi a rechazar las llamadas de mi madre. Volví a dormir con las cortinas abiertas porque ya no tenía a David para que me abrazara y ahuyentara los fantasmas nocturnos. Él fue muy dulce. Me dijo que contara con él para lo que sea que necesitara. Que no dudara en llamarlo que siempre podría contar con él.

Pero las cosas no eran así para mí. Dejarlo ir significaba eso. Dejarlo ir... los fines de semana, viernes y sábado volví a ser quien era antes de David. Salía con las chicas. Me embriagaba, bailaba. Me besaba y coqueteaba con chicos guapos y me iba sola a la cama demasiado ebria para recordar cómo había llegado y confiando en mis amigas para mantenerme a salvo de idiotas.

En la semana trabajaba hasta última hora. Salía de allí e iba a l gimnasio hasta quedar demasiado exhausta para pensar en nada. Cenaba algo rápido mirando alguna película o estudiando informes y me iba a dormir para volver a empezar.

Las salidas de viernes y sábados se trasladaron también a los jueves aunque el viernes me sentía como mierda no baje una coma mi rendimiento laboral.

David me enviaba mensajes de vez en cuando y le contestaba con fría cortesía. La primera vez que salió en el periódico de sociales anunciando su relación con la francesa el llevaba los gemelos que yo le había regalado y no lucia la mitad de feliz que lucía conmigo.

Esa noche me atiborre de alcohol y me acosté con un bonito chico que olía a jabón de pino y tenía ojos azules. Como los de David. Me fui a la madrugada mientras él dormía sin saber si quiera su nombre...

La chica que no debi dejar irDonde viven las historias. Descúbrelo ahora